La Justicia decretó la quiebra del tradicional restaurante Pippo, ubicado en el barrio porteño de Congreso. El local fue uno de los lugares tradicionales de la gastronomía porteña visitado por miles de personas. Un pequeño párrafo en la sección de Concursos y Quiebras de los medios puso fin a 80 años de trayectoria de uno de los clásic os a la hora de comer de la Ciudad de Buenos Aires.


La decisión la tomó el Juzgado N 19, secretaría N 37 y fue a pedido de Juan Carlos Moreno. La justicia también dispuso a Jorge Horacio Erice como síndico para llevar adelante todo el proceso de quiebra del restaurante ubicado en el barrio de Congreso.


"Es increíble que un negocio tan rentable como ese haya presentado la quiebra", explicaba alguien en los pasillos de los juzgados comerciales que no confiaba mucho en la versión de una caída "natural" del negocio y abonó la teoría de que el mítico restaurante habría cambiado de manos "hace dos o tres años". Ahora la Justicia procederá a secuestrar los bienes para ponerlos a la venta con el fin de cubrir las deudas con los acreedores.


Mientras en Londres se estrena "Tiempos Modernos" de Charles Chaplin, Alemania se preparaba para la guerra, Franklin D. Roosevelt era reelegido en los Estados Unidos y Franco y sus falangistas llevaban a la guerra civil a España, y en la Argentina transcurría la "década infame" y el presidente era Agustín P Justo, Pippo abría sus puertas.


En 1936 abría su primer local en a unas cuadras de este último, en Sarmiento justo frente a donde hoy está el Complejo teatral La Plaza que en ese momento Mercado Modelo, que funcionaba en la manzana en la que hoy se erige el Complejo La Plaza.


Desde el 36 hasta ahora su sello distintivo fue el de servir grandes platos de pastas a precios populares con los "vermicellis al tuco y pesto" como el plato insignia de la carta. Con el paso de los años, y con cada vez más artistas famosos en sus mesas, se fue convirtiendo en un lugar de culto para aquellos que transitaban por la calle que "nunca duerme". A pesar de los climas políticos y las diferentes etapas económicas, siempre buscó mantener su rasgo característico: platos suculentos a precios bajos.