Chubut, amenaza de ‘zugzwang’ para Macri

Una cuestión semántica. Ese fue el argumento que utilizó el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, para zanjar la confusión y alerta que generaron sus declaraciones respecto de la situación de la deuda provincial. Un político quizás no vea la diferencia, pero en los mercados no es lo mismo reestructurar que refinanciar.

Un ministro de Economía provincial debería saberlo. Y haber advertido al gobernador antes de que hiciera esas perturbadoras declaraciones. No es lo mismo decir "no quiero" pagar esta tasa de casi 8% anual cuando hoy puedo conseguir fondos al 5%, que "no puedo" pagar la deuda que asciende a unos u$s 115 millones.

Reestructurar significa no puedo, y se traduce automáticamente como default, palabra que para la Argentina, con su frondoso prontuario financiero, inevitablemente hace ruido en los oídos de financistas e inversores.

En las mesas de bancos y ALyCs no tardaron en reunir varios datos de Chubut:

1) este año le vencen casi $ 7.000 millones;

2) 75% de la deuda la emitieron en moneda extranjera;

3) la suba del dólar elevó la deuda emitida en pesos en casi $ 2900 millones;

4) el déficit provincial es de $ 9000 millones, equivalente a 20% de los ingresos;

5) la legislatura no le aprobó ni la emergencia económica ni le ratificó el Pacto Fiscal.

La necesidad de reestructurar no parecía una locura. La provincia se vio forzada a emitir un comunicado, en el que se preocupó por subrayar la solvencia fiscal y destacar las garantías con las que cuentan los instrumentos provinciales. Tarde. El daño ya estaba hecho. Los papeles de Chubut bajaron fuerte y arrastraron en la caída a los bonos de otras provincias.

Arcioni aclaró que quiso decir refinanciar, no reestructurar. Le faltó un Se iguala..., como hubiera dicho el célebre personaje de Juan Carlos Altavista.

¿Quedó superado el tema? Habrá que ver. El Ejecutivo de Rawson pretende que el Congreso local le apruebe la emisión de nueva deuda a un costo menor, para cambiarla por la vigente. No está claro que eso vaya a suceder en las sesiones extraordinarias que convocará para febrero. Ni que se ratifique el acuerdo con el Ejecutivo nacional, que implican congelamiento del gasto, reducción de personal y rebaja de impuestos.

El interrogante que dejó pendiente el torpe episodio patagónico es, qué puede suceder si eventualmente una provincia llegara a tener dificultades para cumplir sus compromisos financieros o para encuadrarse a los términos de la dieta fiscal. No se conocen penalidades ni sanciones.

En la Unión Europea, pese al estricto Pacto Fiscal firmado en Lisboa en 2012, aún hay desfasajes macroeconómicos de magnitud, tanto en los límites de déficit fiscal como en los topes de endeudamiento. Bruselas tiene la lista de sanciones previstas, pero la Comisión encargada de monitorear los desequilibrios nunca las aplicó, ni siquiera efectuó recomendaciones para corregirlos, a pesar de los permanentes reclamos del Consejo Europeo y del BCE.

¿Cómo reaccionará la Administración Macri ante un evento equivalente? Gran dilema: si se mantiene firme y mira para otro lado, puede llegar a consentir una crisis provincial y tal vez se vea forzada a una intervención provincial. Si acude en ayuda, avalando deuda o asistiendo financieramente, daría pie a que otras provincias se relajen, pero además agregaría algunas décimas al persistente déficit del Tesoro nacional y, lo más grave, perdería en credibilidad, como sucedió con el cambio de la meta de inflación o la modificación del cronograma de rebaja de retenciones a la soja.

En ajedrez, la situación es conocida como zugzwang: cualquier movimiento posible que haga el jugador, empeora su posición. Lo importante, en los escaques como en la vida, es que se puede evitar caer en ella.

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