ENTREVISTA

Para la jueza Carolina García, en la Corte falta una mujer "con perspectiva de género y mirada federal"

La jueza penal del Niño y el Adolescente de Neuquén, Carolina García, da una serie de definiciones sobre el funcionamiento de la Justicia y su perspectiva respecto a qué cambios se necesitan. Corte Suprema, imputabilidad y empatía, entre otros.

De paso por Buenos Aires, la jueza penal del Niño y el Adolescente de Neuquén, Carolina García, da una serie de definiciones sobre el funcionamiento de la Justicia y su perspectiva respecto a qué cambios se necesitan.

En un contexto de descrédito general, ¿cómo se podría revertir parte de la imagen que arrastra el Poder Judicial?

Desde una visión federal, hay muchos jueces y muchas juezas a lo largo del país, muchos funcionarios que trabajan muy bien para garantizar la paz social. Y lo hacen con compromiso. Pero también es cierto que se necesita mucha educación. Se necesita un cambio de paradigma que excede al Poder Judicial. Porque los jueces y juezas somos parte de la sociedad. Se necesita profundizar la perspectiva de género, de vulnerabilidad y de niñez. La principal crítica que se le hace hoy a los jueces y juezas es que no escuchan a los niños y niñas víctimas, no escuchan a las mujeres, no escuchan a las mujeres trans, víctimas también. En nuestro país, prácticamente muere una mujer por día por el solo hecho de ser mujer.

¿Iniciativas como el movimiento de mujeres y la Ley Micaela sirvieron para impulsar ese cambio de paradigma?

Sí, y las convenciones internacionales que resguardan los derechos de las mujeres, también. Las convenciones que resguardan los derechos de los niños y niñas existen; las leyes existen, hay que aplicarlas. Y para hacerlo se necesita estar convencido de que ese es el sentido. Esto está cambiando y evolucionando, pero se necesita profundizar para garantizar los derechos de las personas más vulnerables de la sociedad.

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¿Hay desigualdad de género dentro del Poder Judicial?

En la medida en que uno analiza la justicia, advierte que hay muchas mujeres en la base, en los cargos de menor poder, dentro de la estructura judicial. De hecho, hay muchas juezas en primera instancia. Pero a medida que vas haciendo carrera judicial, disminuyen las juezas y hay más jueces, hay más hombres que mujeres. Por ejemplo, en las Cámaras hay más hombres. En nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación hubo dos mujeres excelentes que se han destacado a nivel internacional. Y esos cargos no se pudieron cubrir con mujeres como se debería hacer para garantizar que toda la sociedad esté representada en la justicia.

¿Qué perfil debería tener la jueza que entre a la Corte?

El hecho de ser mujer tampoco garantiza la perspectiva de género. Entonces tiene que ser una mujer con perspectiva de género, de la vulnerabilidad y la infancia. Que haya hecho carrera judicial para garantizar la imparcialidad y la independencia de la política. Que sea joven en cuanto a una concepción más moderna del derecho y del sistema judicial. Lo ideal sería que sea del interior para garantizar los derechos y la representación de las provincias; y a su vez penalista, porque no hay penalistas en esta Corte. Se necesita alguien con empatía hacia el resto de la sociedad, alguien que se pueda poner en el lugar del ciudadano común y que pueda resolver teniendo en cuenta esas cuestiones.

¿La discusión sobre la baja en la edad de la imputabilidad está saldada en la Argentina?

Yo soy jueza penal de niñas, niños y adolescentes, aunque también hago adultos en Neuquén. Creo que si lo que se busca es la extinción del delito o la disminución del delito, la baja de imputabilidad no es el camino.

¿Por qué?

Porque el delito juvenil es ínfimo. Es un porcentaje muy, muy pequeño en relación a los que cometen las personas adultas. Más que crear cárceles hay que crear escuelas, hay que crear clubes y fomentar el arte. Esas son las cosas que alejan a los jóvenes del delito. Lo he comprobado en Neuquén, donde tenemos un sistema penal juvenil en el que se trabaja mucho con menores de edad que cometen delitos, y realmente funciona. Hay que brindarles herramientas para que puedan tener oportunidades en la vida. Encerrar a un niño o niña es gravísimo para su formación y su desarrollo como persona.

¿Recuerda algún ejemplo de niño que cometió un delito y logró ser reincorporado a la sociedad?

Un montón. Los casos de delitos graves de niñas y niños son muy pocos. Muchos son por delitos comunes, como hurtos. Pero tuvimos uno en Neuquén de una adolescente que estuvo involucrada en dos homicidios, uno un día y otro al día siguiente. Tenía una pareja que era un adulto. Ella los cometía con su pareja adulta. Fue un trabajo muy difícil a lo largo de un año, con psicólogos, alejándola de las adicciones, pudiendo escolarizarla, con práctica de deportes. Y ella logró alejarse del camino del delito y hoy es una persona que tiene una familia, que trabaja, que pudo cambiar a una vida mucho mejor, en la que ayuda a las personas. Así hay un montón de casos. Hay que darles oportunidades, porque hay chicos que nunca las tuvieron.


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