

Silencio. Silencio. Shhh...
El 'silentium' -diría algún latinista- hace referencia a la abstención de hablar o a la ausencia de ruido. Una acepción que en este caso resulta más relevante, señala que el silencio también es un recurso paraverbal, es decir, que puede utilizarse para comunicar algo. Los inversores de todo el mundo, al menos aquellos que en algún momento pensaron que era una buena idea -no exenta de riesgo- invertir en una petrolera con operaciones en la Argentina y compraron acciones de YPF, parecen haber actuado ahora como si pensaran que el futuro de la empresa está seriamente comprometido. En las últimas semanas, nadie en el Gobierno nacional les ha dicho lo contrario.
Hubo sí un momento de vacilación. En la implacable sucesión de decisiones que se han tomado contra la compañía, e incluso cuando los rumores de estatización ya habían alcanzado una estatura considerable, fue el Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina quien pareció ceder -por un instante- a las intenciones oficiales cuando el funcionario se desdijo y afirmó que no había "ningún curso de acción definido" sobre las medidas que tomará el Gobierno con la empresa controlada por la española Repsol. Ese pequeño gesto le regaló a los inversores u$s 1.000 millones en apenas un día.
De todas formas, la información de la que disponen los accionistas de YPF -los minoritarios- parece haber acumulado suficiente mérito para generar una reacción negativa en cadena. Sólo así se explica que en menos de 50 días hábiles, la compañía perdiera u$s 6.700 millones en valor de mercado, es decir, u$s 134 millones por día, más de u$s 22 millones por hora de cotización. Con ese dinero, con los u$s 6.700 millones, uno podría salir de compras por la bolsa porteña y meter en el changuito a las metalúrgicas Siderar y Aluar. Incluso podría sumarle un banco, el Santander Río, y hasta se quedaría dinero para 'llevarse' Petrobrás Energía. La puja entre el Gobierno e YPF atravesó la agitada inquietud del verano y acaba de cruzar el arranque del otoño austral sin que haya alguna manifestación clara del Ejecutivo. Las especulaciones, ergo, están a la orden del día. En la Casa Rosada saben que la maquinaria de la especulación está en marcha y que cuanto más temor haya en Bolsa, más barata será la empresa. Si la estrategia oficial es deprimir las acciones de YPF, todavía habrá que esperar.













