

El equipo del ministro de Economía, Martín Guzmán, transmite sensación de victoria. Sufrida, eso sí. Porque no quería dividir en dos artículos el proyecto de ley para aprobar el acuerdo con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Y porque, remarcan distintas fuentes de Hacienda, consiguieron "un buen acuerdo", con "metas cumplibles" y con una flexibilidad en los condicionamientos inédita para este tipo de programas.
Distintos funcionarios de Economía consultados sacaron pecho en medio de la interna -la externa, a esta altura- del Frente de Todos, que lo tiene a Guzmán en medio de la cinchada. El ministro no ayudó a disipar rumores subiéndose a un avión rumbo a Houston para participar de una conferencia de energía que podría haber delegado en el secretario del área, Darío Martínez.

Ratificado por Alberto Fernández, sumó más críticas del cristinismo y de Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados. Primero, la carta del diputado de Máximo Kirchner y ese misil teledirigido al ministro, al pedir "no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de 'beneficios'".
En esa línea, el documento que compartieron diputados oficialistas que votaron en contra critica con dureza a Guzmán, destaca que el programa implica un ajuste y, aun más, "cogobierno": "El equipo negociador del Gobierno desarrolló una estrategia de 'amabilidad', secretismo, hermetismo, confusión y desinformación", sostiene la carta. "El 'nuevo acuerdo' no es ni nuevo ni tampoco un acuerdo", concluye.
Massa, en una entrevista con El Cronista, dijo que él hubiera preferido cerrar el acuerdo antes. Luego atizó la interna con una declaración que todavía rebota en Hacienda: "Los trapitos sucios se lavan en casa".
Y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner relató, en el video en el que mostró su despacho roto a piedrazos, que "en la Plaza de los Dos Congresos, se desarrollaba una multitudinaria movilización política en contra del plan económico del Fondo Monetario".
Pero el entorno del ministro saca pecho. "Ganamos", dice, filoso, uno de los colaboradores de Guzmán. "Queríamos que, por primera vez, el Congreso vote un acuerdo con el FMI", reivindican. Sostienen que separar el proyecto en dos artículos -iniciativa que le atribuyen a Massa- hubiera complicado la aprobación del directorio si el programa en sí salía rechazado. "Siempre quisimos un solo artículo", repiten.
Deslizan que la inclusión de los anexos en el texto inicial fue la parte negociable desde el vamos. La redacción final, dicen, allana el camino si, como se anticipa, el Senado ratifica en un trámite rápido.
¿Son cumplibles las metas?
El foco está en el día después. ¿Qué tan cumplibles son las metas en este contexto de inestabilidad global absoluta? Según Economía y el Banco Central, la acumulación de reservas no correría peligro porque la suba de los precios de la energía se compensa con el aumento de la soja, el maíz, el trigo y el girasol. La consultora Eco Go remarcó que el desfasaje implicará una caída de la balanza comercial hasta los u$s 8500 millones este año.
Para Economía, la meta de déficit también sería cumplible, porque el mayor gasto para subsidiar la energía (la reducción de 0,6 puntos del PBI no es una meta estructural) se compensaría con una mejora en la recaudación por retenciones. En cambio, el CEO de Analytica, Ricardo Delgado, sostiene que el déficit estaría en el primer trimestre $ 131.000 millones por encima de la meta.
A fin de año, se acumularían $ 404.000 millones de diferencia. Cree que el mayor gasto en energía se compensará con subejecución de otras partidas (algo hay que ajustar). Queda la duda de cuánto aportarán el PAMI y la Anses al financiamiento del déficit. Son dos cajas estratégicas en poder de La Cámpora.
Guzmán sí admitió en Houston que la suba de los commodities tendrá impacto en los precios internos. Bajar la inflación no es una referencia estructural del programa, pero sí un imperativo social. Al contrario, la alta inflación licuaría parte de la meta de déficit, que, notó Delgado, se fijó en pesos corrientes y no en porcentaje del PBI.













