La Justicia y un mensaje a la política: "Es la unidad, estúpidos"

La aparición en público de los cuatro jueces de la Corte junto a magistrados federales de Rosario y consejeros de la Magistratura fue una señal al presidente, a la vice y a la clase dirigencial.

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Ninguno de los jugadores revela su estrategia. Pero todos creen intuir y conocer la movida del otro. Así, paralizados e intuyendo, esperan el 2023 los dirigentes del arco político nacional. 

Como contracara, la Justicia dio un golpe de efecto y aprovechó el desconcierto general para levantar su alicaída imagen pública. Si la crítica al oficialismo y a la oposición radica en que privilegian rencillas internas electoralistas, la Justicia salió a mostrar otra cara. La de la unión hace la fuerza. O en latín -como presumió uno de los magistrados- concordia res parvae crescunt (las cosas pequeñas florecen en la concordia). 

Uno de los jueces federales con mayor cintura política y al que le responde medio fuero más uno vio en el encuentro organizado por la Asociación de Jueces y Juezas Federales de la República Argentina (Ajufe) la oportunidad que estaban buscando. El convocante juez federal sabía que Ricardo Lorenzetti participaría como orador.

Sin dudarlo, desde la mesa de la pizzería fashion de Avenida del Libertador que usa como despacho alternativo, en dos llamados convenció al presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, para sumarse. Con ese sí, el de Rosatti, que entendió la jugada en cuestión de segundos, las presencias de Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz estaban prácticamente aseguradas. 

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Las mayorías se mueven como mayorías aún fuera de los expedientes. Y más aun si era a cero costo y puro beneficio. Rosatti y Lorenzetti transitan, en algunos puntos, una relación similar a la que mantienen Cristina Kirchner y Alberto Fernández: no se hablan, se desconfían, se acusan por lo bajo de traiciones y autonombramientos. Se miden. El poder de uno creció en desmedro de la pérdida de poder del otro. 

Sin embargo, rápidos de reacción, uno y otro entendieron que el mensaje que estaban por dar excedía ampliamente la necesidad de una justicia firme para luchar contra un narcotráfico que la tenía en la mira amenazando jueces y fiscales desde las cárceles federales como si se tratasen de unidades de We Work. 

Ante una sociedad intoxicada de internismo, la presencia de la Corte en pleno expuso una marcada diferencia. Fue un mensaje para los narcos, sí. Para los jueces y fiscales que tramitan esas causas en la zona más caliente del país en muchos casos arriesgando sus vidas. Sí. Pero sobre todo fue un mensaje para el presidente, la vice presidenta, la dirigencia política y -por supuesto- esa Argentina que los mira con recelo hace años: "No somos iguales". Y ante los problemas de la gente, los reales, si se tienen que juntar se juntan. Porque hay prioridades... 

La política se sumó a la causa que proponía la Justicia sin ateos. Y el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, dieron "presente" junto a los senadores nacionales por Santa Fe, Dionisio Fernando Scarpín y Carolina Losada. Más doce consejeros de la Magistratura con el representante del ejecutivo Gerónimo Ustarroz a la cabeza. Y siguieron las firmas hasta que se completó el auditorio y muchos quedaron afuera lamentando la falta de reflejos temprana: esa sí que no podía salir mal. 

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Nadie podría negar que la causa era justa. Que los cortesanos estuvieron astutos y que dejar las diferencias de lado les rindió a todos, aún si alguno estuviese ahí más interesado en el posicionamiento personal que en el combate a los estragos del narcotráfico en Rosario. El fin justificó claramente los medios. En Santa Fe les dieron la bienvenida aun sabiendo de qué se trataba, aun dudando por momentos si no estaban siendo utilizados. Ganaron todos. Win Win. Una foto. Un mensaje. Tanto más efectivo que los gendarmes que retacean desde el ministerio de Seguridad de la Nación. 

La orfandad que denuncia el intendente de Rosario ante la ola de violencia, por momentos encontró reparo entre los hombres y (tantas menos) mujeres del poder judicial. Las internas arden en la Corte. No son menos cruentas, aunque sí más elegantes que las que se dan al centro de las coaliciones de gobierno y opositoras. Sin embargo, lograron una causa que los aúne. Un tibio aplauso en medio de tanto repudio. 

Oportunidades abundan. La ciudadanía desborda de reclamos de presencia efectiva. Solo necesitaron de unas horas, un par de llamados desde un bar y una visión colectiva indubitable para llevarlo a cabo. ¿Qué parte de esta historia la política no ve?

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