Por las mediciones del “riesgo país” de los títulos soberanos en dólares, Argentina está todavía en la liga donde también se encuentran Bolivia y Congo (ABC). En el contexto actual, reaparece con fuerza la posibilidad de ascenso a la liga BAM, en la que Argentina estuvo ubicada por mucho tiempo junto a Brasil y México. Hay condiciones e incentivos para implementar decisiones que materialicen la pronta llegada a ese objetivo. El “riesgo país” ronda los 600 pbs estos días. El indicador mejoró en esas últimas semanas luego de haber transitado alta volatilidad durante el año. Arrancó el 2025 en 550 puntos básicos y llegó a tocar casi 1500 puntos básicos en el peor momento de la medición en septiembre de 2025. Hoy, los bonos implican un “riesgo país” que sigue alejado de BAM Brasil y México -y de otras naciones del continente-, y se asemeja más a los niveles de Bolivia y Congo. A principios de los 1990s, en el marco de arreglos y políticas que involucraron numerosos países hoy llamados emergentes u otros, los precios (rendimientos) de los bonos argentinos hacían que Argentina formara parte de la liga BAM. Entonces, el “riesgo país” estuvo en el orden de 200 pbs, el nivel de spread que actualmente tiene Brasil. Durante 2005 y hasta mediados 2007, precrisis internacional, pero con litigiosidad por bonos impagos (hold outs), el spread estuvo en niveles entre 150 y 350 pbs. Pero también es cierto que hubo numerosos momentos en que, por complicaciones internas o externas, el riesgo país de Argentina era superior al doble del actual. El objetivo debe ser entonces implementar medidas para reducir el riesgo país a niveles que permitan el acceso al crédito en un contexto de deuda sostenible, e idealmente decreciente. Es el deudor el que tiene que enfrentar los vencimientos proveyendo los recursos para los pagos, o reestructurar los pasivos afectando su crédito futuro. La capacidad de pago efectiva y no solo la voluntad que tenga el deudor de honrar sus compromisos es decisiva en la evaluación de los riesgos por los inversores. Para demostrarlo contribuirían una variedad de acciones que conduzcan a mostrar la sustentabilidad de la deuda. Las labores conducentes a ello son complejas y sus resultados se van manifestando a través del tiempo. Su apropiada implementación daría lugar a un círculo virtuoso. Partiendo de las condiciones actuales, se consideran, entre otras, las siguientes: 1. Lograr un manejo cambiario-monetario equilibrado, no sesgado ni extremo, donde las reglas de funcionamiento estén claras y los incentivos alineados. Una parte de su armado incluye acumular y reforzar la posición de reservas internacionales. En lo que va del año, el deslizamiento del 40% nominal de la relación peso/dólar, comparado con el 24% de aumento de los precios minoristas, provee una mejor base para lograrlo, al ser más equilibrada que la de unos meses atrás. 2. Continuar cultivando una conducta de respeto a los contratos. En particular, en lo que respecta a lo alcanzado por la legislación local. De esa manera, Argentina podrá afianzarse como lugar de destino de inversiones de capital sin una percepción de riesgo mayor. 3. Cuidar los equilibrios alcanzados en materia fiscal. Ello es particularmente necesario dada la escasez de recursos y condiciones muy onerosas del endeudamiento adicional. Una importante señal es la que surja del presente tratamiento y aprobación del Presupuesto Nacional. 4. Disminuir la dependencia de fuentes extraordinarias de financiación, particularmente de organismos multilaterales y oficiales, las que, además de las condicionalidades asociadas, tienen la jerarquía de acreedores “privilegiados” sobre el resto. 5. Ganar en competitividad y eficiencia en el funcionamiento de la economía, mediante mejoras estructurales. Argentina perdió posiciones relativas en un mundo que tuvo avances considerables por innovaciones y mejoras de eficiencia. Ello, pese a que últimamente se volvió más difícil por el avance de esquemas de comercio exterior donde resurgen el proteccionismo junto con crecientes influencias de la geopolítica. 6. Aumentar las fuentes de financiamiento locales y mejorar las condiciones de acceso, tanto en montos, como en plazos y en moneda. De esta manera, se complementa la oferta de fondos del exterior, pero también se reduce gradualmente su dependencia. En ese sentido, y bajo las condiciones actuales, habría una posibilidad de generar un espacio para emisiones de bonos globales. La combinación de recuperación del acceso al mercado internacional y un mayor desarrollo del mercado local son objetivos deseables que se refuerzan mutuamente. Avanzando por este camino, y con una gobernabilidad reforzada, se podría dar un nuevo impulso a mejoras en las condiciones y funcionamiento del sistema económico en su conjunto y, a su vez, evitar ajustes traumáticos. Inclusive se podrían generar defensas anticíclicas que amortigüen efectos de la aparición de elementos adversos. La persistencia de un “riesgo país” más alineado con la normalidad regional contribuye a mantener un círculo virtuoso, con efectos que servirían para ser aprovechados por los distintos participantes de la economía local.