

Durante cientos de miles de años, nuestros ancestros dependieron del azar para obtener fuego: un rayo que caía sobre un árbol, un incendio forestal, fenómenos naturales imposibles de controlar.
Pero en un rincón del sureste de Inglaterra, un grupo de neandertales tomó dos piedras —sílex y pirita— y las golpeó entre sí. Las chispas que surgieron de ese gesto aparentemente simple marcarían un antes y un después en la historia humana.
Ahora, científicos confirmaron que ese momento ocurrió hace 400,000 años, convirtiéndolo en el fuego creado por humanos más antiguo jamás documentado. Y lo más sorprendente: ese descubrimiento no solo nos dio calor, sino que literalmente transformó nuestro cerebro.

El hallazgo que reescribe la historia del fuego
Un equipo liderado por Nick Ashton y Rob Davis del Museo Británico revolucionó lo que sabíamos sobre nuestros ancestros. En East Farm Barnham, en el condado de West Sussex, los investigadores encontraron evidencia contundente de que los neandertales dominaban la creación de fuego 350,000 años antes de lo que se creía posible.
El descubrimiento incluye hachas de sílex fracturadas por el calor junto a fragmentos de pirita, una combinación que no deja lugar a dudas: estos homínidos sabían exactamente cómo generar chispas para encender llamas. La pirita, escasa en esa región, probablemente fue transportada desde depósitos de tiza cretácica, lo que demuestra planificación y conocimiento del entorno.
Los arqueólogos dataron el sitio mediante análisis de capas rocosas y fósiles cercanos, confirmando que pertenece a una época en la que los neandertales habitaban estas tierras. Aunque el viento, la lluvia y la descalcificación eliminaron restos de carbón o ceniza, los artefactos recuperados muestran señales inequívocas de exposición al fuego: enrojecimiento, grietas y roturas características.
El secreto que transformó nuestro cerebro
La capacidad de crear fuego a voluntad desencadenó una cascada de cambios que literalmente remodelaron la anatomía y cognición humana.
El verdadero secreto estaba en la cocina. Al cocinar carne, raíces y tubérculos, los neandertales desbloquearon nutrientes previamente inaccesibles y redujeron drásticamente la energía que el sistema digestivo necesitaba para procesar alimentos.
Los investigadores explican en su estudio publicado en Nature que este cambio dietético no solo aumentó el tamaño del cerebro, sino que mejoró significativamente las capacidades cognitivas. El acceso constante a proteínas de alta calidad y nutrientes biodisponibles creó las condiciones perfectas para el desarrollo neurológico que eventualmente nos convertiría en la especie dominante del planeta.
Además, ya no dependían de encontrar cuevas para refugiarse; ahora podían establecer campamentos donde quisieran. Las fogatas se convirtieron en puntos de reunión que fortalecieron los lazos sociales y la transmisión de conocimientos entre generaciones.

Una transición crucial en la evolución humana
Los científicos sitúan este descubrimiento en un contexto más amplio de sofisticación conductual durante el Pleistoceno Medio tardío. Entre hace 500,000 y 300,000 años, ocurrió una transición fundamental en el comportamiento humano, marcada por un aumento constante del tamaño cerebral hasta alcanzar niveles cercanos a los modernos.
Este hallazgo también explica por qué sitios arqueológicos de edad similar en Inglaterra, Francia y Portugal muestran un incremento notable en el uso e importancia del fuego. No fue casualidad: fue el momento en que nuestros ancestros tomaron control de uno de los elementos más poderosos de la naturaleza.
El estereotipo de los neandertales como seres primitivos y poco inteligentes queda definitivamente desacreditado. Fueron ellos quienes, con un golpe de piedra contra piedra, encendieron no solo una llama, sino el camino hacia la humanidad tal como la conocemos.















