

Está sentado en la silla más caliente del país, a la que llegan todos los reclamos y no tiene muchos datos positivos que ofrecer, más que resaltar la austeridad y pedir que se evite el cortoplacismo a la hora de analizar resultados.
Para domar la inflación y alcanzar el equilibrio fiscal, la Argentina resolvió avanzar con un ajuste del gasto y una suba de tasas que llevó a la economía a ingresar en una etapa recesiva, marcada por la devaluación del peso y la necesidad de acudir al FMI para garantizar el cumplimiento de los compromisos asumidos.
Pero la inflación escaló en septiembre al 6,5% y proyecta un octubre con números altos. Y encima, las provincias consiguen más recursos mediante la suba de impuestos antes de hacer el recorte de gastos necesario. Sin embargo, para el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, la escalada de precios comenzó a ser, desde hace 10 días, parte del pasado y el ajuste está garantizado en el Presupuesto 2019.
En su visión, como reveló en el reportaje concedido a El Cronista, el plan trazado comenzó a brindar sus frutos a partir de 2017 y sólo se detuvo por la sequía y la fuerte salida de capitales de los mercados emergentes. "Está claro que salir del populismo está resultando más difícil de lo que se podía prever, pero creo que la sociedad argentina quiere eso, va a sostener esta idea", dice, convencido de que el ajuste del gasto consolidado permitirá retomar el camino del crecimiento económico, sin apelar a mecanismos como los cepos, el corralito y el default, que forman parte del vocabulario de las gestiones anteriores. Y que a la hora de ir a las urnas, la esperanza en el resultado a mediano plazo permitirá la continuidad de Cambiemos en el poder.
En un año marcado por la austeridad, será ese el mayor argumento que sostendrá el proyecto nacional del oficialismo.














