

Una arrasadora mayoría de los votantes de la región ucraniana autónoma de Crimea respaldó ayer unirse a Rusia, en un referéndum separatista que tanto Ucrania como Estados Unidos y las grandes potencias europeas desconocen por considerarlo ilegal y cuyo resultado acrecienta la tensión mundial.
Un 95,5% de los electores votaron a favor de la integración de Crimea a Rusia, anunció el presidente de la comisión electoral local, Mikhailo Malychev, tras el conteo de más de la mitad de los votos. Sólo 3,5% votó seguir en el seno de Ucrania.
Aunque los resultados definitivos se conocerán recién hoy o mañana, en la plaza de Lenin en Simferópol, capital crimea, varios miles de personas de todas las edades celebraban ya la victoria de la reunificación ondeando banderas tricolores rusas y crimeas.
La participación fue superior al 80% de los 1,5 millones de personas con derecho al voto que viven en este península sitiada desde hace dos semanas por las tropas rusas.
Las autoridades separatistas no perderán tiempo: el Parlamento refrendará hoy mismo los resultados de la consulta y se dirigirá al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para pedirle la incorporación de la república a la Federación rusa.
¡Volvemos a casa!, proclamó ayer el primer ministro de Crimea, Sergui Axionov, ante una multitud en júbilo en la plaza Lenin en la capital regional Simferopol.
Haremos todo lo más rápidamente posible, aunque cumpliendo todos los requisitos legales, agregó Axiónov, quien adelantó que una delegación parlamentaria crimea volará hoy a Moscú para iniciar el proceso de anexión.
Crimea fue históricamente parte de Rusia hasta que la Unión Soviética la cedió a Ucrania en 1954, por decisión de Nikita Jrushchov. Sin embargo, Moscú mantuvo en el puerto crimeo de Sebastopol la base de su flota en el Mar Negro.
La población es en su mayoría ruso-hablante y favorable a la incorporación a Rusia. Al contrario, las minorías ucraniana y tártara, que representan el 37% de la población, pidieron boicotear el referéndum.
Occidente, con Estados Unidos y la Unión Europea (UE) a la cabeza, rechazó de forma unánime el referéndum, al tiempo que reafirmó su voluntad de aplicar sanciones a Moscú si no rectifica. Apenas concluyó la votación en Crimea, la Casa Blanca aseguró, en un comunicado, que EE.UU. no reconocerá los resultados de la consulta.
El presidente estadounidense, Barack Obama, mantuvo incluso una conversación telefónica con Putin, a quien advirtió, según informó la Casa Blanca, que tanto EE.UU. como sus socios europeos están preparados para sancionar a Rusia, que el referéndum viola la Constitución de Ucrania y que se realizó bajo la coerción de la intervención militar rusa en esa península, por lo que sus resultados no serán reconocidos.
El Kremlin informó por su parte que Putin insitió ante Obama que el referéndum es totalmente legítimo y le recordó a presidente estadounidense el precedente de Kosovo, cuyo Parlamento proclamó su independencia unilateral de Serbia en febrero de 2008, y la comunidad internacional no dijo nada.
Putin también defendió el referéndum en una conversación telefónica con la canciller alemana, Angela Merkel, y dijo que éste cumple con la ley internacional, incluyendo el Artículo 1 de la Carta de la ONU que establece el principio de autodeterminación de los pueblos.
La crisis de Ucrania tensó las relaciones entre Rusia y Occidente casi al nivel de la Guerra Fría. Mientras Moscú desplegaba ayer más tropas en la frontera con Ucrania, Kiev dijo que el aumento de tropas rusas en la región del Mar Negro es una grosera violación de un tratado internacional y anunció planes para armar a 20.000 miembros de una nueva Guardia Nacional para defender el país.
Muchos crimeos esperan que la unión a Rusia les genere mayores salarios y los haga ciudadanos de un país capaz de reafirmarse a sí mismo en la escena mundial. Pero otros consideran al referéndum como un robo de tierras por parte del Kremlin a Ucrania, cuyos nuevos gobernantes quieren inclinar al país hacia la Unión Europea y alejarlo de la influencia de Rusia.
Los gobernantes pro europeos de Kiev que llegaron al poder tras la caída el mes pasado del presidente pro ruso Viktor Yanukovich tras levantamientos populares contra su mandato.












