¿Debo ponerme hielo si sufro una lesión? La ciencia lo desaconseja por este motivo
Los nuevos protocolos de intervención desaconsejan ponerse hielo tras sufrir una lesión aguda. ¿A qué se debe?
Tras sufrir una lesión aguda -ya sea un esguince, golpe fuerte o tendinitis- lo primero que se suele hacer es colocarse hielo en la zona afectada. Sin embargo, los nuevos protocolos de intervención desaconsejan esta práctica. ¿Por qué?
Parece paradójico, dado que la aplicación de hielo resulta en una reducción de la conducción nerviosa y una vasoconstricción local, lo que proporciona alivio del dolor a corto plazo y disminuye la inflamación y el edema. Entonces, ¿por qué es mejor no hacerlo?
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Una reacción natural
La inflamación es un proceso natural del cuerpo que se activa en respuesta a daños o lesiones. Inicialmente, los vasos sanguíneos se contraen para detener la pérdida de sangre, pero luego se dilatan y aumentan su permeabilidad para permitir el paso de sustancias y células inmunitarias inflamatorias que ayudan en la recuperación. En esta etapa, los neutrófilos desempeñan un papel crucial, pues se encargan de la limpieza del área afectada.
El aumento de la permeabilidad vascular genera a su vez un incremento del volumen de líquido que llega a la zona. Esta hinchazón es lo que conocemos como edema, y responde a las necesidades fisiológicas de sanación.
- Para que todo el proceso de curación transcurra correctamente, la inflamación debe seguir su curso fisiológico.
Cambios de protocolo
A medida que se conocían mejor estos mecanismos biológicos han ido cambiando las estrategias para abordar las lesiones agudas.
En 2019, los expertos canadienses Blaise Dubois y Jean-Francois Esculier propusieron su protocolo PEACE and LOVE. Como principal novedad, sugiere evitar los antiinflamatorios (La A es de Avoidance anti-inflamatory), incluido el uso del hielo.
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Una revisión sistemática de 22 ensayos clínicos publicada en 2004 ya advertía que había pocas pruebas de que el hielo y la compresión tuvieran algún efecto significativo en la recuperación de las lesiones.
Ese mismo año, el especialista norteamericano Scott F. Nadler aseguró: "Aunque las modalidades de tratamiento con frío y calor disminuyen el dolor y el espasmo muscular, tienen efectos opuestos sobre el metabolismo tisular, el flujo sanguíneo, la inflamación, el edema y la extensibilidad del tejido conjuntivo".
En resumen, tanto la aplicación de hielo como el uso de ciertos antiinflamatorios interfieren con el proceso inflamatorio natural. Esto puede llevar a que el tejido no se regenere de forma correcta y sea más susceptible a sufrir nuevas lesiones.
El propio doctor americano Gabe Mirkin, creador del protocolo RICE -sus siglas significan Rest (reposo), Ice (hielo), Compression (compresión) y Elevation (elevación)-, admitió en 2015 que "el hielo retrasa la curación".
¿Qué sucede con el dolor?
El dolor nociceptivo surge como respuesta a un daño en el tejido, desencadenando cambios adaptativos para promover la curación. Suprimir esta señal con hielo o antiinflamatorios puede interferir con el proceso de recuperación, especialmente si se evita el reposo adecuado.
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Por ello, es recomendable seguir el protocolo PEACE and LOVE y consumir alimentos ricos en omega-3 y vitamina C durante la fase de reparación.