

El presidente chino Xi Jinping lideró un imponente desfile militar en Beijing, con motivo de la conmemoración de los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Este evento estuvo impregnado de simbolismo político y exhibió un notable poderío bélico.
La ceremonia, que contó con la presencia del mandatario ruso Vladímir Putin y el líder norcoreano Kim Jong-un, reunió a miles de soldados y presentó armamento de última generación, incluyendo misiles de largo alcance y unidades aéreas.
Este despliegue proyectó al mundo una imagen de cohesión militar entre tres de las principales potencias autoritarias del planeta, generando inquietud en el ámbito internacional.
La alianza que pone en jaque a Estados Unidos
La conmemoración no fue únicamente un homenaje histórico, sino también un mensaje geopolítico. La presencia conjunta de Xi, Putin y Kim refuerza la idea de una alianza estratégica entre China, Rusia y Corea del Norte, que busca desafiar el orden internacional dominado por Estados Unidos y sus aliados de Occidente.
Para Washington, esta demostración representa un peligro creciente, ya que consolida un bloque capaz de coordinar políticas militares, energéticas y tecnológicas en oposición a la OTAN y al sistema financiero global liderado por el dólar.

China se arma y hace temblar a todos: una muestra de poderío militar inigualable
La exhibición incluyó el despliegue de misiles balísticos intercontinentales, drones de ataque y artillería de largo alcance, tecnologías diseñadas para demostrar al mundo que China ha evolucionado más allá de ser una mera potencia económica, consolidándose como un actor militar de primer nivel.
El desfile encabezado por Xi Jinping en la capital china constituyó una auténtica demostración de fuerza militar sin precedentes. Más de 15.000 soldados marcharon en formación, acompañados de vehículos blindados, sistemas de defensa antimisiles y aviones de combate de última generación.
La alianza global y sus implicaciones para un posible conflicto mundial
La imagen de los tres líderes reunidos en Beijing pone de manifiesto la intención de China de establecer un bloque político emergente compuesto por gobiernos autoritarios y militarizados, capaces de desafiar a Estados Unidos y a sus aliados estratégicos de Occidente.
El impacto en el escenario mundial es notable. Mientras China consolida su papel como potencia económica y militar, Rusia preserva su influencia a pesar de las sanciones impuestas por la guerra en Ucrania y Corea del Norte se presenta como un socio nuclear dispuesto a respaldar a ambos.













