Al ministro del Interior, Eduardo ‘Wado' de Pedro, se le quebró la voz. Tres veces tuvo que dejar de hablar para aguantar las lágrimas. No fue por su disfuncionalidad en el habla sino por la emoción en vísperas del 24 de marzo, Día de la Memoria, en que en su doble función de titular de la cartera política e hijo de desaparecidos acompañó a Jorge Areta en la presentación de su libro de poesías "El hijo del poeta". Para poder completar lo que estaba diciendo hizo una pausa y tomó agua mientras lo alentaban con aplausos.

Desde la primera fila de la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional los miraba Fernanda Raverta, titular de ANSES, junto a su marido, hijas y sobrinos. También hija de madre desaparecida, la funcionaria fue en calidad de hermana de crianza del hijo de Joaquín Areta y de la ex diputada nacional Adela Segarra. El autor la mencionó reiteradas veces como impulsora de la presentación porque "si no fuera por Fer, hubiera postergado hasta el 2030 cuando se termine de pagar la deuda", bromeó visiblemente nervioso. En el medio del salón escuchaban el ministro de Defensa Jorge Taiana; también Bernarda Llorente, presidenta de Télam y Pedro Pablo, embajador de Cuba en la Argentina.

El nombre del libro apela al diálogo que Jorge Areta, que vive en Mar del Plata donde trabaja como guardavidas y productor musical, entabló con su padre, autor del poema que se hizo conocido cuando lo recitó Néstor Kirchner, aquel "Quisiera que me recuerden" que cobró otra dimensión después de su muerte. "Te ponen atributos que no sé si son tuyos, no sé si a todos les pasa", contó sus sensaciones Areta que hace ya varios años se encargó de publicar la obra de su padre, guardada de puño y letra en una libreta roja desde su secuestro y desaparición durante el Mundial 78.

En el arranque una de las hijas de Raverta, que lleva el nombre de María Inés en homenaje a su abuela, tocó la guitarra y cantó a Andrés Calamaro. Después leyeron poemas un amigo del autor, un amigo del padre del autor y el hijo mayor del autor que también lleva el nombre de un tío desaparecido, Iñaki.

De Pedro había prometido no hablar desde lo personal. Pero arrancó contando que como Areta hijo, también a él los amigos de sus padres (Enrique De Pedro y Lucila Rébora) le habían servido de "puente" cuando le faltó la palabra de quienes le dieron la vida. Le agradeció que lo hiciera volver a leer poesía y confesó que no lo hacía desde que de adolescente leyera a Benedetti.

Primero apeló al humor, la nueva faceta que muestra el ministro que sin embargo incomodó al Presidente cuando renunció después de las PASO pero que en los actuales tiempos de crisis devino en mediador entre el Presidente y la Vice. Recordó cómo alguien que conoció a su padre le señaló que él tenía una gran voz, y otra persona lo comparó señalándole que Enrique de Pedro "era fachero". Contó luego otra anécdota, sucedida en el inicio de la pandemia, días en que casi no dormía y pocos podían salir a la calle. Durante una cadena nacional, cuando acompañaba a Alberto Fernández, a Axel Kicillof y a Horacio Rodríguez Larreta. Una compañera de su padre le escribió: "Estaba viendo la foto de tu papá. Tenés que descansar más, tomar un poco de sol y dejarte el pelo más largo". Y él, riéndose pero señalando la exigencia que los militantes de los 70 le cargan sobre la espalda, le respondió: "Estamos en la pandemia, no tengo descanso, no doy más". Lo aplaudieron y rieron a carcajadas muchos otros hijos de desaparecidos presentes en la sala que seguramente habrán vivido situaciones similares. Hasta ahí, el tono que le imprimió, fue de irónico stand up y agradeció "el necesario puente generacional".

Pero Areta había explicado que le llevó ocho años publicar el libro, que necesitaba sacárselo de adentro para seguir adelante, y que era un regalo que quería dejar. Entonces el ministro coincidió en el ejercicio sanador de la escritura y reveló que él mismo escribía en un cuaderno lo que sentía varios años atrás. Fue la primera vez en que se quebró y tuvo que parar.

"Me parece que eso de contar, expresar, hacerlo público... vos mencionabas que esta es una de tus verdades, y la querías presentar. Estos procesos son procesos que tienen que ver con la búsqueda de uno, con ir resolviendo procesos personales. La historia argentina te lleva a avanzar con entusiasmo, a frenar, a tener dudas. Somos esos también, somos personas que pelean permanentemente con esa búsqueda" siguió y se frenó. Continuó: "Que pelean contra lo que a vos te pasa. No sos el hijo de, sos el hijo de, somos los hijos de", señaló sobre las sensaciones cambiantes y reconoció las dudas que sintió o siente. "Está bien tener deudas, si lo que hago es un mandato, si lo estoy haciendo porque me dijeron que soy parecido a mi viejo o si soy parecido. Todas esas dudas tenía", continuó. Y admitió que "iba a leer una poesía que me gustó pero no puedo..." Respiró fuerte, se notó, lo aplaudieron, y mientras decía "si puedo" y lo aplaudían, sacó el celular del bolsillo trasero de su pantalón. Y leyó el poema "El oficio", diez versos de la página 39:

"Lo que pasa últimamente

con mi oficio de poeta

es que tengo que andar

parando

a llorar en todos lados

quebrándome a cada rato

pensando para atrás

buscando en los costados

para poder

seguir andando.

Como otra vez se le quebró la voz, aunque no tartamudeó, lo taparon con aplausos y la locutora anunció el fin del encuentro.