
En el balneario atlántico uruguayo de Punta del Este, los indicios de la llegada de moradores acaudalados se ven por todas partes. El club de yacht está activo todo el año, las inscripciones en escuelas privadas se incrementaron, y el desarrollador italiano Cipriani empezó las obras de lo que asegura será el "más grande complejo de lujo de América del Sur".
Enclavado entre la Argentina y Brasil, Uruguay desde siempre ha atraído a visitantes prósperos de ambos países, especialmente en los meses de verano de diciembre a febrero. Pero en años recientes más extranjeros potentados, mayormente argentinos pero también europeos y estadounidenses, vinieron para instalarse.
El atractivo no consiste sólo en los cientos de kilómetros de costa sobre el Atlántico punteada por ciudades con playas, incluyendo el tramo al que llaman los Hamptons de América del Sur. Meses después de haber asumido en marzo de 2020, el presidente Luis Lacalle Pou, un partidario de las políticas de libre mercado (y ávido surfista) de 50 años, emitió un decreto por el que facilitó que los extranjeros eligieran a Uruguay como domicilio fiscal.
Para acogerse al beneficio los expatriados deben pasar no menos de 60 días en el país y comprar propiedades valuadas en un mínimo de US$ 500.000, o invertir al menos US$ 2,2 millones en un negocio.El premio: no pagar impuestos a los ingresos por inversiones externas durante 11 años. "Con el tiempo vimos cambios importantes en las leyes uruguayas que atraían la presencia de personas con patrimonios ultra elevados", afirma Thiago Alonso de Oliveira, director ejecutivo del desarrollador de lujo brasileño JHSF Participaçoes SA, que opera una comunidad cerrada en Punta del Este.
Esos cambios están en marcado contraste con la cultura de gravar a los ricos que predomina en el resto de América latina, en tanto los gobiernos buscan cubrir los déficit presupuestarios y atender la desigualdad que exacerbó la pandemia. Colombia aplicó un nuevo impuesto a los ricos que entró en vigor este año, y el Congreso de Brasil debate un proyecto similar.
En una zona del mundo sacudida frecuentemente por la convulsión política y asediada por enormes brechas salariales, Uruguay se ha destacado desde siempre por sus envidiables niveles de estabilidad y por tener uno de los más altos estándares de vida de América latina, gracias a un vasto estado de bienestar y a exportaciones en alza de productos agrícolas y software. También está mayormente libre de los delitos -como secuestros para obtener rescates- que acosan a los ricos en Brasil, México y otros países latinoamericanos.
Uruguay es hoy el hogar de algunos de los principales emprendedores de la región, como el cofundador de MercadoLibre, el argentino Marcos Galperin; el cofundador de Nubank, David Vélez, y el cofundador y CEO de Globant, Martín Migoya.
En años recientes hubo un notable repunte en la inmigración de la vecina Argentina, en tanto su economía se hundía y se disparaba la inflación. En septiembre el índice de precios al consumidor de Argentina registró un aumento del 138% anual, frente al 3,9 % de Uruguay. Unos 22.400 argentinos se aseguraron la residencia permanente entre 2020 y 2022, indican datos compilados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, el cuádruple de los anteriores tres años. El éxodo mermó este año, pero bien podría reanudarse después de las elecciones presidenciales. (Las autoridades de Uruguay no difunden datos sobre la situación de los domicilios fiscales).
Este influjo está beneficiando a empresas y servicios locales que atienen a los pudientes. "Hace cinco o seis años el club prácticamente cerraba durante el invierno. Ahora está activo todo el año", cuenta Juan Etcheverrito, quien supervisa el club de yacht en Punta del Este con el título honorario de comodoro.
En la Escuela Garzón, un centro educativo bilingüe en la comunidad de La Barra, con aranceles que llegan hasta los US$ 20.000 anuales, los inmigrantes representan las cuatro quintas partes del alumnado, explica uno de sus directores, Samuel Irving, británico emigrado. La lista de espera es tan larga que el año próximo confían en empezar las obras de un predio de US$ 7 millones para 180 estudiantes que combinará elementos de tecnología de avanzada, como un laboratorio robótico, con 38 hectáreas de campo. "Tenemos muchas familias del sector de startups tecnológicas y muchas familias con empresas locales", precisa Leona Dauphin, la otra directora de la escuela junto con Irving.
La proximidad de Uruguay a países que albergan grandes fortunas familiares y el nuevo dinero de la tecnología, como Brasil, la Argentina y Chile, lo convirtieron en un destino popular para los gerentes monetarios. A fines de 2022, 951 asesores financieros administraban unos US$ 29 millones a nombre de 36.000 clientes, señalan datos del banco central.
Los desarrolladores internacionales no perdieron tiempo en construir sitios costosos para los recién llegados. JHSF está expandiendo su comunidad cerrada de Fasano las Piedras cerca de Punta del Este, donde se venden casas en varios millones de dólares. Los amenities incluyen una cancha de golf de 18 hoyos y una pista aérea privada. "Hay una cantidad creciente de habitantes permanentes en Las Piedras", asegura Alonso, el CEO de JHSF. "Vemos más europeos y norteamericanos que antes".
A principios de este año comenzó la construcción de la primera fase del Cipriani Ocean Resort Club Residences & Casino de Punta del Este, una obra por US$ 450 millones que incluirá un hotel y tres torres residenciales de entre 30 y 60 pisos.
Muchos directivos de alto nivel se están radicando en Montevideo o en sus alrededores para estar cerca de su aeropuerto internacional y de su mayor oferta de servicios. El porcentaje de extranjeros que viven cerca de la capital en la comunidad cerrada de La Tahona, de 350 hectáreas, creció desde la pandemia hasta representar un tercio de sus 1200 familias, comentó Ignacio Añón, cuya familia controla el complejo. Usando las ganancias de una reciente venta de títulos, Añón prevé duplicar las viviendas en La Tahona hasta llegar a las 2600 unidades en 2030.
En una entrevista realizada en abril en Miami, Galperin resumió el atractivo de su país de adopción: "Lamentablemente, parece ser la excepción de América latina. Básicamente es un país que diría que abraza la democracia y el capitalismo. Y esas dos cosas generalmente son buenas para los negocios".
La edición original de esta nota salió publicada en la edición N°361 de la Revista Apertura.













