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La Navidad está llena de costumbres que unen a las familias alrededor de sabores, luces y músicas. En Cataluña, una de las más curiosas y esperadas por los niños es la del tió de Nadal, un tronco de madera que, tradicionalmente, “regala” obsequios y dulces tras un rito que mezcla canto y juego.

Aunque a quienes no la conocen les pueda parecer extraña, esta costumbre está profundamente arraigada en la cultura catalana y aragonesa desde hace generaciones.

Preparar al tió es todo un proceso que ocupa varias semanas y empieza, para muchos, en torno al 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción. A partir de entonces, las familias alimentan y cuidan el tronco hasta llegar a la Nochebuena, cuando los niños celebran la parte más festiva de la tradición.

El Tió de Nadal es una tradición catalana navideña en la que un tronco decorado “caga” dulces y regalos tras ser alimentado por los niños. Una costumbre que mezcla magia, humor y raíces ancestrales.
El Tió de Nadal es una tradición catalana navideña en la que un tronco decorado “caga” dulces y regalos tras ser alimentado por los niños. Una costumbre que mezcla magia, humor y raíces ancestrales.

Cuál es el origen del tió de Nadal

El tió de Nadal, también llamado caga tió o cagatió en catalán, se remonta a antiguas costumbres rurales ligadas al solsticio de invierno y a la idea de promover abundancia y cohesión familiar durante los meses fríos del año. En sus orígenes, un tronco de madera se quemaba en la chimenea para dar calor, luz y simbolizar la continuidad del hogar durante el duro invierno.

Con el paso del tiempo, esta costumbre se transformó. En lugar de quemarlo, se selecciona un tronco (a menudo con una cara sonriente y una barretina, el gorro tradicional catalán) que se coloca en un rincón cálido del hogar

Desde primeros días de diciembre, los niños dejan comida simbólica como frutas o cáscaras bajo la manta que cubre el tronco, simulando que lo “alimentan”.

La figura del tió representa la relación entre la naturaleza, la familia y la prosperidad, y su evolución desde un simple tronco hasta un personaje navideño es un ejemplo de cómo las tradiciones se adaptan con el tiempo sin perder sus raíces culturales.

El ritual de “fer cagar el tió”: música, bastones y regalos

El punto culminante de la tradición llega en Nochebuena (24 de diciembre) o, en algunos hogares, el 25 de diciembre, dependiendo de las costumbres familiares. Para hacer “defecar” al tió, los niños se reúnen alrededor del tronco con bastones y entonan canciones tradicionales conocidas como villancicos del tió.

Una de las más populares dice: “Caga tió, ametlles i torró…”, pidiendo al tronco que “expulse” sus regalos y dulces mientras lo golpean suavemente con palos.

Debajo de la manta del tió, los adultos han escondido previamente dulces, frutos secos, turrones y pequeños juguetes, que salen a la luz cuando termina la canción y se retira la manta. Esta escena, que puede parecer sorprendente a quienes no están familiarizados con ella, es un momento de emoción y risa para los más pequeños, que esperan con ilusión cada año.

La tradición del tió de Nadal comparte con otras culturas europeas la idea de celebrar la alegría de compartir y la abundancia en fechas señaladas, aunque su manifestación sea única por su carácter lúdico y familiar.

Hay quienes incluso hay versiones que lo comparan con la costumbre del tronco de Navidad (Yule log) en otros países, donde también se veía al tronco como portador de buena fortuna para el hogar.

El tió hoy: tradición viva que une generaciones

Aunque la figura del tió puede parecer singular o hasta humorística a ojos foráneos, su práctica sigue muy viva en Cataluña, Aragón y zonas vecinas. En muchas ciudades y pueblos se organizan eventos comunitarios donde los niños se reúnen para “hacer cagar el tió” juntos, como ha ocurrido con iniciativas de figuras de gran tamaño que congregan a familias enteras en plazas públicas.

El ritual de hacer “cagar el tió” está documentado desde principios del siglo XX, y se mantiene como símbolo de unión entre generaciones.
El ritual de hacer “cagar el tió” está documentado desde principios del siglo XX, y se mantiene como símbolo de unión entre generaciones.ddelr

Más allá de los regalos, la tradición refuerza valores familiares y comunitarios. Alimentar y cuidar al tió durante semanas enseña a los niños la importancia de la constancia y la anticipación, mientras que la celebración final fomenta la convivencia y la alegría compartida.

En un mundo donde muchas fiestas navideñas tienden a centrarse en figuras comerciales como Papá Noel, el tió de Nadal permanece como un símbolo auténtico de identidad cultural y de unión familiar, recordando que la Navidad también puede celebrarse con humor, creatividad y raíces ancestrales.