A principios de octubre, el Ministerio de Defensa del Reino Unido editó su sexta edición del documento conocido como Tendencias Estratégicas Globales titulado "el futuro comienza hoy". En simultáneo, el HMS Queen Elizabeth era recibido en Nueva York, convirtiéndose en el escenario de la conferencia Atlantic Future Forum para discutir el impacto que tienen las tecnologías actuales en la creciente rivalidad entre los grandes poderes.

Existen tres denominadores comunes en la visión que los líderes de las potencias tienen: la preeminencia de los juegos de suma cero, la rivalidad estratégica, y la intención de reemplazar el orden liberal universal preexistente. Peter Wallensteen señala que el orden internacional alterna entre períodos universalistas y particularistas, cada uno presentando características específicas y diversas posibilidades en materia de paz y conflicto.

El orden precedente -de carácter universalista- suponía algún grado de acomodamiento, consenso funcional, no necesariamente amplio, respeto por los acuerdos alcanzados y cierto compromiso su mantenimiento. Un buen ejemplo de ello fueron los acuerdos contrarios a la proliferación nuclear. Además de verificar que actores secundarios no desarrollaran capacidades nucleares, se trabajaba en una progresiva limitación y reducción de los números de armas nucleares, con mayor o menor énfasis según las circunstancias internacionales imperantes, y un consenso acerca de las líneas que no debían cruzarse. Por el contrario, actualmente vivimos en un período donde la proliferación -tanto horizontal como vertical- se acelera generando expectativas de surgimiento de nuevos actores nucleares con cierto grado de resignación. Y esto no solo se aplica al campo nuclear sino también a las tecnologías digitales, que hoy comienzan a ser consideradas de "uso dual".

Dos eventos deberían ser vistos con preocupación por Argentina y sus intereses en el largo plazo. El primero es la formación de la Fuerza Espacial norteamericana, que se suma a las de Rusia y China, y deja en evidencia la militarización del espacio junto con la necesidad de mantener cierta supremacía en el mismo si se quiere obtener una victoria en los teatros de batalla relacionados. Proteger las líneas de comunicación espacial y su impacto sobre el espacio terrestre aéreo y naval será un imperativo estratégico. Asimismo, deja en claro el rol que el espacio ultraterrestre tendrá en la provisión de recursos materiales para la tierra - en un futuro no tan lejano - si queremos que el crecimiento económico no siga teniendo impacto ecológico sobre nuestro hábitat. Argentina, como actor espacial, debe comprender que las capacidades que se sumen en el mismo serán consideradas sensibles por los grandes poderes y sujetas a sus acciones, físicas como virtuales.

El segundo evento es el retiro progresivo de los acuerdos de armamentos que se desarrollaron durante la guerra fría y la posguerra empezando por el acuerdo que restringía el desarrollo de defensas antimisiles durante la época de Bush (jr.), el retiro por parte de Rusia del tratado de fuerzas convencionales en Europa (CFE), y la terminación de tratado de Fuerzas Nucleares Intermedias (INF). La razón es sencilla: China no era parte del acuerdo, está desarrollando fuerzas nucleares entre 500 km y 5500 km, como los misiles DF-3 y los DF-21, y además ya no representa el orden nuclear actual. Un INF del Siglo XXI debería incluir además a India y a Pakistán; situación difícil que suceda. Relacionado con ello se encuentra la necesidad norteamericana de reducir el costo de sus despliegues en el extranjero, lo cual no es equivalente a reducir el presupuesto de defensa. Por el contrario, la modernización nuclear demuestra que, en un futuro cercano, Japón y Corea del Sur deberán aceptar el paraguas nuclear en su territorio a cambio de un retiro significativo de tropas americanas, o desarrollar sus propias capacidades nucleares a riesgo de desestabilizar aún más la región. La cuestión nuclear excede lo misilístico propiamente dicho, por lo tanto la infraestructura asociada reporta un valor estratégico efectivo a quien la tiene y su ubicación se vuelve una cuestión de discusión y rispidez estratégica. La conexión a la grilla espacial de una potencia puede ser vista con recelo por otra y, por lo tanto generar tensiones y acciones de cara a proteger sus intereses globales. Argentina ha quedado expuesta a una creciente brecha estratégica, lo cual le brinda la oportunidad única de pensar cómo defender sus intereses estratégicos de largo plazo.