

El economista Emanuel Álvarez Agis, exviceministro de Economía de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Axel Kicillof, salió a ampliar los detalles de su controvertida propuesta de impuesto al efectivo tras el cruce público con el presidente Javier Milei, quien lo tildó de “ladrón” y comparó su plan con un robo a la salida de un cajero automático.
En diálogo con LN+, Álvarez Agis defendió su iniciativa y la describió como “muy sencilla”, estructurada en tres pilares que, según argumentó, buscan combatir la informalidad económica sin aumentar la presión tributaria total del país.
El problema de fondo: la informalidad en Argentina
Antes de desarrollar su propuesta, el economista planteó el diagnóstico que la motiva. “La Argentina tiene un gran problema de informalidad. Los que estamos en la formalidad pagamos los impuestos que no pagan los que están en la informalidad. No todos son delincuentes en la informalidad”, sostuvo.
Según Álvarez Agis, muchas empresas y comercios permanecen en la economía informal no por evasión deliberada, sino porque la carga tributaria es tan elevada que formalizarse implicaría su quiebra inmediata. Esta situación genera un círculo vicioso donde quienes están registrados soportan una presión fiscal mayor para compensar la falta de recaudación del sector informal.
Datos del INDEC indican que la informalidad laboral en Argentina ronda el 40% de los trabajadores, una cifra que refleja la magnitud del problema estructural que el economista busca abordar.
Los tres pilares de la propuesta
1. Eliminar el impuesto al cheque
El primer paso del plan consiste en la eliminación del impuesto a los créditos y débitos bancarios, conocido popularmente como “impuesto al cheque”. Creado en 2001 como medida de emergencia tras la crisis económica, este tributo grava con el 0,6% cada movimiento bancario (1,2% en total por operación completa).
“Este impuesto perjudica a quienes operan en la formalidad y están bancarizados”, explicó Álvarez Agis, quien reconoció que su eliminación generaría un aumento del déficit fiscal que debería compensarse de otra manera.
2. Crear un impuesto al efectivo
Para equilibrar la pérdida de recaudación, el economista propone gravar el uso de efectivo en las transacciones comerciales. La idea es desincentivar el dinero físico —que facilita la informalidad— y promover los medios de pago electrónicos.
“Cuando ponés un impuesto al efectivo, ¿qué le pasa al consumidor? Dice: ‘Bueno, voy a pagar con medio electrónico o billetera virtual’, y eso obliga al kiosquero a formalizarse, a no cobrar en efectivo”, argumentó.
El mecanismo funcionaría como un incentivo para que tanto consumidores como comerciantes migren hacia sistemas de pago digitales, que dejan registro y dificultan la evasión.
3. Reducir la carga tributaria a las pymes
El tercer componente busca facilitar la transición hacia la formalidad de pequeños comercios y empresas. “Si querés formalizar al kiosquero con la actual estructura tributaria, lo fundís”, advirtió Álvarez Agis.
Su propuesta incluye una reducción de impuestos a las pymes que decidan blanquearse, haciendo viable económicamente su ingreso al sistema formal sin riesgo de quiebra.
“No es aumentar impuestos, es redistribuirlos”
Frente a las acusaciones de querer incrementar la presión fiscal, el exfuncionario fue enfático: “Lo que estoy haciendo es que si la Argentina cobra $30 por cada $100, yo digo: bajale $5 al que está formalizado y subí $5 al que está en la informalidad”.
Según su visión, el esquema no aumentaría la carga tributaria total, sino que la redistribuiría de manera más equitativa entre quienes cumplen con sus obligaciones y quienes operan fuera del sistema.
“¿Querés esquivar ese impuesto? Como consumidor te alejás del efectivo y pagás con medios electrónicos, y como comercio te vas a blanquear con una estructura impositiva más liviana”, sintetizó.
El cruce con Milei: “Los impuestos son un robo”
La propuesta de Álvarez Agis desató una fuerte reacción del presidente Javier Milei, quien la rechazó de plano y recurrió a su postura ideológica libertaria sobre la tributación.
“El que fue viceministro de economía de (Axel) Kicillof propone de modo abierto robarte el 10% de tus ingresos que destines al consumo. Jamás piensan en achicar el gasto, sino en cómo recaudar más para ser ellos quienes deciden cuánto y en qué gastar tu dinero”, escribió Milei en X (ex Twitter).

Horas después, el mandatario endureció su postura: “¿Qué diferencia hay entre la propuesta y que un chorro te espere a la salida de un cajero y te robe el 10%? Eso es el kirchnerismo: un ladrón que usa la ley para legalizar el robo de los políticos”.
Tras la entrevista en LN+, Milei volvió a la carga: “Después de que Álvarez el Chorro te quiera robar en la boca del cajero, no creía que podía superarse... Me equivoqué. No sólo es precario argumentando al caer en la falacia ad populum, sino que niega la naturaleza confiscatoria de la inflación. Teoría Monetaria cero. CIAO!”.
La respuesta de Álvarez Agis al Presidente
El economista no se quedó callado ante los cuestionamientos presidenciales. En su paso por LN+, señaló: “Es una idea que sostiene un solo presidente en la faz de la tierra, que es el nuestro”, en referencia a la postura de Milei de que “los impuestos son un robo”.
Álvarez Agis defendió la necesidad de un sistema tributario funcional y argumentó que su propuesta apunta a hacerlo más justo y eficiente, no a aumentar la recaudación total.
La idea de gravar el efectivo para combatir la informalidad no es nueva ni exclusiva de Argentina. Países como Suecia, Dinamarca y Corea del Sur implementaron políticas para desincentivar el uso de dinero físico, promoviendo pagos digitales a través de incentivos fiscales y regulaciones.
En la región, Uruguay aplicó medidas similares al establecer límites al uso de efectivo en ciertas transacciones y ofrecer beneficios impositivos a quienes utilizan medios electrónicos.
Sin embargo, la implementación de un impuesto directo al efectivo es más controversial y enfrenta resistencias tanto técnicas como políticas, especialmente en economías con alta informalidad y desconfianza en el sistema bancario.
El cruce entre el economista y el líder libertario evidencia las profundas diferencias ideológicas sobre el rol del Estado, la tributación y las políticas para combatir la informalidad, un debate que promete extenderse en el tiempo.















