Cuál es la agenda inmediata del nuevo Gobierno

El que gane deberá enfrentar una agenda económica muy desafiante, no sólo por lo compleja sino también por lo urgente.

Dado el resultado de las elecciones internas, lo más probable es que Alberto Fernández sea el próximo presidente y, como tal, deberá enfrentar una agenda económica muy desafiante. No sólo por lo compleja sino también por lo urgente. Más allá de lo que puede ser un programa destinado a poner en marcha la economía argentina y devolverla a la senda del crecimiento, el próximo gobierno, debe presentar un programa de corto plazo para atacar una serie de problemas que de no enfrentarse pueden producir dificultades mayores. En esta agenda está la cuestión del control de cambios, la desvalorización del peso, las tarifas congeladas y los vencimientos de deuda. Todos estos temas deberán comenzar a resolverse durante la transición o en las primeras semanas del próximo gobierno. Esta realidad va más allá del resultado electoral y no cambiaría si en un evento sorpresivo Mauricio Macri resultara reelecto.

El primero de estos problemas es el deterioro del control de cambios y del mercado del dólar. Mantener la divisa estable con un control de cambios ha reducido notablemente la oferta de moneda extranjera lo cual ha provocado una salida de depósitos y una pérdida de reservas. Los controles de cambios suelen provocar estas cosas porque una vez que se establecen tiende a caer drásticamente el ingreso de divisas, ello resulta en una nueva escasez de dólares que a su vez termina forzando a las autoridades a reforzar el control de cambios y así sucesivamente, hasta que no quedan reservas y se debe devaluar la moneda.

De hecho, el mercado ya está descontando un incremento en la brecha cambiaria como se ve en la diferencia entre el tipo de cambio "Bolsa" o "MEP" y el dólar oficial. Como si esto fuera poco, el propio Alberto Fernández le pidió a Macri en repetidas ocasiones que no deje saltar al dólar, pero que tampoco pierda reservas. En las condiciones actuales, en las que el dólar tiende a subir, eso es el equivalente a pedir un control de cambios más férreo. Lo cual tiende a confirmar las sospechas de los inversores y ahorristas de que en el futuro cercano será más difícil o caro hacerse de dólares.

En efecto, o se corrige el dólar al alza y se levanta el control de cambios (o se mantiene el actual con algunos cambios) o se estabiliza el dólar a fuerza de endurecer el control de cambios. Ninguna de las dos representan soluciones definitivas pero habrá que tomar una decisión al menos de corto plazo porque en lo que va de octubre las reservas cayeron en casi u$s 3500 millones y se está acelerando.

El segundo punto de la agenda será la cuestión de las tarifas y de algunos precios congelados, como la nafta. En efecto, el gobierno actual dispuso un congelamiento del precio de la nafta que vence el 14 de noviembre. Según se estima, el precio de la nafta debería subir otro 20% debido al aumento del dólar. Algo similar sucede con las tarifas de los servicios públicos, cuyos aumentos establecidos a principios de año fueron pensados para una inflación más baja en primer lugar y después fueron suspendidos.

Muchas de las inversiones en el sector energético, como las de Vaca Muerta, dependen del esquema tarifario que se aplique. Aún si, se cambiase el esquema actual, habrá que definir que se hace con los aumentos que no se hicieron. En este punto, también habrá que ver qué sucede con algunas paritarias que aun quedan por cerrar y otras que requieren compensaciones.

Durante la campaña, Alberto Fernández ha presentado como propuesta un acuerdo económico y social que congele los precios por un cierto período, pero es muy probable que antes de que eso suceda se deban reacomodar precios relativos.

El tercer punto es la deuda y la cuestión fiscal. Lo cierto es que el mes de diciembre es donde se concentra la mayor parte del déficit primario del año, debido al pago de aguinaldos y otros gastos importantes. Además, en los primeros seis meses del próximo año se concentra la mayor parte de los vencimientos del 2020 y será difícil lograr refinanciar todo eso. Sin embargo, también es cierto que la mayor parte de los vencimientos son de deuda local, lo que hace que sea más fácil de defaultear y restructurar, pero las consecuencias de una mala restructuración, sobre la economía real serían mucho más profundas. Lo mismo sucede con la deuda internacional, pero allí las consecuencias legales son más complejas. Por otra parte, cualquier restructuración exitosa requiere de un programa fiscal que permita generar los recursos, para pagar al menos los intereses.

Finalmente, la cuestión probablemente más compleja sea la monetaria, porque el próximo gobierno deberá emitir dinero por razones como el financiamiento del déficit primario, la baja de la tasa de interés de las Leliq y el pago de las letras en pesos que fueron defaulteadas y reperfiladas. Todo ello en un contexto de caída en la demanda de pesos, lo que implica que cada peso emitido generará más inflación de lo que solía.

Esta agenda debe ser tratada con sumo cuidado, relativa urgencia y de forma integral. Porque naturalmente, la emisión monetaria choca contra los acuerdos de precios y el pago de las letras en pesos, se golpea con la necesidad de mantener baja la emisión de dinero. No cabe duda que navegar estas aguas implicará mucha muñeca de parte del equipo económico responsable y el riesgo de cometer errores en este proceso puede llevar a una espiralización inflacionaria o a una recesión más profunda. Pero además, salir airosos de estos desafíos no generará ninguna mejora en la economía real solo evitará mayores problemas. Para que Argentina, vuelva al sendero del crecimiento económico se requerirán reformas estructurales que también deberán plantearse el próximo año, de lo contrario habrá poco espacio para la inversión y el desarrollo.

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