Estados Unidos

Biden pide al Congreso un presupuesto de u$s 6 billones con récord de gasto para 2022

El presidente de los Estados Unidos pretende un ambicioso presupuesto, orientado especialmente a inversiones en infraestructura, educación y seguridad social, pero le espera una dura negociación

La Casa Blanca planea presentar este viernes un presupuesto de u$s 6 billones para el año 2022, en lo que sería el mayor nivel de gasto sostenido desde la Segunda Guerra Mundial.

Según adelantó el New York Times, el primer presupuesto de la Administración Biden estima un aumento del gasto de u$s 8,2 billones para 2031. No obstante, se prevé que el déficit fiscal caiga de los actuales 16,7 puntos del PBI a 7,8 en 2022.

También se proyecta una recuperación del 5% de la economía para este año y del 4,3% para el próximo, seguidos por un promedio anual del 2% para el resto de la década.

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Por otra parte, la mayor parte del gasto (unos u$s 4 billones) previsto para 2022, está destinado a financiar los mega paquetes de infraestructura, educación y seguridad social, con los que el presidente Joe Biden pretende dejar su impronta en la sociedad norteamericana.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que el presupuesto de Biden elevará la deuda (que ya representa cerca del 100% del PBI estadounidense), pero no contribuirá a las presiones inflacionarias, que sigue considerando temporales. El proyecto calcula que para 2031 la deuda podría ascender al 117% del PBI, superando el tamaño de la economía norteamericana.

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Ayer, en una presentación en la Cámara de Representantes, Yellen explicó que la Casa Blanca y el Tesoro estaban vigilando de cerca la inflación, pero que todavía había suficiente margen en la economía para absorber el aumento del gasto. "La reciente inflación que hemos visto será temporal, no es algo endémico", agregó Yellen.

La secretaria del Tesoro atribuyó la inflación -que duraría todo 2021- a los cuellos de botella en la cadena de suministro, todavía golpeada por la pandemia de Covid-19, y la escasez de materiales.

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"Tendremos un período temporal de gasto también y algunos de estos aumentos, más allá de la ventana presupuestaria, resultarán en menores déficits y más ingresos fiscales para respaldar esos gastos. Creo que es un programa fiscalmente responsable", resumió.

Pero los legisladores parecen no estar del todo de acuerdo, de hecho, es esperable que Biden enfrente una larga negociación en el Congreso. Los republicanos están preocupados por el nivel de gasto y de deuda que impulsa su administración, así como su plan de aumentar impuestos para las empresas y el sector más rico de los estadounidenses, porque creen que eso desalentará las inversiones.

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Incluso, ayer presentaron una contraoferta de u$s 928.000 millones para el ambicioso American Jobs Plan -un programa para mejorar rutas, tuberías, internet, entre otras cosas, con el objetivo de generar empleos y volver el país más competitivo frente a China- que el gobierno estimó inicialmente en u$s 2,3 billones y luego bajó a u$s 1,7 billón.

Biden ha impuesto un plazo no oficial hasta fines de mayo para las negociaciones, y algunos demócratas del Senado han estado presionando por actuar sin el respaldo de los republicanos si no se alcanza un acuerdo pronto.

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Entre los demócratas, la propuesta de u$s 753 mil millones en gastos de defensa (un aumento de 1,7% interanual) ha provocado divisiones, con los progresistas presionando por recortes y los más duros pretendiendo más fondos.

En todo caso, el presupuesto es considerado una especie de mapa de las prioridades fiscales de un gobierno, el estado en realidad es financiado a través de diferentes leyes de gasto (actualmente son 13) que son negociadas en el Congreso. Sin embargo, si los legisladores no llegaran a aprobar las nuevas leyes de gasto para el primero de octubre (cuando se termina el año fiscal), podría haber un cierre parcial del gobierno.

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Mientras tanto, el mercado laboral -ayudado por la fuerte campaña de vacunación y la flexibilización de las restricciones- sigue dando signos positivos: las solicitudes de beneficio por seguro de desempleo estatal cayeron por cuarta semana consecutiva.

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Las solicitudes iniciales se redujeron en 38.000 a 406.000 en la semana que terminó el 22 de mayo, según mostraron datos del Departamento del Trabajo. Algunos estados, de hecho, plantearon retirarse de los programa de beneficios por desempleo porque creen los subsidios complican la oferta de empleados.

Por otra parte, el número de personas que renuevan sus pedidos de subsidios también bajó.

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