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¿Qué pasará el día después de las elecciones en EE.UU.?

Es posible que una carrera a la Casa Blanca, históricamente muy ajustada, no termine esa noche y se sucedan múltiples crisis.

A última hora de la noche de las elecciones de hace cuatro años, Donald Trump vio el llamado "espejismo rojo" y quiso aferrarse a él. Su recuento de votos todavía superaba a Joe Biden en varios estados indecisos. Alrededor de las 2:30 apareció ante las cámaras de la Casa Blanca para declarar la victoria. Cualquier voto escrutado después de esa fecha sería fraudulento, sentenció Trump.

Su objetivo era obviar el hecho de que muchos más demócratas que republicanos habían votado por correo, lo que significaba que el "cambio hacia el azul" tardaría en hacerse evidente. Pasaron otros tres días antes de que Pensilvania completara el escrutinio y Biden fuera declarado vencedor.

Así comenzó la cruzada de Trump por las "elecciones robadas" que estalló después de dos meses y más de 60 demandas fallidas, en el asalto al Capitolio el 6 de enero. La cruzada continúa. La campaña de Trump para 2024 se basa explícitamente en la afirmación de que le arrebataron la presidencia hace cuatro años. ¿Deberíamos prepararnos para otro episodio parecido, o incluso peor?

Como dijo Mark Twain, la historia no se repite, pero a menudo rima. Según los abogados constitucionalistas, es probable que estas elecciones produzcan una de las dos crisis del "día después". La primera posibilidad, si Kamala Harris es declarada ganadora, se desencadenaría una batalla legal y de información para impedir que se certifique su victoria. Sólo una improbable victoria de Harris en al menos cinco de los siete estados indecisos podría impedir este escenario.

El otro, en caso de una victoria de Trump, comenzaría el 21 de enero, el día después de su toma de posesión. Los expertos constitucionales están mucho más preocupados por lo que haría Trump 2.0 si llega al poder que por su capacidad para anular una victoria de Harris.

"Si Harris gana aunque sea por un pequeño margen, es muy poco probable que se repita lo ocurrido el 6 de enero", sostiene Rosa Brooks del Georgetown Law Center. "Esta vez Trump no será presidente, el proceso de certificación es mucho más sólido y Biden no tolerará la violencia", añade.

Sin embargo, todavía habría un peligro real si Harris gana por un margen muy estrecho. A diferencia de la victoria de Biden en 2020, que las encuestas previeron durante meses, a Trump y Harris los separan escasos votos en la mayoría de los swing states. Biden obtuvo 6.000.000 de votos más que Trump y ganó por un margen de 306-232. Aun así, fueron necesarios nueve días para que se declarara el resultado de Arizona y 16 días en Georgia. Y la clara victoria de Biden no consiguió impedir que se afianzara el negacionismo electoral republicano.

Con márgenes tan estrechos, el recuento de este año podría demorarse aún más y ser mucho más complicado. Cualquier diferencia inferior al 0,5% desencadenará recuentos automáticos en varios estados indecisos, lo que podría llevar días o incluso semanas. Con la ayuda de grupos conservadores adyacentes a Trump, como True the Vote y Election Integrity Network, el Comité Nacional Republicano ya ha presentado más de 100 demandas impugnando los procedimientos electorales y la validez de las listas de votantes. Hasta este momento, hace cuatro años, no se había presentado ningún caso.

Pero la maquinaria electoral estadounidense también es más robusta. Hace dos años, el Congreso aprobó una ley que dificulta a las asambleas legislativas presentar listas alternativas de electores que compitan con el resultado de su estado.

Algo que también se teme es el efecto sobre el orden público de una avalancha de desinformación: videos deepfake generados por inteligencia artificial de manipulación de boletas que podrían movilizar milicias privadas o amenazas de bombas que provocaran el cierre de colegios electorales.

Esta vez, las cadenas conservadoras, como Fox News, de Rupert Murdoch, se mantienen al margen de rumores de fraude al estilo de 2020. El año pasado, Fox fue condenada a pagar u$s787,5 millones por daños y perjuicios a Dominion Voting Systems por difundir afirmaciones infundadas de que sus máquinas estaban implicadas en fraude electoral.

La mayor parte de la desinformación procede de lo que ahora es X, la red social de Elon Musk. El hombre más rico del mundo es también la nueva arma más poderosa de Trump. A diferencia de los medios convencionales, X de Musk tiene inmunidad casi total frente a cualquier afirmación falsa, por peligrosa que sea, que se difunda en su plataforma. Musk, que tiene más de 200 millones de seguidores, ha estado publicando historias de que los demócratas han importado a miles de inmigrantes ilegales para que voten a Harris el martes. Esta afirmación carece de fundamento.

En lo que va del año, Musk ha publicado 1300 veces posts sobre inmigración y fraude electoral y ha obtenido alrededor de 10.000 millones de visitas, según un estudio de Bloomberg. Desde principios de septiembre publica sobre ese tema cinco veces al día. Tanto Musk como Trump respaldaron las acusaciones de que dos condados de Pensilvania estaban agregando votantes ilegales a sus listas y rechazando a solicitantes legales. Estas acusaciones están siendo investigadas por Al Schmidt, secretario de estado de Pensilvania, la principal autoridad electoral del estado, que es republicano. "Compartir publicaciones en redes sociales llenas de verdades a medias o incluso mentiras descaradas es perjudicial para nuestra democracia", afirmó Schmidt.

Musk, que el año pasado fue acusado de ordenar a los empleados de X que utilizaran el algoritmo para promocionar sus posts, también creó la ‘comunidad de integridad en X, que lleva un nombre orwelliano y que pide a los usuarios que denuncien "posibles casos de fraude electoral e irregularidades".

Es casi imposible para los grupos de seguimiento controlar la velocidad de las falsedades que se publican en X, y mucho menos corregirlas. Si Harris ganara, la proporción de Estados Unidos que rechaza su legitimidad probablemente eclipsaría las experiencias anteriores de Biden.

"Es difícil exagerar el papel de Musk en lo que respecta a despertar desconfianza. Si estas elecciones fracasan, la caja negra será el algoritmo de Musk. A menos que el algoritmo de X sea investigado por un tribunal o se filtre, su configuración permanecerá en secreto", dice un abogado electoral con sede en Washington.

¿Y si gana Trump? No existe una narrativa demócrata paralela sobre el fraude electoral de Trump. Podría perder el voto popular y ganar el colegio electoral, como ocurrió en 2016 cuando derrotó a Hillary Clinton. Si su victoria surgiera de un fallo de la Corte Suprema, similar a la decisión de la corte de detener el recuento de votos en Florida en 2000, la reacción del EE.UU. liberal sería ahora de mucha mayor magnitud. El aspirante demócrata Al Gore rápidamente cedió ante George W. Bush. La presión sobre Harris para que no se retire sería enorme.

Lo mismo ocurriría si se produjera un empate en el colegio electoral, o si el veredicto de un estado en disputa se arrojara a la Cámara de Representantes. Según la Constitución, la Cámara elegiría al ganador sobre la base de un voto por estado, lo que prácticamente garantizaría la victoria de Trump. Todo esto estaría dentro de las normas.

Lo que Trump amenaza el "primer día" de su presidencia es lo que mantiene en vilo a sus enemigos políticos y a sus abogados.

"Cuando gane, todo el peso de la Ley caerá sobre las personas que hicieron trampas con penas de prisión de larga duración para que esto no vuelva a ocurrir", anunció Trump en un post en su red social la semana pasada.

Los que se considera que le han traicionado, como Liz Cheney, la exlegisladora republicana que rompió con Trump tras el asalto del 6 de enero, o Mark Milley, ex jefe del Estado Mayor Conjunto, que frenó los intentos de Trump de utilizar a los militares como herramienta política, serían probablemente los que correrían más riesgo. A menudo llama traidor a Milley. También nombra a menudo a "la familia del crimen de Biden", a la ex presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y a Harris.

Las promesas de Trump para el "primer día" también incluyen el indulto masivo a los "patriotas" que cumplen penas de prisión por el asalto al Capitolio en 2021, el despido de Jack Smith, el abogado especial que, entre otros casos, dirige la investigación sobre el intento de derrocamiento electoral de Trump en 2020, y la orden al Departamento de Justicia de EE.UU. de que abandone todos los casos en su contra.

Es difícil saber qué amenazas cumpliría. En 2016, amenazó con encerrar a Clinton, pero al final no hizo nada al respecto. "No creo que Trump pudiera meter a la gente en la cárcel. Pero podría inundarlos en facturas legales por investigaciones criminales y, en general, hacer que su vida fuera un infierno", sostiene Brooks, de Georgetown.

También ha prometido que en cuanto llegue a la Casa Blanca invocará la Ley de Insurrección de 1807, que le permitiría poner tropas en las calles estadounidenses. Los intentos de Trump para materializar este tipo de órdenes la última vez fueron a menudo obstaculizados por altos cargos, como su ex jefe de gabinete, John Kelly, y funcionarios públicos en el Pentágono y el Departamento de Justicia. Es más probable que el tipo de personas que elija para su segundo mandato no frene sus instintos.

Lo paradójico es que un Trump desenfrenado sólo actuaría porque hubiera sido elegido en unas elecciones libres y justas. "Trump ha dejado claro que planea intentar -de nuevo- anular unas elecciones libres y justas si pierde, pero confío en que volverá a fracasar. En lo que tengo mucha menos confianza es en la capacidad de nuestro orden constitucional para sobrevivir a una victoria real de Trump", concluye Ian Bassin, director de Protect Democracy, un grupo sin ánimo de lucro que vigila las irregularidades electorales.

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