Dólar en 37, riesgo país en 700 y la pregunta correcta: ¿pagar o rolear la deuda?

¡Vamos Peronia, no está muerto quien pelea! Mi escenario base concibe a Cambiemos ganando las presidenciales del 2019. En ese contexto, el presidente Macri no debería cometer el mismo error de sus primeros cuatro años de gestión. Esta vez y sin chances para otra cosa, deberá seducir a un mercado internacional de deuda con decisiones audaces y estructurarles por una sencilla razón: no hace falta pagar la deuda, sólo es necesario renovarla y para ello es crucial contar con un shock de confianza. Todos los países del mundo funcionan de esta forma. Nunca fui de los que esperan un colapso para la deuda argentina y mucho menos lo soy ahora. Tenemos chances de salir de esto razonablemente bien parados pero ya no hay margen para el error.

Argentina no necesita pagar su deuda, esa no es la pregunta relevante. Argentina necesita rolear su deuda, que no es lo mismo, lo cual es una condición mucho menos exigente. Para pagar la deuda se necesitan “dólares que no tenemos, pero para rolear la deuda sólo se necesita una “historia medianamente creíble que sí podemos articular. Recuerden: Wall Street es una máquina de inventar historietas. Así como nos compraron en 2016, nos vendieron en 2018 y por ahí, nos vuelven a comprar en 2020, aun cuando los números del corto plazo no cierren.

Lo que tiene que cerrar es la historia que le vendamos al mundo y para ello resulta clave que el próximo gobierno no sea populista y extremo. En el juego de deuda soberana, ningún país paga su deuda, sólo se pagan los cupones de interés que la misma genera, sin obligación de devolver el nocional. Si por ejemplo, el mundo hoy mismo le pidiese a Estados Unidos que pagase su deuda, no podría hacerlo a menos, a cambio de una hiperinflacion monstruosa en dólares.

Dicho evento no ocurre debido a que el mundo juega a que la deuda norteamericana es pagable y eso radica en un solo concepto: confianza infinita y roleo, aspecto que le sobra a Estados Unidos y que le falta a la Argentina. Aquí estuvo el gran error de estrategia de un gobierno que al ganar las elecciones en octubre 2017 pudo girar hacia la derecha y sin embargo y decepcionando a Wall Street, intensificó una socialdemocracia que no hizo otra cosa que dejarnos al borde del knock-out.

¿Infierno K o algo menos malo? Entre la eterna agonía macrista que promete Cambiemos o el agobiante infierno rojo que seguramente se vendría con el kirchnerismo, elijo sin dudar un segundo agonizar amarillamente hasta la eternidad, lo cual en sí mismo es frustrante, pero de la Argentina diezmada en la que vivimos no se puede esperar mucho más que esto.

Hasta que la sociedad misma no se convenza de que la condición hacia la prosperidad es un Estado chico y no uno gigantescamente holgazán como el que mantenemos, sólo deberemos conformarnos con no caer en un infierno institucional como el que aseguraría el regreso del magnánimo club K. Mientras tengamos una sociedad que apoye mayoritariamente a un socialismo empobrecedor, solo podremos aspirar a la mediocridad estable como el mejor escenario posible, el cual en las condiciones actuales, no es fácil de conseguir.

El argentino promedio vive oprimido y quejándose por culpa del socialismo de siempre pero irónicamente, aborrece al liberalismo que no conoció nunca. En un contexto de sociedad más exigente, obviamente, los políticos actuales que constituyen la elite intelectual de Peronia, serían reemplazados por algo más parecido a un Alberdi o un Sarmiento. A este punto no sé si esto es una expresión de deseo de mi parte o simplemente constituye un ejercicio de ciencia ficción, pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde, aun en la incorregible Peronia.

La chiquitez como mejor opción posible. En este contexto de mediocridad generalizada, muchos todavía no entienden que se puede bancar desde la crítica. Voy a votar a Cambiemos en las presidenciales del 2019 por una sencilla razón: a pesar de la decepción, no le voy a hacer el juego a los verdaderos malos. Los K no deben volver nunca más a gobernar un país que en 2015 quedó en absoluto estado de bancarrota a pesar de haber sido bendecido por precios de commodities en máximos históricos durante los años dulces que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers en septiembre del 2008. Decir que Cambiemos es tan malo como el kirchnerismo es una grotesca subestación al daño que la era K le propinó a nuestro país no solo a nivel económico, sino también cultural, social e institucional.

A pesar de los infinitos errores oficialistas que me tengo que fumar como ciudadano de Peronia, banco a Cambiemos aun cuando no me gusten y aclaro: no me gustarán nunca. Por lo tanto, entre infierno K o agonía macrista, decido fumarme al segundo por una resignada razón: es muchísimo menos malo que el primero. Quizá éste sea el costo a pagar por tener algo potable como oferta electoral en un futuro medianamente cercano, antes de que me muera.

Un renovado salto en riesgo pais que comenzó en noviembre 2018. Y en este entorno de marcada incertidumbre electoral al menos hasta las PASO de agosto, Wall Street ya comienza a especular respecto al destino de la deuda externa Argentina con Cambiemos al mando o sin él. El renovado castigo a los bonos soberanos argentinos, fruto en gran parte del riesgo político que se nos viene para el 2019, comienza a inicios de noviembre 2018. Por entonces, el CDS a 5 años de Argentina cotizaba en 556 puntos y al cierre de un fatídico diciembre llegó a 800 puntos.

Parecería que 2019 comenzó con un cambio significativo de ánimo global que contagia a la Argentina, con el CDS cotizando cerca de los 700 puntos y llevando a la deuda soberana hacia un entorno de mayor normalidad, dadas la penurias y circunstancias que enfrentamos. Mi sensación es que al menos hasta las PASO de agosto, el riesgo país medido por los CDS no debería cotizar por debajo de los 650 puntos. Una vez develada la incertidumbre política, si Cambiemos gana la presidenciales y ese es por el momento mi escenario base, la deuda argentina podría sorprender con un rally de fin de año acercándose otra vez hacia la zona de los 530.

Dos trenes: uno seguramente en contra y ¿el otro a favor? En esta coyuntura se hace clave entonces que al “tren en contra que significa la incertidumbre política local se lo neutralice con algún “tren a favor que provenga del mercado internacional o en criollo: “de la suerte providencial . Y en este frente parecería que de la mano de una Reserva Federal en USA aparentemente más laxa en materia de tasas y un entorno de mercados emergentes que parecería haber abierto el año con un tono mucho más favorable, Argentina de la mano de Batman, podría haber encontrado una combinación de “negatividad local con “positividad internacional que quizá sea lo suficientemente poderosa como para operar como estabilizador de paridades. Si dicha combinación se diese, podríamos transitar un primer semestre plagado de incertidumbre interna al menor costo posible digamos, un CDS a 5 años deambulando en la zona de los 680/720 puntos.

Pasada la incertidumbre y si Cambiemos ganase la presidenciales de 2019 como espero, el CDS a 5 años podría retornar a los mínimos de septiembre post-acuerdo con el FMI en 530 y desde ahí se abriría un mundo de especulación respecto a que acontecerá en 2020. Pero en la Argentina de hoy hablar de 2020 es larguísimo plazo, primero hay que sobrevivir a un 2019 que al menos promete ser menos malo que el trágico 2018. Por muchos años nos estaremos muriendo todo el tiempo pero respirando y pataleando, sin enfriarnos definitivamente.

¿Reinventándonos por impostergable obligación? Por lo tanto, después de las elecciones, es crucial seducir con reformas creíbles y concretas. Argentina no necesita tener “la plata para afrontar los vencimientos del 2020, lo que necesita sin embargo, es tener una historia razonablemente vendible de caras a un mediano plazo. En unas 15 ruedas, el CDS a 5 años de Argentina comprimió aproximadamente 100 puntos básicos.

Falta mucho todavía, pero si después de las elecciones seducimos al mercado con historias razonablemente creíbles y concretas, Wall Street nos volverá a comprar y rolear. Wall Street no nos va a pedir la plata mañana, lo que sí nos exigirá es contar con una historia que sustente un horizonte de razonable credibilidad. El castigo a la deuda argentina en diciembre 2018 siempre me pareció exagerado aunque nobleza obliga: el mercado siempre tiene razón. Parecería que de la mano de un humor global hacia emergentes mucho mejor a inicios de 2019, Wall Street se anima a revalorizar con mayor optimismo a la deuda argentina. Es clave que este aparente mejor humor se consolide dado que Argentina necesita neutralizar su riesgo electoral con viento de cola a favor en emergentes. Un EMBI coqueteando otra vez en 105 es promisorio. Es clave que suba, de la mano de una Argentina “high Beta , eso traería mayores bajas en riesgo país. Este aspecto podría ayudar a neutralizar los próximos ocho meses de alta incertidumbre electoral.

Un 2019 que, ante la sorpresa de todos, comenzó muchísimo mejor. En este contexto, resulta clave el dato de inflacion a publicar en los próximos días, si el mismo sale bien seguirá la expectativa de baja de tasas y riesgo país correlacionando a la baja contra dicha expectativa.

El 2019 con solo ser menos malo que el 2018 puede generar cambios violentos de retornos en activos argentinos. La estabilidad cambiaria, de la mano de tasas en pesos que van aflojando fuertemente, sigue contagiando al riesgo país en el sentido correcto. Parece que ahora los bonos cortos comienzan a ralear relativo a los largos y a normalizar una curva que se había invertido demasiado. En los últimos días se observó una mejor performance del Bonar 24 vs los bonos largos por lo tanto, la curva parecería que anda con ganas de desinvertirse en alguna medida, aspecto que sería otra razón más para describir a un mercado de bonos que por razones que no termino de comprender plenamente comienza a ver a la deuda argentina nuevamente con un revonado optimismo. Esto es muy bueno dentro de lo complicado que estamos y quizá la explicación sea muy sencilla: simplemente, la deuda argentina en el cierre del 2018 había bajado demasiado. Se puede, ¡vamos Peronia!

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