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Alquilar en CABA, el nuevo problema de la clase media

La nueva Ley de Alquileres, promulgada y luego publicada en el Boletín Oficial, establece, entre otras cosas, que a partir de hoy los contratos que se firmen deberán ser de tres años de duración, con actualizaciones no menores a los seis meses y calculadas en base al Coeficiente Casa Propia, que se utiliza desde 2021 para los créditos Procrear.

La agencia de noticias Télam informó, además, que la reforma de la Ley 27737 fue aprobada la semana pasada por el Congreso y se promulgó ayer con la publicación del Decreto 533/2023.

Los contratos que ya están firmados bajo la ley aprobada en 2020 -con plazo de vigencia de tres años y esquema de ajuste anual por ICL- seguirán su curso hasta la finalización de los 36 meses de duración y se ajustarán a la nueva ley al momento de la renovación.

Pero más allá de la nueva ley, que en realidad contempla pocas variaciones con la anterior, no soluciona una situación estructural muy compleja para todas las personas que tienen que alquilar.

El principal problema radica en la disparidad cada vez mayor de los sueldos y el valor de los alquileres.

Con los precios de los inmuebles en dólares, la brecha entre los salarios y los sueldos es cada día más importante.

Según un informe de Reporte Inmobiliario, el sitio especializado del sector de alquileres y compra y venta de casas y departamentos, durante el mes de septiembre se registraron solo 621 unidades para alquilar en CABA.

Por un departamento de un ambiente se pagó 199.500 pesos. La cifra se eleva a $ 243.750 por un dos ambientes, salta a $ 292.500 por un tres ambientes y a $ 300.000 por uno de cuatro ambientes.

Al mismo tiempo el salario mínimo vital y móvil en la Argentina es de $ 132.000. Es decir, se necesita más de 1,5 salarios mínimos para alquilar un monoambiente.

Los datos marcan una realidad caótica para un sector importante de la Argentina. Si se tiene en cuenta que el crédito hipotecario está desaparecido y que los salarios suelen no cubrir el propio alquiler mensual, miles de asalariados en Buenos Aires pujan por un lugar que les quedó muy lejos para comprar y tampoco se les hace fácil alquilar.

Las causas son varias. A la crisis de la economía, hay que agregarle la disparada del dólar, la reducción de la oferta de los propietarios porque prefieren alquilar de forma temporal y en dólares a turistas, y el precio de los departamentos, que si bien bajó, sigue siendo un resguardo del dólar.

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