Con los números de la frágil coyuntura económica en la mano, varios analistas se preguntaban ayer si a la hora de votar, a los argentinos les daba igual que la inflación fuera alta o baja. El interrogante estaba asociado al sólido triunfo de Sergio Massa en la elección presidencial. La pregunta en cuestión podría haber sido formulada con otro indicador sensible, como la pobreza o el valor del dólar. Lo que no hay que malinterpretar es la respuesta. A los argentinos sí les preocupa la inflación, y por eso hicieron un voto defensivo, porque tanto La Libertad Avanza como Juntos por el Cambio hablaron de la conveniencia de contar con un dólar alto (para el caso de la dolarización) o de sincerar el actual tipo de cambio (como mencionó Carlos Melconian) como base de un futuro plan de estabilización. En resumen, la economía juega en la elección. Pero lo que pesó fue el temor a perder las condiciones actuales y enfrentar un deterioro aún más profundo. El fantasma de una hiper, aunque hace más de 20 años que no visita a la Argentina, todavía asusta. Por eso en las próximas cuatro semanas Massa tendrá un desafío diferente. Con la confianza que da haber dado vuelta el resultado de las PASO y aventajar por seis puntos al segundo en la general, tiene que pensar los pasos siguientes con dos objetivos simultáneos: asegurar el triunfo en la segunda vuelta, y pensar en lo que necesita para después del 10 de diciembre. El primer gesto fue para el FMI, con el pago del capital que corresponde a los vencimientos de octubre. Y luego tendrá que ver de qué manera equilibrar las metas fiscales y monetarias, porque más allá de que la próxima revisión se haga en noviembre, no puede desentenderse de sus resultados porque necesita asegurarse el desembolso pactado. Los beneficios que otorgó durante la campaña posteriores a la devaluación de agosto tuvieron costo fiscal que deberá ser nivelado. Ayer el ministro hizo una conferencia de prensa con corresponsales extranjeros (en la que usó ya un tono presidencial) en la que anticipó la generalización de esquema de dólar soja a todas las exportaciones, pero con la chance de liquidar 30% por el CCL. Implica un cambio efectivo de $ 515, pero sin afectar el valor que paga el importador (que repercute en costos internos). Un primer ensayo de desdoblamiento, receta que estudiaba el equipo de Carlos Melconian. Si este paso funciona, no solo aportará dólares. También sumará recaudación, ya que los sectores no beneficiados con baja de retenciones, pagarán a un dólar nominal más alto. ¿Hay más? El ajuste de las naftas es una pista. Puede haber movimiento de tarifas en noviembre, paralelo a la percepción del beneficio en Ganancias.