

A lo largo de la historia quedó en evidencia que los favoritismos no ganan partidos y que la localía tampoco es inquebrantable. También se comprobó que hasta el pitazo final no hay nada definido, tal como ocurrió este martes por la noche: parecía que Boca se quedaba nuevamente con las manos vacías, pero lo dio vuelta de manera agónica y venció 2-1 a Deportivo Pereira en un juego correspondiente a la Copa Libertadores.
Uno de los tantos planes que tienen en su itinerario de viaje los extranjeros que visitan la Argentina es concurrir a La Bombonera. El escenario es imponente durante los siete días de la semana, pero tiene un tinte especial cada vez que Boca juega allí: las tribunas suelen estar repletas y el aliento -según la teoría futbolera- es incesante.
Sin embargo, el repertorio (al menos por una noche) se modificó, contemplando que la hinchada xeneize se olvidó del habitual cancionero para sacar del cajón aquellos temas intimidantes: "La camiseta de Boca, se tiene que transpirar" y "jugadores la c... de su madre, a ver si se dan cuenta que no juegan con nadie", bajó desde los cuatro costados mientras caía sorpresivamente ante los colombianos.
Finalmente, el Xeneize evidenció una reacción envidiable y adquirió una agónica como necesaria victoria por las conquistas de Luis Advíncula y Alan Varela, quien anotó a los 54 minutos del complemento.
Con este resultado el conjunto argentino consiguió la primera alegría en la era Jorge Almirón (acumulaba dos derrotas en la misma cantidad de partidos) y ahora lidera el Grupo F con cuatro unidades sobre seis posibles.













