Pocas cosas le costaron tanto a Mauricio Macri como convencer a los propios de que valía la pena hacer un acuerdo con LLA. Muchos no pueden creer que el presidente del PRO, con su personalidad distante y fría, haya aceptado continuar negociando con los libertarios después de los destratos que sufrió desde la llegada de Javier Milei a la Rosada. Se hizo cargo de la negociación, corrió a su primo Jorge y puso a cargo de las conversaciones al recientemente designado secretario de Gobierno, Ezequiel Sabor. Pragmático, Mauricio priorizó el vínculo de Sabor con el vicepresidente del Banco Nación, el influyente Darío Wasserman. En rigor, después de haber llevado el PRO a una estrategia que lo dejó en tercer lugar (después de LLA y el peronismo), ya no le tiene confianza al Jefe de Gobierno porteño. Porque se lo reconozca o no, la verdad es que el PRO está viviendo en este momento una fractura entre los Macri. Es lo que subyace, una gran dificultad del ex presidente de conducir el territorio que lo vio nacer en política. Los libertarios se ríen. Es lo que buscan desde que llegaron al poder. Pero también se ríe Horacio Rodríguez Larreta, cuya candidatura anuló las chances del PRO de ganar en las elecciones locales (recordemos que sacó 8% y desactivó cualquier alianza posible para acompañar a los candidatos de Mauricio y Jorge). Digamos todo. El exjefe de Gobierno conoce como nadie los intersticios porteños, y sabe cómo dinamitar cada intento de los Macri -juntos o separados- por salvar lo que queda del PRO. Larreta no presenta candidato para las elecciones nacionales, pero actúa a través de viejos aliados, desde Graciela Ocaña, de Confianza Pública, hasta Martín Lousteau, quien suena como primer candidato a diputado nacional para el nuevo Juntos por el Cambio, la coalición que pergeña Daniel Angelici donde el lunes por la tarde tomó una decisión: "No esperamos más al PRO, lo lamentamos, pero hasta aquí llegamos". Era la opción que quería María Eugenia Vidal, PRO, UCR, CC, PS, CA y republicanos de López Murphy. Pero no pudo ser. En diálogo con El Cronista, la exgobernadora recordó que hace un mes que dijo en el PRO que es candidata si no hay alianza con LLA. "No me iré del PRO, pero no haré campaña por unos valores en los que no creo", dijo. Impensable su rebeldía ante Macri meses atrás. En cambio, la que sí aceptaría ir por el PRO, y de muy buen grado, es la actual diputada Sabrina Ajmechet, quien entró en la lista hace cuatro años por pedido de Patricia Bullrich, y hoy es más libertaria que la ministra de Seguridad. Aparentemente, sería un pedido de Karina Milei a los negociadores del PRO, en nombre de su hermano. Obviamente Ajmechet no tiene votos, pero en cambio sí los tiene Milei. Como en otros distritos, el Presidente será la cara de esta nueva alianza, que no llevaría el color amarillo en el logo. Vidal es mucho más conocida, y retiene casi todo el porcentaje que obtuvo Silvia Lospennato en las elecciones locales, un 17 por ciento. Ese sería el voto duro del PRO en la Ciudad en este momento, quizás un poco más, quizás un poco menos, depende de la capacidad de los primos Macri de hacer valer la marca en el electorado. Ese es parte del problema del PRO: muchos en su electorado quieren ir con LLA, pero el más intenso rechaza de plano esa posibilidad. Incluso hicieron una gran cantidad de memes contra ese acuerdo. A esta altura, se escuchan voces amarillas que anticipan que votarán por el nuevo Juntos por el Cambio. Todo dependerá de qué pase el 26 de octubre, cuando se concreten las elecciones que hasta ahora pocos tienen en el radar. Algunas incógnitas, pocas, se van despejando. Se abre una nueva etapa política en la Ciudad de Buenos Aires. Ya nadie tiene todos los boletos comprados. La audacia puede ser el remedio para la conformación de nuevo escenario: está claro que más de lo mismo, no funciona.