

Los inversores deberán balancear esta semana el impacto de tres noticias que afectan el sendero económico de la Argentina. Dos de ellas son positivas: el pago parcial al Club de París y la primera aprobación de la ampliación de capital del FMI, que implicará un desembolso de u$s 4300 millones. La tercera fue negativa, y en un mayor grado del que se esperaba: MSCI quitó al país de la categoría de mercado emergente y la colocó en la de mercado independiente, la más baja del ranking, junto a naciones como Panamá, Jamaica, Bosnia y Palestina, entre otros.
Cancelar una parte de la deuda con el Club de París permitió tachar un ítem relevante de la lista de asignaturas, ya que de no alcanzarse un acuerdo antes de fin de julio implicaba un nuevo default. El uso de reservas que aceptó el Gobierno para cerrar ese trato fue moderado, ya que involucra a 18% del saldo. Pero con el agregado de que ahora solo se aplicará una parte y el resto se abonará el 28 de febrero (para los desconfiados, 2022 es año bisiesto). Eso significa que la cifra comprometida para este año oscilará en los u$s 280 millones.Si no genera un nuevo acuerdo, sobre el saldo de capital que resta (unos u$s 2000 millones) habrá que pagar 9% de interés. Como se verá, lo único que concedieron los acreedores es tiempo.
Ese dato tampoco es malo: el Club pide que haya acuerdo con el FMI antes del 31 de marzo de 2022. Y como casi todos los países que lo integran están en el directorio del Fondo, el puente otorgado a la Argentina se volvió una aceptación implícita de que el acuerdo se cerrará después de las elecciones. Puede suceder antes, pero al menos la urgencia formal desapareció.
La segunda noticia, la ampliación de capital del FMI, servirá para descomprimir aún más el horizonte de reservas. Está previsto que los países miembros voten y concreten en agosto esta decisión, que determinará que de los u$s 650.000 millones que aportarán sus principales socios, la Argentina recibirá sin mover un dedo u$s 4300 millones. El Fondo le pidió al Gobierno que no incumpla con los desembolsos que debe hacer este año, que suman u$s 3800 millones. El kirchnerismo había pedido que se aplicaran para gastos internos, aunque deberá conformarse con los u$s 500 millones que quedan como saldo. No es poco y para hacerlo el Tesoro debe canjear los DEG por dólares y venderlos en el mercado único de cambios. Algo parecido se hizo en 2013, cuando el país aún estaba en default y los dólares no tuvieron otro uso alternativo.
La reclasificación de MSCI, por último, fue peor de lo esperado, pero para el mercado no mueve la aguja. La perspectiva sigue más atada a la inflación y a la política. Y sobre todo, a la evolución de la pandemia. Si la economía repunta con un sendero de precios descendente, es probable que el contexto financiero parezca menos oscuro de lo que lo muestra el repunte del blue y la brecha nuevamente en 80%.














