El silencio de Macri y la amnesia del avestruz: los tres ajustes ineludibles del 2020

Miopía en el zoológico. Los pueblos que no recuerdan, no aprenden. Los pueblos que no aprenden, no corrigen. Los pueblos que no corrigen, colapsan y desvanecen irremediablemente ante el amargo y despiadado paso del tiempo, un tiempo que en el mundo desarrollado ya utiliza robots cuando aquí en Peronia, seguimos atrapados en cuestiones del siglo 17. Pero peor incluso que no recordar es no poder ver.

  • Uno, Nisman:“yo no vi nada .
  • Dos, Cepo: “yo no vi nada .
  • Tres, intervención del Indec: “yo no vi nada .
  • Cuatro, nacionalización de YPF: “yo no vi nada .
  • Cinco, negociación con el Club de París: “yo no vi nada .
  • Seis, financiamiento con Chávez: “yo no vi nada .
  • Siete, aumento de la pobreza: “yo no vi nada .
  • Ocho: salto en la inseguridad: “yo no vi nada .
  • Nueve, déficit energético: “yo no vi nada .
  • Diez, incremento bíblico del gasto púbico: “yo no vi nada .
  • Once, tarifas regaladas y pérdida de reservas: “yo no vi nada .
  • Doce, fútbol para todos en lugar de escuelas, obras y hospitales: “yo no vi nada .
  • Trece, tragedia de Once: “yo no vi nada .
  • Catorce, inundación en La Plata: “yo no vi nada .
  • Quince, se nos fue un PBI entero quien sabe dónde: “yo no vi nada .
  • Dieciséis, pesando el efectivo: “yo no vi nada .
  • Diecisiete, sobreprecios en obra pública: “yo no vi nada .

Memoria. El país entero fue cómplice de una amnesia tan evidente como vergonzosa y ahora nos toca hacernos cargo de esta criatura que supimos alimentar a lo largo de tantos interminables años. La mediocridad asistida es lo mejor que nos espera frente al permanente fantasma del caos. Habrá muy poco para disfrutar y mucho para sacrificarse y corregir. Argentina fue devastada por el socialismo, ahora nos toca juntar los pedazos y empezar de nuevo o resignarnos a ser África en breve en caso de seguir con la misma postura de siempre. Por lo tanto, una vez dirimidas estas interminables elecciones de tres ruedas redundantes votando siempre lo mismo, el tiempo para la transformación será muy escaso por lo que Argentina no tendrá la chance de jugar nuevamente “la carta de la avestruz desentendida . Elecciones PASO comienzan a definir si le ponemos el pecho a esta realidad y la corregimos de una vez o si decidimos palmar de nuevo. No existe una sola solución mágica que nos saque de esto fácilmente. Es precisamente esa avestruz que vive en cada uno de nosotros la que autorizó con su silencio cómplice y ceguera permisiva los excesos del pasado que hoy obligan a un presente de sacrificios supremos basados en tres cambios estructurales ineludibles.

Nos restructuramos o desaparecemos. Se acercan momentos decisivos para una sociedad que muchas veces prefiere enterrar la cabeza como el avestruz, desentendiéndose de una realidad que si mira al pasado reciente resulta escabrosa y sumamente tonta en múltiples dimensiones. Mayoritariamente la herencia del pasado y errores groseros del presente nos condenan a un próximo lustro lleno de desafíos sociales y macroeconómicos que obligará a la administración de turno a una coherencia quirúrgica, única y formidable dado que ya no nos queda margen para la estupidez, para una nación que ha batido todos los récords de tonteras y oportunidades desperdiciadas. Argentina para seguir manteniendo el inaceptable nivel de gasto público actual deberá necesariamente renovar deuda soberana en 2020 y muchos años más. Wall Street estará para financiar a la Argentina por ese tiempo sólo si nuestra nación muestra atisbos de razonabilidad y audacia al día de asunción del nuevo presidente que nos toque, no nos darán ni un solo segundo para la irrelevancia. El insoslayable desafío de la Argentina de caras a diciembre 2019 es mostrarle al mundo entero que para seguir recibiendo asistencia financiera por un rato más y evitar por lo tanto, el caos, deberemos demostrar que para el próximo lustro estamos decididos a reformular nuestra economía y achicar sustancialmente el agobiante gasto público que hoy padecemos y recuerden: no habría deuda si no hubiese gasto público en exceso. La raíz de todos nuestros males radica en la terquedad incorregible de una sociedad que pretende vivir muy por encima de sus capacidades disfrutando los beneficios del capitalismo al mismo tiempo que defiende una y otra vez las inconsistencias de un sistema socialista que lo único que ha hecho es quebrarnos a lo largo de 75 interminables años. Seguir alimentando este socialismo desquiciado, ineficiente y gastador, obliga hoy a endeudarnos y mañana si tenemos suficiente suerte, a venderle al mundo que para seguir pasando la gorra por un rato más hasta que nos equilibremos definitivamente deberemos encarar reformas en tres frentes inminentes.

Los tres frentes. Primero, lamentablemente, la década ganada incrementó de manera incomprensible la cantidad de beneficiarios sin aportes previos lo cual ha hecho que nuestro sistema de jubilaciones sea insostenible a mediano plazo. Podemos como el avestruz, seguir ignorando esta realidad y soportar por lo tanto las nefastas consecuencias de un gasto público brutalmente sobredimensionado o hacernos cargo de la herencia del pasado, tomar la pérdida y extender la edad jubilatoria de manera de sacarle presión al cash actual. Estamos en una realidad donde no quedan demasiadas alternativas más que sumo sacrificio y coherencia. Y para los que consideren que esto es injusto les comento que el momento de criticarlo fue antes cuando se sobredimensionó un sistema que fue condenado a la quiebra. Segundo, nuestra legislación laboral es un monumento al juicio y al desempleo crónico. Contratar a un empleado nuevo es tan oneroso que las empresas terminan por no hacerlo, lo cual perjudica ampliamente a todo aquel argentino que sin trabajo desea obtener uno. Corregir este segundo frente hace a incrementar la eficiencia de un aparato actual que peca por sobre-sindicalizado y lo único que hace es destruir potencialidad de empleo, para una país en donde no sobra y para un mundo que nos propone a la robótica de caras al presente. Tercero, de la mano de un gasto público en descenso, se podrá encarar una razonable reforma tributaria que de a poco vaya bajando la irracional y absurda carga fiscal de aquéllos pocos que viven en blanco y bancan con su trabajo y esfuerzo al resto de una sociedad que se acostumbró a exigir derechos múltiples a un Estado al que le piden todo y no le ofrecen nada a cambio. Pero como en definitiva, el Estado somos todos y todos terminamos quebrados, ese Estado tan venerado por el socialismo perdedor de siempre termina por dejar en rojo a una nación entera.

El mecano. Este próximo domingo los argentinos comienzan a contarle al mundo qué clase de país puede imaginarse y cuánta financiación por lo tanto, estará dispuesto a concedernos. A diferencia de lo que algunos personajes comentan, las PASO no son una simple encuesta de prueba, las PASO no son de mentira, las PASO no nos dan el derecho a jugar la irresponsable carta del enojado furioso y esperar a octubre. En la coyuntura potencialmente dicótoma y esquizofrénica que nos toca enfrentar en el cortísimo plazo, las PASO sentarán las bases para un tránsito macroeconómico razonable o no con contundentes consecuencias electorales. De aquí su extrema relevancia y el llamado a que los avestruces desentendidos que pululan por Peronia se involucren ahora mismo ignorando la presunción de que las PASO son un juego de niños decepcionados sin consecuencias. En un país desquiciado y al borde de un ataque de nervios permanente como es la Argentina, toda tuerca importa. El mecano se comienza a construir o a destruir este domingo.

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