Sentarse sobre los números para que la inflación termine mejor que en 2019

Para Alberto Fernández su primer año de gestión no solo fue largo, sino que la pandemia lo volvió interminable. El calendario recuerda los pocos días que faltan para que se termine y por eso el Gobierno ya está pensando en términos de balance. El esfuerzo está concentrado en tratar de que algunos números cierren de la manera más satisfactoria posible. Y que algunas decisiones políticas trascendentes puedan ser resueltas antes de que llegue enero.

El dato de inflación puede llegar a una variación nominal inferior a la que estiman los economistas que participan en el REM del Banco Central. Con el 3,2% que informó el Indec para noviembre, los primeros once meses acumulan 30,9%. Eso implica que en el peor de los pronósticos para diciembre, si el IPC llega a 4% el número del año puede cerrar en 35%.

Esa posibilidad, de todos modos, no está garantizada ni mucho menos. Las dos primeras semanas del mes no dan buenos augurios, con aumentos en productos sensibles como la carne y con una suba leve, pero suba al fin, de los combustibles.

Sin embargo, es evidente que hay una decisión oficial tendiente a comprimir todo lo posible los precios de los servicios, no solo este año sino también en el arranque de 2021. Los responsables de aplicar las nuevas tarifas energéticas ya anticiparon en su momento que primero hay que hacer audiencias, luego definir los beneficiarios de los subsidios y recién ahí aplicar el nuevo cuadro, lo que sucederá entre marzo o abril.

Como mencionamos ayer en esta columna, faltan otros registros que permitan darle una proyección más favorable al número de inflación con el que espera cerrar el año el Gobierno. Tienen que ver con las proyecciones de déficit fiscal que hoy se negocian con el FMI y con la forma en la que se va a financiar. Si ese número baja la dependencia de la emisión monetaria, la perspectiva será mejor.

El resto tiene que ver con la política cambiaria que esté dispuesto a ejecutar Alberto Fernández, ya que al resto de las expectativas inflacionarias dependen de que crezca o baje la actual brecha entre el dólar oficial y el paralelo.

El componente de mayor incertidumbre sigue siendo la evolución de la pandemia. El Gobierno alertó por el crecimiento de los contagios en el AMBA, ya que si esa tendencia se convierte en un rebrote, puede haber un endurecimiento sanitario que cause un impacto de segunda ronda en el nivel de actividad.

Lo que puede convertirse en un broche positivo para el jefe de Estado, es la posibilidad de que el Congreso apruebe en dos semanas dos leyes relevantes, como lo son el cambio de la fórmula de ajuste de las jubilaciones, y la norma que legaliza el aborto. Sería una buena forma de completar el 2020 con una promesa de campaña cumplida y darse un breve respiro. Los problemas irresueltos no admiten más que una breve pausa.

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