La psicología clínica distingue entre el tratamiento sintomático, que busca aliviar los síntomas, y el etiológico, que procura resolver las causas profundas que los provocan. Cuando uno sufre un ataque de pánico, por ejemplo, un ansiolítico puede apaciguar la taquicardia y la falta de aire, pero no resuelve el trauma o la ansiedad estructural que subyace al síntoma.
La metáfora del ataque de pánico aplica muy bien para describir la coyuntura política reciente, un encuadre interpretativo que el propio presidente utilizó para describir lo que estaba sucediendo en la escena luego la derrota electoral del oficialismo en la Provincia de Buenos Aires y el ataque de nervios en los mercados que produjo ese resultado.
Reconstruyamos la secuencia. El programa económico, que venía forzando sus instrumentos deliberadamente para provocar una baja de la inflación más rápida y poder sacar rédito político de ello, estaba sufriendo externalidades negativas: falta de acumulación de reservas y dificultades para bajar el riesgo país y acceder nuevamente a los mercados para poder refinanciar la deuda, que produjo presión sobre el tipo de cambio y dudas sobre la sostenibilidad del régimen cambiario.
Mientras tanto, sucedía un proceso de descomposición política como consecuencia de la mala estrategia de acuerdos del oficialismo, que, envalentonado por el triunfo en CABA, creyó que estaba en condiciones de someter a todos sus aliados a una sumisión indecorosa: la de subirse al barco de La Libertad Avanza solo para salvar su pellejo.
Esa estrategia, construida sobre un terrible error de cálculo político, produjo un alineamiento en contra del gobierno de prácticamente todos los actores de la oposición (que son amplia mayoría) que empezaron a sancionarle leyes en contra por duplicado a Milei, dejando en la escena la sensación de pérdida de control político por parte del Ejecutivo.
Mientras todo eso sucedía, el Gobierno sufría dos fuertes golpes reputacionales. La falta de control de la ANMAT provocaba cientos de muertes por fentanilo contaminado, y un funcionario de mucha confianza del presidente aparecía contando en audios filtrados que había un sistema de coimas en la compra de medicamentos.

Toda esta secuencia se combinó para terminar materializando una derrota amplísima del oficialismo en la provincia más importante del país (PBA) y contra el principal rival opositor. Un shock de desconfianza político que puso serias dudas sobre si el nivel de apoyo social que sostiene al presidente y su rumbo económico es suficiente.
A la desconfianza económica, se le agregó una profunda desconfianza política que disparó una dinámica de pánico: la sensación de que el programa económico no cierra y de que este presidente hiper minoritario estaba yendo a una derrota en la elección de medio término se retroalimentaban para generar un temor sobre una desgracia inminente.
Frente a este cuadro dramático que se vivió en las últimas semanas, el reciente anuncio de asistencia financiera de los Estados Unidos funcionó como un calmante inmediato que logró detener el temblor de los mercados, pero no modificó la patología de fondo que sigue incubando la inestabilidad, que son las dudas sobre la fortaleza política (apoyo social y votos en el Congreso) para sostener un rumbo económico que también se había empezado a ver insostenible.

¿El orden fiscal es necesario? Es algo más que necesario, es inevitable. Pero se trata de un esfuerzo social que no puede ser infinito. Con el ajuste del gasto la gente ve recortados ciertos beneficios directos o indirectos que le proporcionaban alivio a su condición y calidad de vida. Por eso, era necesario que ese orden fiscal esté acompañado rápidamente de un sendero de crecimiento de la actividad económica que permita que la gente pueda ir verificando mejoras en materia de empleos e ingresos para que los padecimientos del ajuste fiscal puedan ser sobrellevados con tolerancia.
La ecuación orden fiscal y tolerancia social deben estar en un sendero de armonía para que el sostenimiento de ese logro (el equilibrio fiscal alcanzado) pueda ser todo lo sustentable en el tiempo que el ordenamiento del resto de la situación económica demanda. Ningún plan de ordenamiento fiscal puede ser exitoso si pierde tolerancia social. Esta es la dinámica que hay que resolver para que la salida de la situación económica que atraviesa la Argentina sea exitosa.
La verdadera duda no está en la convicción de Milei de avanzar hacia un orden macroeconómico saludable. La duda está en si su estrategia tiene en cuenta que su plan debe ser socialmente sustentable, porque ningún plan económico puede ser exitoso si no hay apoyo social. Por eso la derrota en PBA desencadenó la dinámica de pánico.
La tolerancia social puede ser lograda con respuestas materiales (si se le van resolviendo los problemas a la gente), pero también con respuestas actitudinales, si a la gente se la trata con empatía, con sensibilidad. Ahí está la pericia política del médico, que Milei ha mostrado carecer en exceso. Un médico que no ha sabido lidiar con gente que está padeciendo.
Trump podrá darle todo el apoyo político y económico que se le ocurra a Milei, pero si Milei no traduce eso en apoyo en las urnas, no habrá Trump que alcance. El Ejecutivo necesita ganar condiciones de gobernabilidad para poder tomar decisiones y lograr dotar al plan de sustentabilidad política y social.
Si la gente no le devuelve apoyo en las urnas, Milei perderá capacidad política de sostener el rumbo económico. Así funciona el mecanismo de toma de decisión colectiva que adoptamos como sociedad, así funciona la democracia. Por eso, en el ofrecimiento que hizo el Secretario del Tesoro a la Argentina, se remarcó que se trabajará en resolver toda la ayuda ofrecida "inmediatamente luego de las elecciones". Traducido, Trump quiere ver cómo le va a Milei en las urnas para saber si la ayuda que pueda ofrecer tiene sentido, porque si las urnas no acompañan, no habrá ayuda que alcance.
¡Queremos conocerte!
Registrate sin cargo en El Cronista para una experiencia a tu medida.
Más Videos















