

El cierre del año suele asociarse con balances, presión laboral y exigencias acumuladas. En ese contexto, una afección poco visible comienza a intensificarse: el síndrome de burnout, un fenómeno que se confunde con estrés, pero que deja huellas profundas y persistentes en la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, advierte que este desgaste no aparece de un día para otro. Es el resultado de un estrés laboral crónico que “no se ha gestionado con éxito”, y que termina afectando la salud mental, emocional y física de quienes lo padecen.

Desde México, la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, alertó que no se trata solo de cansancio. “No es solo agotamiento”, señala su infografía, al explicar que el burnout impacta de manera mental, física y emocional, especialmente en entornos laborales exigentes.
El burnout es una afección reconocida, pero aún poco comprendida
La OMS incluyó el síndrome de burnout en la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-11 como un “fenómeno ocupacional”, aclarando que “no se clasifica como una condición médica”, pero sí como un factor que influye en el estado de salud.
Según su definición oficial, el burnout se caracteriza por “sentimientos de agotamiento o pérdida de energía”, una mayor distancia mental respecto del trabajo y una “eficacia profesional reducida”, elementos que suelen intensificarse hacia fin de año.

La UNAM coincide en que este síndrome comparte rasgos con la ansiedad y la depresión. La universidad señala que este síndrome está directamente relacionado con el “malestar psicológico en el aspecto laboral”, lo que explica por qué muchas personas no logran identificarlo a tiempo.
Entre los síntomas más frecuentes, la universidad destaca el “agotamiento emocional que incrementa con los días”, la despersonalización, sentirse en automático, y el abandono de la realización personal, señales que suelen normalizarse peligrosamente.
Reconocer las señales para evitar daños mayores
La infografía de la UNAM advierte que el burnout “puede ser incluso contagioso”, ya que convivir con personas sometidas a estrés constante puede elevar los niveles de cortisol, ampliando el impacto emocional en los equipos de trabajo.
También señala como factor de riesgo la falta de inteligencia emocional, especialmente cuando no se comprenden las propias emociones ni se sabe cómo lidiar con ellas en contextos de presión sostenida y exigencias permanentes.

La OMS subraya que el agotamiento profesional “se refiere específicamente al contexto ocupacional” y no debe aplicarse a otras áreas de la vida, una precisión clave para evitar diagnósticos erróneos o la banalización del problema.
Identificar estas señales a tiempo permite buscar “atención profesional oportuna”, destaca la UNAM, y así prevenir daños emocionales, mentales y físicos mayores. A veces, como recuerda el mensaje final, está bien frenar y tomar un respiro.














