

La actual coyuntura económica tiene diferentes perspectivas según la distancia a la que se la mire. Para el que sigue el minuto a minuto de la City, la fiebre que transmite el dólar es una señal que contagia de preocupación tanto a ahorristas como a empresas e inversores. El que mira desde cierta altura con un dron, tal vez perciba una dinámica menos preocupante, con avances fiscales y una mejora de las cuentas externas. Puertas adentro del Gobierno, lo que se nota es la calma de quien está en el centro de un tornado, esperando el momento en que toque tierra para que su poder de daño se desvanezca.
Muchos analistas aceptan que se formó una tormenta en un vaso de agua, y que hay un castigo exagerado a los activos argentinos. Pero lo que también se nota es una dinámica que realimentó la incertidumbre. Nadie discute el hecho de que el Gobierno tiene viento de frente (la sequía que restó actividad y divisas; la guerra comercial de Trump que hizo bajar a la soja; la suba de tasas de EE.UU; las devaluaciones de la lira turca y el real brasileño), así como tampoco se discute que hubo eventos internos que jugaron en contra (el 28D; el impuesto a las Lebac; la alta exposición en el mercado de deuda; la pelea legislativa para frenar las tarifas y la pérdida de confianza en el BCRA de Sturzenegger que derivó en el pacto con el FMI).
La conducción económica buscó despejar las dudas sobre el financiamiento 2019. Pero el temor hoy es más interno, y se expresa en la propensión a comprar dólares sin mirar el precio. Los ahorristas ven la llegada del Fondo como comprobación de que hay un problema, y cada paquete de medidas adicionales refuerza el temor de que la complicación es mayor. Si el FMI habilitara mayor asistencia, no debería extrañar que el dólar suba. Si el BCRA vende reservas, también. Y si no vende, también. Tal vez al Ejecutivo le falte comprender que la confusión no se aclara hablando solo en Wall Street. Y si es el acuerdo con el FMI el que no habilita respuestas más contundentes, ayudaría si da a entender que la traba es su limitado margen de acción y no el diagnóstico.














