Los candidatos presidenciales no le están facilitando a la sociedad la decisión que tienen que tomar el próximo 22 de octubre. Porque en las dos compulsas anteriores, en 2015 y 2019, la disyuntiva pasaba por resolver continuidad o cambio. Pero en este caso, cada uno propone un horizonte diferente al que deja como herencia Alberto Fernández. Por lo tanto, lo que subsiste es la crisis, y la renovación prometida queda ligada a entender el tipo de herramienta o juego que cada uno utilizará para operar sobre ella. Patricia Bullrich y Sergio Massa se trazaron una estrategia y la ejecutaron con fidelidad. La candidata de JxC machacó fuerte al kirchnerismo, apostando todo a una línea argumental que viene un tanto gastada (los bolsos de López, los hoteles de Cristina) aunque se renovó con casos como el de Insaurralde y Chocolate Rigau. Massa, en tanto, se mostró en control (hasta se permitió decirle a Bullrich que ser vulgar y canyengue no le iba a servir para sumar votos), trató de ser claro con las propuestas y armó respuestas para las réplicas, ya que era esperable que todos los contendientes lo sacudieran con la complejísima coyuntura económica. Milei, en cambio, aún desconcierta. Porque busca mantenerse fiel a ese estilo desenfadado que lo hizo popular, pero a veces parece tener poco registros del alcance de sus palabras. En el debate volvió a minimizar el cambio climático y las políticas necesarias para contrarrestarlo. Si lo hizo Trump como presidente de EE.UU, cualquier político podría imitarlo, diría el libertario. Pero ayer fue mucho más allá cuando desaconsejó a los ahorristas renovar los plazos fijos. "Jamás en pesos, porque es la moneda que emite el político argentino y no puede valer ni excremento", respondió el libertario. Las respuestas oficiales no tardaron en llegar. "Es gravísimo, porque por un voto más está timbeando el ahorro de la gente", lo cruzó Massa. El BCRA tuvo que desestimar que haya cualquier problema de solvencia o liquidez en el sistema financiero. Pero no terminó ahí, ya que no hubo economista o banquero que dejara de calificar sus dichos como irresponsables. Alentar una crisis nunca contribuye a resolverla, porque a la larga destruye la confianza y la credibilidad de todos los actores que intervienen en la búsqueda de una solución. Los candidatos deben dar certezas para que la situación no se salga de control. Lo que el candidato libertario parece subestimar es que en toda crisis siempre hay una línea de no retorno. Si no es consciente de ese abismo, o elude ese registro porque cree que le suma votos, tenemos un problema, Houston. El Teorema de Baglini no es un invento de la casta. Es un semáforo que todos los que aspiran a conducir un país deben conocer y respetar. Como todos.