El Senado de Estados Unidos dio el primer paso para poner fin al cierre de Gobierno más largo de la historia el domingo por la noche, luego de que un grupo de legisladores demócratas cruzara las líneas partidarias y respaldara un plan de compromiso para reabrir la administración federal. Ocho senadores demócratas votaron junto con todos los republicanos, excepto uno, para avanzar con el acuerdo, negociado a puertas cerradas entre demócratas de base, senadores republicanos y la Casa Blanca. El resultado final fue de 60 votos a favor y 40 en contra. El pacto permitiría reabrir el Gobierno federal y mantener su financiación hasta fines de enero. También revertiría los despidos impulsados por la Casa Blanca durante el cierre y garantizaría el pago retroactivo a los trabajadores suspendidos, a cambio de una concesión de los demócratas sobre los créditos fiscales de salud, uno de los principales puntos de conflicto en la disputa presupuestaria. Tras la votación procedimental del domingo, el acuerdo deberá ser debatido y aprobado por el Senado y luego ratificado por la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, antes de que el cierre pueda darse por terminado. El presidente Donald Trump se mostró confiado el domingo por la noche, en el día 40 del cierre. “Parece que estamos cerca de que termine el cierre”, dijo a los periodistas. “Lo sabrán muy pronto”. La votación en el Senado representó un avance en una paralización que se extendió casi seis semanas, afectó a la fuerza laboral federal, detuvo numerosos servicios públicos y puso en riesgo los beneficios sociales de decenas de millones de estadounidenses. Tim Kaine, senador demócrata por Virginia y uno de los ocho que votaron junto a los republicanos, señaló que el posible acuerdo “protegerá a los trabajadores federales de despidos infundados, reincorporará a quienes fueron despedidos injustamente durante el cierre y garantizará que reciban su salario retroactivo”. Sin embargo, la votación dejó al descubierto profundas divisiones dentro del Partido Demócrata, ya que muchos legisladores acusaron a sus compañeros de ceder ante las exigencias republicanas. Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, votó en contra del acuerdo, mientras que su par en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, también anunció que lo rechazaría. El acuerdo incluyó una concesión de los demócratas respecto a los créditos fiscales de salud, que vencen a fin de año y cuya extensión había sido una prioridad para el partido. Trump, sin embargo, desestimó la idea de una extensión el sábado. El compromiso alcanzado el domingo no garantiza la continuidad de esos créditos, sino solo una promesa de que se someterá a votación antes de mediados de diciembre. “Vamos a combatir el proyecto de ley republicano en la Cámara de Representantes”, afirmó Jeffries. “Como resultado de la negativa del Partido Republicano a abordar la crisis sanitaria que ellos mismos crearon, decenas de millones de estadounidenses verán cómo sus costos se disparan”. La votación del domingo se produjo después de que altos funcionarios de la administración Trump advirtieran que los vuelos en EE.UU. se reducirían “a cuentagotas” y que el crecimiento económico podría tornarse negativo si el estancamiento se prolongaba. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, advirtió que el impacto económico del cierre “seguirá empeorando cada vez más”. Las acciones en Wall Street subieron tras conocerse el acuerdo del domingo por la noche: el índice S&P 500 avanzó un 1,3% en la sesión del lunes por la tarde. El Gobierno había cerrado el 1 de octubre, luego de que republicanos y demócratas no lograran acordar un plan para financiar el nuevo año fiscal federal. Los fondos del programa de asistencia alimentaria SNAP se agotaron el 1 de noviembre por primera vez en más de 60 años, afectando a más de 40 millones de estadounidenses de bajos recursos que dependen de esos beneficios. El viernes, la Administración Federal de Aviación (FAA) ordenó a las aerolíneas reducir la cantidad de vuelos. Según el sitio FlightAware, más de 2.700 vuelos fueron cancelados en Estados Unidos el domingo y otros 10.000 sufrieron demoras. Richard Yetsenga, economista jefe y director de investigación de ANZ, señaló que el cierre había contribuido a la caída del rendimiento de los bonos y a una corrección en los precios del oro. “Si el cierre termina, esperaría que parte de esos movimientos se reviertan”, afirmó.