
La política exterior fue un tema que quedó en segundo plano durante la campaña presidencial, pero Barack Obama rápidamente se verá devorado por los asuntos externos que probablemente definan gran parte de su segundo mandato.
El tema más urgente será el programa nuclear de Irán. Se hicieron este año varias rondas de conversaciones entre Irán y las principales potencias pero los avances han sido pocos, en parte debido a la campaña electoral en Estados Unidos, pero la victoria de Obama podría abrir cierto espacio para mayores negociaciones.
Si se reinician conversaciones genuinas, gran parte de la discusión probablemente gire en torno a si Irán debería estar autorizado a enriquecer uranio a baja escala. La idea fue muy criticada por algunos republicanos y por Israel, pero altos funcionarios de la administración Obama sugirieron que podría formar parte de un eventual acuerdo.
Si bien la Casa Blanca negó un informe que aseguraba que EE.UU e Irán habían acordado mantener conversaciones bilaterales, Obama no descartó la idea durante el debate de política exterior del mes pasado, y los analistas creen que esto podría ser una manera de poner a prueba las ideas del líder supremo Ayatollah Ali Khamenei. A eso se agrega la complicación de que en Irán habrá elecciones presidenciales en junio.
Aún con la mayor flexibilidad que le brinda la victoria electoral, Obama sabe que no tiene tiempo ilimitado. Presionado desde Israel, se comprometió este año a tomar acción militar si Irán trataba de construir una bomba y, durante el debate del política exterior del mes pasado, admitió que se está acabando el tiempo.
La administración también quiere inyectar nuevos motivos a la respuesta norteamericana a la guerra civil en Siria. En realidad, EE.UU. está impulsando una reorganización en el liderazgo de la oposición siria en los encuentros que se están llevando a cabo esta semana en Qatar.
Obama fue cuidadoso de evitar nuevos compromisos mientras hacía campaña, conciente de que la gente no quiere que el país se involucre en otro conflicto en Medio Oriente. Pero también sabe que la creciente cantidad de muertes en Siria podría convertirse en una mancha a su reputación si EE.UU. se muestra indiferente. Además, los funcionarios temen que la inestabilidad se derrame a otras partes de la región, no sólo a El Líbano sino también a Jordania e Irak.











