Axel Kicillof, ¿el futuro pato rengo en provincia de Buenos Aires? Qué intendentes serían 'parias' en 2023

Axel Kicillof no entiende por qué motivos todas las semanas recibe una estocada, apriete o amenaza por parte de los dirigentes de su propio espacio.

Vivió como una tortura china las interminables negociaciones para aprobar el presupuesto de 2023, la financiación permanente que necesita la Provincia de Buenos Aires y tuvo una disputa personal con una parte de la familia Moyano, que no lo quiere demasiado, a través de uno de los hijos, Facundo, con quien tiene un viejísimo debate sobre el manejo de las autopistas provinciales y sus contratos relacionados a servicios, no solo el cobro del peaje, que sólo el rótulo dispara miles de elucubraciones.

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Sin embargo, lo que ya le avisaron, lo obliga a reconfigurar dramáticamente su estrategia, al igual que lo hizo en 2021 cuando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner lo obligó a incorporar a varios intendentes en su gabinete y entregarle la jefatura de sus ministros a Martín Insaurralde, el ex intendente de Lomas de Zamora.

El próximo 20 de enero, en el Partido de la Costa, Insaurralde convocó a un grupo de jefes comunales, algunos ministros que guardan la doble función y no se sabe si participará Máximo Kirchner, en lo que sería su reingreso a la política activa luego de dos meses de silencio buda, para trazar un esquema de trabajo en la Provincia y la Nación, conseguir puntos de vistas de cara a la dura campaña que se avecina para el oficialismo pero, muchos dejaron trascender, que sus amigos pretenden ungirlo como próximo candidato a vicegobernador, por lo menos, desechada la posibilidad de una PASO contra el gobernador que provocaría "una guerra tal que todos nos iríamos del poder en diciembre", según consideran la mayoría de los referentes provinciales.

Insaurralde conseguiría muchas cosas con esa vicegobernación. Primero, asegurarse buena parte del armado de las listas y se consolidaría como el interlocutor de más confianza que tienen los intendentes de todas las fuerzas, muy acostumbrados a hablar más de obras y de financiación que de otras cuestiones.

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Pero, si el oficialismo tuerce la dura cuesta en la que está en las encuestas de opinión, y sale airoso de las próximas elecciones, se queda como sucesor natural de Kicillof, que ya empieza a verse como el futuro pato rengo.

En estas hipótesis nadie pregunta qué hará la dupla matancera Verónica Maggario, actual vice de Kicilof, y el intendente con más poder del país, Fernando Espinoza, a quienes no les hace ninguna gracia que le saquen lo que ya tienen. Algunos confiesan que para la competitividad del Frente de Todos en La Matanza vendría muy bien un refresh y Maggario vuelva a ser intendenta. Hay competiría con otra mujer, la esposa de Emilio Pérsico, Patricia Cubría, en la interna. ¿Llegarán a esa instancia?

Sin embargo, no todo es tan lineal. Lo mostró claramente Juan Zabaleta que, tras su regreso a Hurlingham, desmontó en dos meses toda la estructura que había armado su interino Damián Selci y su jefe, el segundo de Luana Volnovich en el PAMI, Martín Rodríguez, todo con el consentimiento de Máximo Kirchner.

Zabaleta le pidió la renuncia a todos los secretarios que él creía que tenía que reemplazar y, en solidaridad, o bajo presión, lo hicieron los otros directores que podían seguir en sus cargos. También revisó unos 600 contratos directos que tenían incluidos ítems salariales desmedidos para la labor que ejecutaban solo por el hecho de pertenecer a la misma agrupación del interino que, además, no pudo volver a ser presidente del Concejo Deliberante, porque sus pares votaron otra cosa.

Quien desde hace rato está fuera del radar de las estructuras del Frente de Todos de la provincia es el intendente Esteban Echeverría. Fernando Gray sabe que le sirve mucho más seguir siendo peronista pero no participar de los conciliábulos que se generan en otros lugares. Habla más de lo que se sabe con Zabaleta, y entre ambos, buscan nuevos socios para sumarlos a su club de dos.

El otro virtual "paria" es Julio Zamora, de Tigre. Malena Galmarini quiere sucederlo y está dejando en claro que hará todo lo posible para hacerlo, y es poco factible que puedan, siquiera, llegar a una PASO. Al intendente cada vez se le hace más difícil conseguir quién le traiga la boleta oficial.

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Sabedor de todo esto, Kicillof empieza a armar sus propios encuentros con intendentes y jefes territoriales, máxime cuando desde La Cámpora lo criticaron por haber comido con Alberto Fernández en Chapadmalal en una reunión armada por los ministros Gabriel Katopodis y Santiago Magiotti con una docena de intendentes entre los que estuvo Mario Secco, de Ensenada, que dijo claramente que el único candidato en la Provincia es quien pretende ser reelecto. Quien quiera oir, que oiga.

Sin embargo, quienes organizaron un "boicot" al gobernador y al resto de los intendentes que se dieron cita hasta Tres Arroyos, en la sexta sección electoral, sur de Buenos Aires, fueron un grupo de concejales y autoridades partidarias del Frente de Todos local que responden a Carlos "Cuto" Moreno, quien a su vez, es uno de los laderos más firmes que tiene en la legislatura el propio Kicilof.

¿Qué pasó? Al parecer, los dirigentes locales le exigen fuertes cambios de conducción a las autoridades frentetodistas y en lugar de trabajar con el local Pablo Garate prefieren seguir siendo aliados del vecinalista Carlos Sanchez. Esto pasa en muchas otras localidades, inclusive, donde un intendente radical o del PRO conducen la comuna.

Esta inclinación la tienen los dirigentes que se sienten lejos del poder, además, porque saben que es muy difícil ganarles a sus jefes territoriales, se da a la inversa, también, entre la dispersa militancia de Juntos, que no milita, sino que espera órdenes.

La pelea y dispersión es tal que, en varios distritos en los que tienen reales chances de ganarle al peronismo, fundamentalmente en el Gran Buenos Aires, prefieren quedarse esperando una nueva oportunidad antes de ser poder a través de su rival interno.

Durante la semana que termina se dieron sucesivas reuniones y encuentros en las que quedó en claro que la dispersión y las pujas personales superan lo racional. Mar del Plata fue el epicentro de la foto "beatle" de Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Martín Lousteau y Diego Santilli. Ayer, como respuesta, en la misma localidad, estará Mauricio Macri presentando su libro, ¿Para qué?, que es lo mismo que muchos se preguntan sobre su necesidad de seguir siendo el referente máximo de un espacio donde es una parte, importante, pero una parte.

Sin embargo, en cada foto, en cada almuerzo, cena o juntada de equipos técnicos, los que no están con el macrismo duro se encuentran con miles de pedidos, reclamos y exigencias de difícil respuesta, para no decir imposible. Y esto debilita, salvajemente, las posibilidades políticas de la oposición que está más cerca de dividirse que de consolidar un frente electoral más allá del futuro oficialista.

"Si siguen jodiendo con el tema del radicalismo, Mauricio arma su nuevo espacio, lo trae a Javier Milei, y nos vemos en Disney", le dijo a El Cronista un encumbrado operador que conoce bien el humor del expresidente. 

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