Fin de año, lejos de traer paz y concordia a los espacios peronistas bonaerenses, parece haber ofrendado un verdadero presente griego de resultados incalculables.

Después de las elecciones de octubre, con la estrecha derrota a manos de Javier Milei, el peronismo bonaerense amenazó varias veces con entrar en ebullición, pero nunca lo hizo de un modo tan claro como en las últimas horas.

Se había superado la prueba de fuego del financiamiento bonaerense, ese que reclamaba el gobernador y que necesitó de una fina ingeniería parlamentaria. Pero desde allí a esta parte todo se complicó.

Primero fue por la elección de las autoridades en Diputados y en el Senado bonaerense. En la Cámara Baja, el cristinismo se quedó con la conducción del bloque y, además, con la presidencia del recinto.

Pero, en el Senado, no todo fue tan rápido. Está vacante la vicepresidencia del cuerpo y la elección de la conducción del bloque peronista. La Cámpora pidió una sesión especial y la vicegobernadora Verónica Magario la desestimó.

La agrupación que responde a Máximo Kirchner le mandó una carta en la que, en duros términos, le pide que llame a la sesión. En juego, además de las autoridades, están dos proyectos que pueden perder estado parlamentario. Magario, por ahora, piensa en febrero como fecha de sesión.

Sin embargo, todo parece haber tomado una dinámica más dramática luego de la reunión en la que se estableció el cronograma para las internas del PJ bonaerense.

Si bien hubo acuerdo en ese punto, todos aclararon que “ahora comienza la etapa política” en la que se definen los candidatos para suceder a Máximo Kirchner.

Si se trata de política, ayer Axel Kicillof lanzó el Movimiento Derecho al Futuro con una perspectiva nacional. Unos días antes había visitado Formosa y se había mostrado con los gobernadores opositores a Javier Milei.

En el cristinismo creen de mal gusto que todo se haya hecho de espaldas a la expresidenta que, por estas horas, se encuentra internada por una operación de apendicitis.

Quizá lo más dramático de la interna se la traducción de todos estos incidentes políticos en tensiones callejeras en un conurbano que, de por sí, está socialmente “caliente”.

El lunes fue el turno en Quilmes, tierra de la ahora diputada camporista Mayra Mendoza. Allí se reglamentó el accionar de los “trapitos” y eso despertó una gresca -que incluyó detenidos- de la UTEP con la Policía Bonaerense, el espacio que conduce Juan Grabois. La pelea escaló y los cruces se hicieron públicos y a través de los medios.

Hoy fue el turno en Lanús, otro distrito conducido por La Cámpora. Allí la tensión se produjo con militantes del Movimiento Evita y se apuntó a un dirigente local que estuvo presente en el acto del MDF y se fotografió con Kicillof.

El reclamo es por el pago a los barrenderos cooperativos, pero incluyó incidentes como la quema del arbol de navidad del Municipio. Oficialmente, la UTEP reivindicó la movilización como propia y, a través de un comunicado, denunció “precarización laboral.

En el oeste bonaerense las cosas no parecen estar más calmadas. En Morón, la interna entre Lucas Ghi y quien fuera su mentor, Martín Sabbatella, sigue su curso y recrudece. En las últimas elecciones, esa pelea casi le cuesta a Fuerza Patria quedarse sin lista en el distrito y todo hace prever que la única forma en que ambos coexistan será a través de una interna formal y excluyente.

Quedan varios días hasta fin de año, poco más de un mes para la presentación de candidatos y tres hasta que se definan las autoridades del PJ Bonaerense: “Nada es casualidad”, resumió un vocero peronista que conoce lo que está en juego.