Las muy reñidas elecciones en los Estados Unidos consagraron como candidato electo al republicano Mitt Romney.
En el marco de una elección muy polarizada, Mitt Romney parece haber logrado lo que muchos pensaban imposible, revertir una mala imagen a partir de la filtración de videos donde criticaba agriamente a una importante porción de la sociedad estadounidense por querer vivir “subsidiada”, y a partir del primer debate televisivo retomar la iniciativa política y convertir en rédito el desencanto imperante en buena parte de la sociedad con la performance de la economía de los EEUU.

Dos cosas creo, han sido importantes en ese cometido: primero, como dijimos, el buen uso del desencanto con la economía, y segundo, el repentino giro centrista y moderado en el momento justo.
Esa segunda maniobra hizo que habiendo asegurado a los sectores republicanos más duros (como el Tea Party), el candidato Romney comenzara en la etapa final a perfilarse como una alternativa que garantizaba dinamismo a la economía, pero sin esos componentes que asustaban al voto moderado.