Los bodegueros aseguran que por falta de inversiones se quedan afuera de las nuevas tendencias mundiales de consumo
Los nuevos consumidores del exterior se inclinan por vinos más suaves y con menor graduación alcohólica. Para poder aggionarse a estos cambio de manera rápida, desde Coviar piden líneas de créditos a largo plazo.
El 79% de los tractores y maquinaria con la que cuentan actualmente los productores del vino son de los años '70.
Este dato que compartió la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), el ente público-privado del sector explica, según ellos, por qué las bodegas argentinas tardan demasiado en adaptarse a las nuevas tendencias de consumo que ya están instaladas en todo el mundo.
Ante esta realidad, los empresarios del vino le piden al Gobierno créditos a largo plazo para que los productores puedan adaptarse a las nuevas tendencias que demanda el mundo. Y de esta forma buscan también frenar la caída de las exportaciones que en 2023 tuvo una caída del 25,7 por ciento.
"Tenemos que recuperar el crédito. Necesitamos políticas de tasas bajas y a largo plazo para poder crecer. Hay que entender que el consumidor cambia, pero nosotros demoramos tanto en adaptarnos a esos cambios y empezar a producir lo que el comprador quiere que ya tenemos otro cambio encima y nos quedamos desactualizados", explicó Mario González, presidente de Coviar, en una visita a Buenos Aires.
Es que si bien el vino argentino es reconocido en el mundo por su Malbec, este mercado fue perdiendo terreno en los últimos años. Los nuevos consumidores se inclinan por vinos más suaves y con menor graduación alcohólica. Un ejemplo de ello son los vinos blancos. "El torrontés es muy demandado en el exterior y está ganando terreno", aseguró González.
"Con créditos funcionando dentro del mercado, las bodegas y los productores decidirían comenzar a producir un nuevo varietal en el momento en que es tendencia porque saben que dejas de cosechar pero esos tres años vas a poder sobrevivir con la ayuda de un crédito", describió González.
En la Argentina, según explica González, "nos quedamos produciendo la misma uva por 30 años porque el productor no tiene forma de cambiar. No puedo afrontar tres años sin producción de su propio bolsillo. Esto ocurre, por lo menos hace 40 años".
Desde Coviar reconocen que el pedido es ambicioso, luego de que el Gobierno diera marcha atrás en las retenciones para exportar que pretendía llevar este impuesto a una tasa del 8%, cuando actualmente se paga 0%. "Hoy la prioridad es bajar la inflación y mejorar los factores económicos para en el futuro inmediato poder apostar a los créditos", dijo González.
La caída de las exportaciones
La Argentina exportó en los doce meses de 2023, 196,8 millones de litros de vino, lo que significa una caída del 25,7% con respecto a 2022. La tendencia a la baja continuó en enero de este año. Se despacharon 13,8 millones de litros de vino, lo que se traduce en una caída interanual del 11,2%, según los datos del Instituto Nacional Vitivinícola (INV).
Mario González lo atribuye a un combo de factores; "el vino es la actividad de campo más fiscalizada de la Argentina. Hay que tener en cuenta que estos números se dieron el año con la peor cosecha de los últimos 50 años".
En 2023 la producción de uva tuvo una caída del 23% comparado al año anterior lo que hizo que el precio se disparara un 300%. "El pronóstico para la cosecha 2024 es una mejora de entre el 20 y el 25% en todo el país y con expectativas positivas en el mercado externo. Esperamos poder trabajar con previsibilidad de acá a los próximos años", explicó González. Desde Coviar especulan con que el precio de la uva tendrá un incremento anual cercano al 250%, similar a la inflación que mide el Indec.
Lo cierto es que las bodegas apuestan a las exportaciones ante una fuerte recesión en el consumo interno. "En 2023 la caída en ventas en el mercado local fue del 6%, según datos de INV, pero creemos que esos números serán mayores este año", reconoció el empresario.
La apuesta para hacer crecer las exportaciones
"La Argentina como marca país tiene mucho trabajo para hacer. Hoy el vino argentino en el mundo representa solo el 3%, pero deberían ser por lo menos del doble. No podemos entrar y salir en los mercados, hay que tener previsibilidad. Nosotros miramos el negocio a largo plazo y es difícil que eso ocurra en este contexto", explicó.
Sin embargo, el futuro cercano es alentador para la industria del vino ante el cambio de Gobierno. "Apostamos a que la Argentina se acomode. El Gobierno actual pone el foco en la exportación y eso es positivo", agregó.
La Argentina es el séptimo productor de vino a nivel mundial, es, además, el décimo mercado con mayor consumo interno y el número 11 en exportaciones. "Eso nos muestra que puede escalar mucho más en exportaciones porque tiene capacidad de producción", dijo González.
Claro que desde Coviar coincidieron en que hay que crecer en exportación sin descuidar el mercado interno. En la Argentina en 2003 se exportaba u$s 40 millones en vino. En 10 años esos números ascendieron a u$s 1100 millones. "Las condiciones macro nos permitieron durante esa década salir al mundo con nuestro sello Malbec, perdimos mercados, no podemos seguir perdiendo tiempo. El impacto socio-económico es muy grande. Tenemos 150.000 familias que viven de la industria y otras 300.000 que lo hacen de manera indirecta. Es la actividad agrícola que más gente emplea por hectárea", agregó.
Desde Coviar confiaron en que la recuperación de las exportaciones se va a empezar a ver en el segundo semestre. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Brasil son los cuatro mercados más importantes para la Argentina en donde se seguirá haciendo foco.
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