

En otro contexto, el alejamiento de Juan José Aranguren de la presidencia de Shell habría sido para el gobierno nacional una buena noticia. La guerra se desató cuando el ex presidente y fallecido Néstor Kirchner dio el puntapié inicial a la batalla. Dijo que no había que comprarle "ni una lata de aceite" a Shell, que había aumentado sus precios hasta 4% por la suba internacional del petróleo. Eso fue en 2005.
Desde entonces, los enfrentamientos con el kirchnerismo le valieron a Aranguren críticas y hasta denuncias penales, a instancias del ex secretario Guillermo Moreno, al tiempo que le permitieron construir la imagen con la que se retira: la del empresario independiente que se animó a defender los intereses de la compañía que representa y decir lo que otros callaron en un contexto de controles crecientes a la actividad privada, con estoicismo y todo el peso del respaldo del reinado anglo-holandés.
Con más de 60 años, Aranguren no se va a ir a su casa, dicen desde el sector y gente que lo conoce bien. Él mismo dijo que estos años no fueron de desgaste, sino de crecimiento. Juanjo está tan activo que desde el año pasado hasta cursa una Maestría en Energía de la Universidad de Buenos Aires. Ahora, según analizan en su sector, el empresario le abre la puerta al político, un rol que le permitirá capitalizar la exposición de los últimos años.
En un escueto comunicado, Shell informó ayer que Aranguren "se retirará de la compañía, luego de 37 años de fecunda trayectoria, habiéndose desempeñado en los últimos 12 años como Presidente de su Directorio en el país" .
Sin embargo, su salida lo convierte en una figura codiciada para cualquier proyecto político opositor. Una fuente recordó que Juanjo es "de familia, gustos y tradición radical". El empresario reconoció que su último voto se lo dedicó a Elisa Carrió y, en una entrevista radial en noviembre pasado aseguró: "Entre Macri, Massa y Scioli, me quedo con Macri".
El resultado de la convención radical, ya en la madrugada del domingo, parece armado a medida. "Después de las paso va a haber que trabajar en acuerdos programáticos, y si va a colaborar en política, va a estar en el espacio del radicalismo o la Coalición Cívica", arriesgó un allegado al empresario.
La versión de su alejamiento del mundo corporativo para iniciar una nueva etapa en la política no sorprende a sus pares de la industria, menos en el ocaso del ciclo kirchnerista.
Aranguren deja a la empresa en una buena posición a nivel local. Blindada casi por completo, como el resto del mercado, de los embates del precio del crudo a nivel internacional, encauza inversiones en Vaca Muerta, donde anunció descubrimientos de hidrocarburos en la región de Sierras Blancas que le permitirán integrar el llamado "upstream" a su negocio de refinación y venta.
La compañía anunció que a partir del 1º de julio, Teófilo Lacroze ocupará la presidencia de la filial local. Lacroze se desempeña, a su vez, como vicepresidente de Desarrollo de Negocios de Upstream para Argentina. Ingresó a Shell Argentina en 1996 y ahora asumirá la pesada herencia del empresario que más se enfrentó al kirchnerismo.













