En 1946, un hombre llamado Earl Tupper trabajaba como paisajista, pero su negocio entró en crisis con la gran depresión. Buscó y consiguió trabajo en una fábrica de recipientes plasticos destinados a las pinturas. Y allí, se le ocurrió la idea: llevar al plástico y a los hogares el sistema de cierre de los tarros de pintura.
Así nació el nuevo concepto de almacenamiento de alimentos. Utilizando polietileno, un material plástico novedoso en aquel entonces, Tupper desarrolló un recipiente hermético con un sello de cierre que evitaba que los alimentos se estropearan o perdieran su frescura.













