

Durante siglos, la cúrcuma fue valorada como una raíz medicinal en regiones del Sudeste Asiático y América Central por sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas.
En la actualidad, esta especia ganó un lugar protagónico en las dietas saludables de todo el mundo, especialmente por su versatilidad y sus posibles beneficios para el organismo. Sin embargo, su consumo excesivo podría provocar efectos no deseados, según advierten expertos y organismos internacionales.
¿Qué es la cúrcuma y por qué es tan valorada?
Originaria de la India y perteneciente a la familia del jengibre, la cúrcuma se extrae del rizoma subterráneo de la planta Curcuma longa.
Su característico color amarillo intenso se debe a un compuesto llamado curcumina, un polifenol al que se le atribuyen propiedades antioxidantes, antivirales, antiinflamatorias y antisépticas.
El nombre "cúrcuma" deriva del árabe kurkum, y debido a su tonalidad vibrante, también se la conoce como el "azafrán asiático". Tradicionalmente utilizada como especia en la preparación de curry, hoy su presencia va mucho más allá de la cocina: se encuentra en suplementos, infusiones, cápsulas, tabletas y cremas para uso tópico.
¿Cómo consumir cúrcuma para aprovechar sus beneficios?
Aunque la curcumina solo representa alrededor del 5% del contenido total de la cúrcuma y tiene baja absorción en el torrente sanguíneo, muchas personas la consumen en suplementos para intentar tratar afecciones como artritis, colitis ulcerosa y problemas digestivos.

Una de las formas más recomendadas de incorporar cúrcuma es mediante té con limón, una infusión popular por sus propiedades digestivas y desinflamatorias. Consumida por la mañana, puede contribuir a reducir la hinchazón estomacal, mejorar la sensación de ligereza y aliviar síntomas del síndrome del intestino irritable, como gases y náuseas.
¿La cúrcuma previene o trata enfermedades?
Aunque existen numerosas creencias populares sobre el potencial anticancerígeno de la cúrcuma, organismos como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos aclaran que no hay evidencia científica concluyente sobre su eficacia para prevenir o curar el cáncer.
Se están desarrollando estudios en torno a su uso en casos de cáncer colorrectal, de hígado y de boca, pero hasta el momento, los resultados no son suficientes como para avalar su uso como tratamiento oficial.
La curcumina, en algunos casos, también se convierte en pasta tópica para tratar afecciones cutáneas, pero su efectividad clínica todavía se encuentra bajo evaluación.
¿Cuáles son los riesgos del consumo excesivo?
A pesar de su popularidad, la cúrcuma no está libre de riesgos. EFSA advierte que un adulto de 70 kilos o más no debe consumir más de 210 mg de curcumina al día, ya sea en infusiones, suplementos o tabletas.
Una de las principales preocupaciones es que los productos comerciales no siempre especifican el nivel exacto de curcumina ni sus interacciones con otros ingredientes, lo que puede provocar sobredosis involuntarias.

También hay medicamentos que incluyen curcumina entre sus componentes, por lo que su combinación con suplementos puede llevar a un consumo excesivo sin que el paciente lo advierta.
¿Conviene sumar cúrcuma a la dieta?
La cúrcuma puede ser un aliado natural en una alimentación equilibrada, especialmente por sus propiedades digestivas y antiinflamatorias. Sin embargo, no debe reemplazar tratamientos médicos convencionales, y su consumo debe ser moderado y consultado con un profesional de la salud, sobre todo en personas que toman medicación o padecen enfermedades crónicas.
Es por esto, que la cúrcuma es mucho más que un condimento: es una planta ancestral con múltiples aplicaciones que, usada con criterio, puede enriquecer el bienestar diario. Pero como ocurre con muchos "superalimentos", el secreto está en la dosis adecuada.












