Milei: sangre, sudor y lágrimas
Con la llegada de Javier Milei al gobierno, tras una campaña política centrada en verdades brutales, se rompió explícitamente con malas tradiciones en la región.
Lo que ha distinguido a Milei de otros políticos fue su honestidad, con la misma brutalidad que el primer ministro británico Winston Churchill le habló a su país cuando le dijo el 13 de mayo de 1940 que sólo tenía "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor", según la cita original.
Ese fue el discurso más importante en la vida política de la nación inglesa. Se habló con la verdad, por cruel que sea, y se convirtió a cada británico en socio en la lucha contra el nazismo, no sólo en víctima.
Quedan los antecedentes de Alberto Fernández en este ámbito. El expresidente gozó de su máxima popularidad cuando dijo la verdad. Ante el inicio del confinamiento por la pandemia en el país, Fernández dio uno de sus mejores discursos, sin edulcorantes. En él, comunicó la verdad y pidió la cooperación de cada ciudadano. Los argentinos, conocidos por su independencia, se unieron y cooperaron, lo que ayudó a manejar bien la primera fase de la pandemia. Esto catapultó al presidente a niveles de popularidad que fueron récord absoluto.
Fernández transformó a los argentinos de súbditos a socios en una crisis nacional. Nadie se opuso cuando era parte de solucionarla. Lo mismo se puede esperar con los planes de Milei. Aquellos que discrepen quedan fuera de foco, desconectados de la realidad. Sin embargo, la foto de la familia presidencial celebrando el cumpleaños de la primera dama en la quinta de Olivos dinamitó todo.
El confinamiento se cumplió a rajatabla porque la mayoría acompañaba a su líder. Cuando Fernández resultó ser un mentiroso, la reacción lo llevó al subsuelo de la historia. No había discurso, excusas, ideas o propuestas válidas. Del amor al odio hay un solo paso.
Javier Milei comprendió esta lección, así el presidente entrante propone otra ronda de sacrificios estoicos durante dos años. Ahora, la eficacia de este discurso de verdad a ultranza es objeto de escrutinio en varias capitales del mundo.
Entre tanto, Milei ganó comunicando la realidad de las cosas, mostrando los aspectos negativos y prometiendo erradicar actores considerados "vacas sagradas" durante décadas. Como dije, este método convierte al público en socios, siempre y cuando no aparezca una violación de la palabra.
Por otra parte, el populismo es un discurso a la carta con clientes que están "al otro lado del mostrador". Y que los votantes sean accionistas del gobierno en América Latina es disruptivo. Una vez que este sea el estándar de comportamiento, se acaban muchos de los discursos sobre los cuales se han apoyado históricamente todo tipo de regímenes políticos. Poco entienden muchos actores la revolución que esto significa.
Debemos analizar que el poder de la palabra cvambiará constituciones, en una ola continental. Y agrego que la región no se caracteriza por valorar lo dicho.
Se está creando un pacto cívico nuevo de verdad a toda costa. Y en el ámbito internacional es todavía más visible.
Históricamente, distintos líderes regionales apoyaron dictaduras porque estas están abiertas a pagar sobornos. Las piruetas discursivas para ser una "democracia", pero apoyar políticamente a China y Rusia se terminan.
La realidad es que las democracias se juntan con democracias. Y los corruptos se asocian a dictaduras. Como pasó en la Segunda Guerra Mundial, y como es una constante entre los países que hablan con la verdad -sin piruetas.
Reconciliar la parábola discursiva entre "democracia" y corrupción es el desafío más grande que la victoria de Javier Milei plantea en Santiago, Caracas, Bogotá, Managua y México -entre otras capitales.
Las cosas como son.
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