#CASHTAG

¿Y si el Fondo le termina financiando la campaña a un gobierno peronista?

Lo bizarro de las expresiones del intendente de José C. Paz, Mario Ishii, llamando "parásitos" a quienes cobran asistencia social generó coloridas respuestas, como la de Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, que le soltó que "a su municipio le dicen José C. Plan".

Sin embargo, lo más increíble del renovado debate en torno a los programas de ayuda pública fue el casi exacto apego del trabajo de la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, a los mandatos del Fondo Monetario Internacional (FMI) expuestos en el último documento publicado por el organismo sobre la Argentina, el llamado Staff Report, que se dio a conocer el 22 de diciembre pasado.

Allí, en el punto 13 que está en la página 16, hay un ítem con el subtítulo (la traducción es de Google): "También se requiere mejorar la calidad y la focalización del gasto social".

Y a continuación ese documento detalla que se está trabajando en "una nueva estrategia para fortalecer la focalización de los programas de apoyo a los ingresos" y se le pone "marzo 2023" como límite de tiempo para cumplirlo.

Y además, se puntualiza que se pondría en marcha "esfuerzos para mejorar la gobernanza del plan Potenciar Trabajo para excluir a los beneficiarios no eligibles, con una auditoría rápida que se completará en enero de 2023".

Dicho y hecho. Todos lo saben. Tolosa Paz informó que unos 154.000 titulares del programa no validaron la identidad y que por ende si no corrigen la situación, dejarán de cobrar. No sé qué dirá el Google Translate, pero la ex diputada señaló varias veces que está trabajando para "direccionar" mejor la ayuda, una expresión muy parecida al "improve the targeting" que refiere la institución de crédito.

El Fondo agrega: "Se esperan más reducciones durante el curso del próximo año (N. del R.: este 2023)".

Se entiende que no le diéramos mucha bola. Hace un mes salimos campeones del mundo y por esas horas en que se difundía ese texto había gente todavía en las calles. Muchaaaachos.

Pero el documento tiene un cuadro con metas para este año que, si se cumplieran, obligarían a mucho más que una pasada de peine fino por los planes sociales. Se puede entrar y corroborar: el gasto en ayuda social debe bajar este año en 0,6 puntos del PBI, en un contexto donde se prevé una reducción de subsidios de 0,8 puntos y del flujo para jubilaciones de otros 0,2 puntos del PBI.

"Imposible en un año electoral. El FMI lo pone para al menos salir empatado", cuenta un analista que conoce el trajín de los pasillos gubernamentales. El anuncio de Tolosa Paz, en este punto, cumpliría con la función de mostrar que "se está en la dirección correcta", aunque no se cumplan a rajatabla los números.

Pero habrá que ver, porque hay una lógica en las apariciones del ministro de Economía, Sergio Massa, en las últimas semanas. Decir que "el Gobierno cumplió las metas, pero el Fondo no cumplió con el país", al no haber revisado las excepcionalidades que generó la guerra en materia de importaciones de energía, no son frases al tun tún.

Los que lo conocen aseguran que está horadando la piedra para, con su siempre ostentosa palanca en la política estadounidense, conseguir algún guiño especial desde el organismo multilateral. Un perdón. Un giro de fondos de resiliencia. Algo que suponga guita fresca que no estaba en los papeles.

Mientras recompra bonos públicos para contener los dólares paralelos, en un futuro cercano intentaría sacar otro as en la manga que podría terminar entregando cierto oxígeno extra a una economía que necesita divisas para no entrar en recesión.

"Si consigue algo del Fondo y rasca un préstamo de Brasil, con el swap activo con China y si camina alguna idea como la licitación del espectro radioeléctrico, quién te dice que Sergio no consigue crecer cerca del 4% y con una inflación más baja que el 95 del 2022", se relamen cerca de la Casa Rosada. Otros que eligen creer.

Sería loco: el mismo FMI que financió el fallido intento reeleccionista de Cambiemos en 2019 con u$s 45.000 millones, ahora también la pondría para la economía pre-electoral del peronismo -del peronismo de Massa- este 2023. Las magnitudes, es cierto, expresan preferencias. Hoy con u$s 3.000 a 5.000 millones acá le cantan "Abuela la la la" a Kristalina Georgieva.

DE MOYANO A LA FED

Mientras, el show de los controles de precios revienta de obviedad. Para atender a las bases que no tragan la ortodoxia massista, el oficialismo habilita el humo del sindicato de Camioneros en los galpones. Para hacer lo mismo en el otro costado, Juntos por el Cambio cabecea el centro al instante con la infaltable "línea de denuncias" de aprietes del gobierno porteño.

Horacio Rodríguez Larreta, tan complejo en el armado electoral que incorpora con 15 días de diferencia dirigentes de pañuelo verde y pañuelo celeste, asoma más básico en el enfoque respecto de la inflación, sobre todo a la luz de lo que se discute en el mundo.

El lunes, la Reserva Federal de Kansas, una de las instituciones que integran el sistema monetario de la Reserva Federal de Estados Unidos -su banco central- publicó un paper titulado "Cuánto han contribuido las ganancias récord de las empresas a la inflación reciente".

¿Hernán Lechter, sos vos? Firmado por los economistas Andrew Glover, José Mustre-del-Río and Alice von Ende-Becker, y no por ninguno de los referentes del Instituto Patria, el trabajo apunta que "el crecimiento de los márgenes de rentabilidad de las empresas contribuyeron al menos a la mitad de la inflación 2021".

Documentos como este están claramente referidos a la realidad de Estados Unidos, para nada comparable a nuestro bardo doméstico donde hacemos cualquiera con las cuentas públicas y no tenemos moneda. Pero recuerdan igualmente que cualquier abordaje simplista de pim pum pam ante semejante desafío puede volver a dejarnos cola al Norte.

Sobre todo cuando también tenés un cocoliche de precios relativos cada vez más delirante. Lo va a mostrar el próximo informe de la consultora PxQ, que abunda en comparaciones sobre la relación que hay en distintos países del mundo entre algunos consumos básicos y los servicios públicos.

Acá, con un menú gastronómico del día pagás 1,3 tarifas eléctricas. En Uruguay, como suena más lógico, pagás 0,2 facturas de luz y en Brasil, 0,5.

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