Servicios digitales, el nuevo modelo de crecimiento que necesita América Latina

La región puede crear empresas globales gracias a una demografía joven y a una mejor integración

Al recibir su Premio Nobel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez habló de "la soledad de América Latina". En ese discurso estaba aludiendo a la falta de oportunidades para el desarrollo de la región en el contexto de la guerra fría.

Desde la caída del Muro de Berlín, las economías de América Latina han girado en torno a la producción de productos básicos para la exportación. Desde el cobre chileno hasta el crudo brasileño y la soja argentina, Asia en general (y China en particular) han mostrado una demanda insaciable de productos básicos latinos. El crecimiento resultante ha sido cíclico y desigual: ha alimentado historias icarianas de gran riqueza y corrupción que son dignas rivales del realismo mágico de García Márquez.

Sin embargo, conforme el mundo avanza hacia un futuro más ecológico, este modelo de desarrollo extractivo tiene una vida útil limitada. Se enfrentará a las iniciativas ecológicas en Europa y otros lugares. América Latina necesita urgentemente encontrar un modelo de crecimiento más sostenible e inclusivo. Existe uno en forma de servicios digitales.

La región representa un fantástico premio de mercado. Con una población de 700 millones de habitantes, es aproximadamente la mitad del tamaño de China y produce un producto interno bruto (PIB) considerablemente mayor que el de India. Sin embargo, su mayor activo es su relativa juventud: se encuentra en un punto demográfico óptimo, con un perfil de edad más joven que el de los mercados desarrollados, pero con un ingreso promedio superior al del sur de Asia.

La excesiva dependencia de las exportaciones de productos básicos ha empeorado la desigualdad, creando élites súper ricas. El capitalismo local se ha visto frenado durante mucho tiempo por los cárteles y los monopolios, resultando en una clase media latina relativamente pequeña y marginada.

Los servicios digitales pueden cambiar esta situación. Los mercados nacionales son sólo una parte de la historia. Un proceso que comience con la prestación de servicios más eficientes y competitivos puede producir economías de escala para desarrollar negocios globales, como ha sido el caso de la tecnología asiática. América Latina tiene tanto el tamaño del mercado como los márgenes para atraer la inversión necesaria.

También tiene el talento. Debido a su relativa riqueza - a pesar de su célebre inestabilidad financiera - Argentina fue pionera del Internet en la década de 1990, ayudada por un gobierno modernizador. A partir de la innovadora empresa de tecnología financiera Patagon, en 1999, creó campeones regionales como el líder del comercio electrónico Mercado Libre y el exportador de servicios Globant. En la última década, Brasil y México han tomado la delantera, con la aparición de Nubank, el neobanco recién salido a bolsa, y el mercado de automóviles Kavak.

Los inversionistas que antes descartaban las presentaciones que promovían las oportunidades de inversión en América Latina ahora se están apresurando a participar. La fiebre del oro resultante producirá algunos grandes ganadores y espectaculares fracasos, aunque las historias individuales importan menos que la aparición de ecosistemas digitales.

Las exportaciones latinoamericanas de servicios van a la zaga no sólo de Europa y EE.UU, sino también del Asia emergente. La aparición de actores locales cambiará esta situación. El talento tecnológico en América Latina puede costar la mitad que el de Europa del Este o una cuarta parte del de Miami, por no hablar de San Francisco. Conforme se expanda el mercado del talento de programadores informáticos, también lo hará la cuota de mercado de las exportaciones de servicios. Esto impulsará los mercados locales, creando opciones donde antes había monopolios.

Por fin los cárteles anticuados van a enfrentar competencia. Se opondrán a ella incluso aunque intenten aplicarle la ingeniería inversa a la innovación. No les hagan caso. Durante demasiado tiempo, la región ha sido frenada por quienes hablan de libertad sólo para afianzar sus propios dividendos. Por eso, más de la mitad de los adultos de la región nunca han tenido una tarjeta de débito y pagan más por la itinerancia de datos que en casi cualquier otro lugar.

Los lugareños no estarán solos por mucho tiempo. La expansión de Shopee de Singapur en Brasil y de Amazon en México demuestran por qué debemos acoger la inversión extranjera en una región desatendida. La combinación de contratación a distancia y desarrollo local debería impulsar los salarios y fortalecer la clase media. Esto podría ser transformador, especialmente para los países con crisis recurrentes de la balanza de pagos, como Argentina. La exportación de servicios digitales tiene un futuro tan brillante como la agricultura, pero con una productividad e implicaciones climáticas mucho mejores. Incluso puede ser la gracia redentora de sectores más tradicionales, como los bienes raíces.

La región también necesita escala. Debe revitalizar los proyectos de integración regional inactivos, como el Mercosur y la Comunidad Andina. En un mundo que tiende a los bloques comerciales multipolares, los argumentos a favor de la integración latina son más fuertes que nunca. Eventualmente, esto podría incluir una moneda única. En este sentido, la UE no debe ser simplemente un socio comercial, sino también un ejemplo de lo que es posible.

En su discurso del Nobel, García Márquez dijo que ante la tragedia, la respuesta de América Latina era la vida. Fue un comentario demográfico premonitorio: el joven sector tecnológico actual puede impulsar el abandono del modelo de desarrollo extractivo. La soja del futuro son los servicios digitales.

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