Elecciones presidenciales en Estados Unidos 2020: quién es Mike Pence, el vicepresidente que busca la reelección junto a Trump
Se define como "un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden". Lejos de los focos de atención y con un perfil reservado, en estos últimos años el ex gobernador de Indiana pudo convertirse en el hombre de confianza del mandatario estadounidense.
Perfil bajo, aspecto alineado y palabras mesuradas, siempre al costado o un paso detrás, dispuesto a dar la cara frente a temas controversiales y dueño de una personalidad sobria. Así, el vicepresidente estadounidense Mike Pence logró convertirse en estos casi cuatro últimos años en la mano derecha del presidente Donald Trump y busca su reelección el próximo 3 de noviembre.
A los 61 años, el compañero de fórmula del mandatario se define como "un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden". Abogado de formación y ex locutor de radio, Pence se ganó el cariño de los republicanos tras haber sido miembro de la Cámara de Representantes (2001-2013) y presidente de la Conferencia Republicana de los Estados Unidos (2009-2011).
Nacido el 7 de junio de 1959 en una familia de clase media trabajadora católica en una ciudad pequeña de Indiana, siempre se ha mostrado abiertamente provida y contrario al matrimonio homosexual. Su padre era un ex combatiente de la Guerra de Corea y un comerciante que fue creciendo económicamente y su madre se autodefinía como "una esposa de Stepford" (una referencia literaria que describe a las esposas con el rol estereotipado de amas de casa).
En la universidad, Pence descubrió su talento como orador y conoció a su esposa, y tuvo dos conversiones: una religiosa y otra política, según sintetizó en un perfil de 2018 la revista The Atlantic. Siempre fue un creyente y activo miembro de su congregación católica. Incluso, hasta pensó en convertirse en cura. Pero al compartir la fraternidad con muchos "cristianos evangélicos" comenzó una gradual conversión, siempre de la mano del sector de la derecha religiosa de Estados Unidos.
En 1987 y en 1991 trató de ganar una banca federal en el Congreso, pero fracasó en el intento. Su carrera política parecía haber terminado antes de comenzar. Sin embargo, al poco tiempo su suerte cambió: le ofrecieron ser presidente de uno de los pequeños y locales centros de pensamiento que la base conservadora de Reagan impulsaba en todo el país en imagen y semejanza de la Fundación Heritage, la responsable de su agenda conservadora en lo social y liberal en lo económico, y una de las voces más importantes de la derecha hoy en el país.
Desde que asumió este cargo, la vida de Pence dio un giro radical: empezó a construir una red de contactos con organizaciones y, sobre todo, donantes conservadores que terminarían siendo su sólida base de apoyo para su carrera política. También en ese momento comenzó a articular sus posiciones políticas a favor de la liberalización de los mercados y criminalización del aborto, y en contra de los derechos de la comunidad LGBT.
A diferencia de otros referentes del movimiento conservador, Pence se destacó por hacer esos planteos con un tono sobrio, lo que lo hacía parecer más racional y menos radical. Tras casi una década cultivando este perfil y estas influyentes conexiones, en el año 2000, logró ganar la banca de un congresista federal republicano de Indiana que se jubilaba.
En los 12 años que ocupó esa banca y hasta que saltó a la gobernación de Indiana, nunca presentó un proyecto de ley propio, de acuerdo con la revista The New Yorker, pero sí se convirtió en la principal voz del ala más conservadora de la bancada republicana.
Durante el primer gobierno de Barack Obama, se puso al frente de las denuncias, los reclamos y muchas movilizaciones del movimiento radical Tea Party, por entonces en ascenso.
Llegó incluso a amenazar con rechazar el presupuesto y cerrar al gobierno, si Obama no aceptaba desfinanciar a Planned Parenthood, una de las organizaciones claves del país que intenta garantizar el acceso a la salud reproductiva. Además se opuso con fervor a las políticas ambientales que buscaban reconocer los riesgos del cambio climático y combatirlos.
Como gobernador de Indiana (2013-2017) -el trampolín que algunos de los donantes más importantes de la derecha estadounidense esperaban que le alcanzara para convertirse en presidente- también intentó avanzar con la agenda conservadora (baja de impuestos y vetos a programas educativos y de salud pública), pero su Ley de Restauración de la Libertad de Religión fue muy lejos y terminó su mandato muy golpeado no solo en Indiana, sino a nivel nacional.
La legislación permitía que los dueños de negocios actuaran conforme a sus principios religiosos, por lo que tendrían la libertad de negar atención o servicios a miembros de la comunidad LGBT. "Esto no es sobre discriminación, es sobre dar poder a la gente contra los excesos de los gobernantes", planteó en 2015.
Mike Pence, el elegido por Donald TrumpCuando Trump lo eligió como su compañero de fórmula en 2016 no estaba solo tratando de garantizar el apoyo de su estado -un distrito con tradición de voto republicano en las presidenciales de los últimos 50 años, excepto en 2008-, sino que buscaba el acompañamiento de los donantes millonarios y la base electoral del movimiento conservador.
En su momento, Trump buscaba en su vicepresidente un "perro de ataque" y alguien "experto en el combate cuerpo a cuerpo", según los dichos del presidente a The Washington Post. No obstante, al asumir el cargo el 20 de enero de 2017 y convertirse en el 48° vicepresidente de los EE.UU., Pence demostró ser lo contrario: una figura encargada de suavizar situaciones caóticas y calmar las aguas revueltas tras las clásicas y polémicas declaraciones del mandatario.
Nombrado por Trump a principios de 2020 como jefe de la unidad de crisis ante la pandemia de coronavirus -con un estilo opuesto al controvertido magnate- Pence se ocupó del tema con prudencia, siempre con la atención puesta en no contradecir directamente a su jefe.
Para muchos, Mike Pence es “un presidente en la sombra con un rol sumamente activo en asuntos de gobierno y "el más exitoso supremacista cristiano en la historia de Estados Unidos". En tanto que para otros, se trata de un "interesado por el dinero ajeno y un ultraconservador, homófobo, negacionista, con rechazo a la modernidad".
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