

Olvidemos por un momento el caso del fiscal Nisman. Concentrémonos por ejemplo en el último informe de la CTA oficialista, CIFRA, que dirige Eduardo Basualdo y que adelantó el domingo en Clarín Ismael Bermúdez; se puede leer acá (www.centrocifra.org.ar/docs /IC%20nro%2017.pdf).
La CTA de Hugo Yasky dice que en 2014 la inflación fue la más alta de la década, 36,8%; el salario real del sector privado cayó 4,8 puntos y como resultado, la actividad económica y la actividad de la industria cayeron un 0,8% y un 2,4 % interanual respectivamente en el tercer trimestre, según el último dato disponible de la consultora. Si revisamos el informe de febrero del Observatorio de Datos Económicos y Sociales de la CGT de Hugo Moyano, que coordina Jorge Sola, en los últimos tres años unos tres millones de personas cayeron en la pobreza, que alcanza al 28,9% de los argentinos.
Ahora vayamos a los números de medición de imagen. Eduardo Fidanza, de la consultora Poliarquía, dice que a mediados de marzo la imagen positiva de la presidenta Cristina Kirchner trepaba a 40 puntos y la aprobación de su gobierno alcanzaba el 45%. Los últimos datos de Management & Fit dicen que el Frente para la Victoria tiene una intención de voto, cualquiera sea el candidato, de un 30%, según su directora Mariel Fornoni. Consideremos finalmente el caso Nisman. Según Fidanza, la Presidenta había perdido después de la tragedia del fiscal parte de su capital en imagen. Lo recuperó, dice, en el último mes y medio. Fornoni apunta otro dato: en enero, el 84% creía que la muerte del fiscal Nisman iba a afectar la imagen de Cristina Kirchner. Según sus números, sólo retrocedió 4 puntos durante el primer mes y después los recuperó.
Ni la recesión con inflación y el aumento de la pobreza ni la trágica muerte del fiscal afectaron sensiblemente la imagen de la Presidenta. Tampoco lo hicieron la denuncia sobre supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA, ni las investigaciones de la justicia sobre irregularidades en la administración de sus empresas hoteleras ni mucho menos los tres procesamientos del vicepresidente Amado Boudou. La imagen de la Presidenta, aunque lejos de sus picos históricos, se mantiene en niveles elevados después de más de siete años de gestión y cuando faltan apenas siete meses para las elecciones generales.
¿Cuál es la explicación?
Fidanza sostiene que los números de la Presidenta "son congruentes" con la serie histórica de la consultora. Siempre según la misma metodología (es una encuesta nacional de 1000 casos), la imagen positiva de la Presidenta ha tenido pisos del 19% en 2008, durante la pulseada con el campo, y techos del 57% con la muerte de Kirchner, en 2010, y de hasta 69% con su reelección, en 2011. Nada que reprochar al rigor metodológico de Poliarquía. Fidanza no se aventura a dar razones, pero remite a un artículo reciente que publicó en La Nación: "Haciendo una lectura política de mediano plazo, podría interpretarse que la vigencia agónica de Cristina es en realidad una de las manifestaciones emblemáticas del vigor perdurable del peronismo.
Ese vigor perdurable del peronismo del que habla el analista tiene la misma sonoridad que el Amor perdurable de la novela del británico Ian Mc Ewan, que relata una obsesión o una acechanza más que un vínculo amoroso, y acaso se parezca a algo más que ese título. Sin embargo, más allá de su lugar hegemónico en la cultura política argentina, el peronismo está en los hechos partido desde hace dos años. Viene cumpliendo un papel lateral en el último tramo del gobierno de Cristina Kirchner y parece destinado al rol de acompañante en una elección en la que la Presidenta conservará, así parece, la centralidad. Invirtiendo los términos del dicho popular, podría darse que sea el líder quien acompañe a algunos dirigentes hasta la puerta del cementerio.
Vamos a darle otra vez el crédito a Ismael Bermúdez. Según consignó este fin de semana en Clarín, un trabajo del ex viceministro Daniel Arroyo dice que el Gobierno mantiene 8 millones de planes sociales y 6 millones de personas están "bajo asistencia alimentaria". Las transferencias directas de dinero llegarían este año casi a $ 100 mil millones y van desde la Asignación Universal por Hijo hasta el plan Progresar y el plan Argentina Trabaja.
Desde el Gobierno se insiste que ese gasto "inversión" en el lenguaje oficial actúa como un estímulo, mantiene en buen nivel el consumo y, como resultado de esto mismo, favorece la recuperación de la actividad económica. Incluso ya habla de una caída en la expectativa inflacionaria de 10 puntos, lo que podría condicionar la inminente discusión por los salarios. Mientras los análisis macroeconómicos enfocan en la herencia que recibirá el que venga en materia de inflación reprimida, la montaña de subsidios y el retraso cambiario, el Gobierno se desentiende de las distorsiones y se concentra en mantener altos los niveles de asistencia y propaganda.
¿Un final incombustible para la Presidenta? Cristina asiste a las experiencias vecinas de Bachelet, cuya imagen ha sido jaqueada en Chile por el escándalo de corrupción que envolvió a uno de sus hijos, y de Dilma Rouseff en Brasil, un gobierno que apenas empezó y está en el umbral del impeachment, golpeado por el caso Petrobras y en medio de un fuerte ajuste económico.
Aquí todavía se está discutiendo si la tendencia del voto será en favor del cambio o la continuidad.













