Con la espectacular suba de precios, crece la guerra entre los mayores exportadores
Dos bandos dentro de la OPEP se enfrentan hace más de un año, sobre el volumen de producción ideal. Con los valores del crudo al mismo nivel que antes de la pandemia, su rivalidad se exacerba y suben los precios
Hace exactamente un año atrás, el mundo empezaba a vislumbrar el enorme impacto que finalmente tuvo la pandemia de coronavirus, con la seguidilla de contagios en Europa, tras estallar el foco en China. Y también se comprobaba hasta qué punto el mercado internacional del crudo era volátil y dependiente de los intereses divergentes de dos de los mayores países exportadores.
Porque a pesar de que el horizonte económico mundial se oscurecía rápidamente, mostrando claras señales de fuerte desaceleración de la demanda, en el seno de la Organización de Países Exportadores (OPEP) no lograban consensuar una postura común para evitar una mayor caída en el precio del barril que, en ese entonces, a duras penas se sostenía en u$s 50.
Arabia Saudita y Rusia lideraron dos posturas antagónicas, que finalmente impidieron un acuerdo de recorte en la producción, e hizo derrumbar los precios hasta los u$s 37, en abril de 2020. Hoy, casi un año después, las lecciones parecerían haber sido aprendidas, por lo que el ajuste en los volúmenes producidos de 10% durante el año pasado permitió llevar el petróleo hasta u$s 70, valores que no se veían desde antes del estallido de la pandemia.
Justamente, en tiempos de tasas de interés cercanas a cero, alcanzar una suba del 78% en casi un año terminó convenciendo a todos de las bondades de la postura defendida por el gobierno saudita.
GANANCIAS
Pero con las ganancias que ya están obteniendo los miembros de la OPEP, otra vez se volvió a presentar la grieta entre los partidarios de ampliar la producción y aquellos que prefieren mantener el statu quo. Y esta vez, nuevamente, los dos bandos son liderados por los mismos protagonistas, Rusia y Arabia Saudita, los dos países con mayor peso dentro de la organización internacional.
Si la monarquía del Medio Oriente sigue siendo el mayor exportador mundial, el Estado gobernado por Vladímir Putin es el segundo productor, por detrás de Estados Unidos (el primer consumidor) y delante de los saudíes.
Así que, en este combate de fondo, lo más probable es que, como en la época de oro de las peleas de pesos pesados en Las Vegas, ninguno logre un nocaut rápido y solo se dediquen a intercambiar golpes hasta llegar al último round. Sin embargo, Rusia corre con cierta ventaja, ya que su gobierno alcanza el equilibrio presupuestario con un barril a u$s 42, mientras que Arabia Saudita necesita duplicar ese valor.
REUNIÓN
Como hace un año atrás, los 13 miembros de la OPEP se volvieron a reunir para definir si, como proponía (otra vez) Rusia, valía la pena abrir las canillas y echar más crudo a los oleoductos y a los buques petroleros. Si el escenario varió con respecto a marzo de 2020 y la reunión se realizó por videoconferencia, el veredicto no varió en este segundo round, de nuevo ganado por puntos por Arabia Saudita.
Porque por más que el barril de Brent viene creciendo un 22% desde principios de año, la negativa saudí pudo más que cualquier intento aperturista. El reino avisó que no tenía pensado modificar su decisión unilateral de enero pasado, cuando redujo en un millón de barriles diarios su volumen producido. Y añadió que esta postura iba a ser mantenida hasta abril, por lo menos.
En tanto que Rusia, que venía reclamando que se le permitiera ampliar su producción, obtuvo un magro premio consuelo al concederle un ligero incremento en el bombeo, al igual que Kazajistán, uno de sus aliados.
Por eso el banco Goldman Sachs tuvo que elevar su pronóstico del precio del crudo Brent para el segundo y tercer trimestre de 2021, situándolo en un rango de u$s 75 y u$s 80 el barril, respectivamente.
La posición que defendía el gobierno ruso era que la economía mundial ya se estaba recuperando, por lo que la demanda iba a acompañar esa recuperación. Pero el ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman Al-Saud, no compartió esa estimación. "Lo creeré cuando lo vea", sostuvo secamente, sin permitir que la grieta se vuelva a ampliar.
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