

Quizás el presidente Obama se haya asegurado otro mandato por haber encabezado directamente un operativo que condujo a la eliminación de Osama bin Laden. Sin embargo, en realidad seguirá siendo un presidente de guerra porque la muerte de Bin Laden no necesariamente significa la muerte de la militancia y la guerra anti Estados Unidos en esta región.
Dado que la insurgencia encabezada por los talibanes en Afganistán se convirtió mayormente en una guerra de intereses comerciales y personales, el deceso del líder supremo talibán Mullah Omar tampoco garantizaría el fin de la guerra. No sería realista ver la muerte de Bin Laden como el final.
La desaparición física de Bin Laden se convirtió en una excelente oportunidad para que el presidente afgano Hamed Karzai anime a Occidente a optar por una guerra internacional contra el terrorismo. En su inmediata reacción, Karzai incentivó a Estados Unidos a expandir su presencia en Paquistán y a apuntar a los santuarios. Sin duda, la muerte del líder de Al Qaeda en Paquistán le dio a Karzai motivo para criticar a Estados Unidos por combatir el terrorismo en las aldeas de Afganistán.
Para Kabul, fue agradable escuchar la noticia de que la agencia de inteligencia paquistaní ISI decía que le avergonzaba que el terrorista más buscado por Estados Unidos haya estado escondido a unos pocos cientos de metros de una de las mejores academias militares del país, el equivalente a la academia West Point de los Estados Unidos.
Eso da a Kabul un mayor peso en su pedido a Estados Unidos para que realice operaciones similares contra los grandes líderes talibanes en Quetta, Paquistán y otros cabecillas insurgentes como los del grupo Haqqani Network en la región noroeste del país. Lo que genera más preocupación es si el ISI, acusado de apoyar a los talibanes afganos y a Haqqani Network, seguirá escondiendo líderes militares en búnkers más profundos que no puedan se detectados por los espías estadounidenses. Para algunos afganos, la muerte de Bin Laden es una advertencia para que Paquistán cuide mejor a otros líderes insurgentes en su territorio. El ataque al refugio de Bin Laden cercano a la capital paquistaní, Islamabad, advierte a Paquistán que debe proteger a los líderes insurgentes como Mullah Oman y Serajuddin Haqqani, de Haqqani Network.
Los talibanes, si bien aún no creen que Bin Laden esté muerto, siguieron sus ataques contra el gobierno y contra Occidente en todo Afganistán después de la noticia del asesinato de Bin Laden. Con eso trataban de demostrar que su deceso no era un golpe a la insurgencia en Afganistán.
Los oficiales de seguridad de EE.UU. y Afganistán advirtieron que 2011 sería un año mortal para Estados Unidos, pero ahora la pregunta es si el pueblo norteamericano apoya una misión mortal que inicialmente tenía como blanco a Al Qaeda, particularmente a sus principales líderes.
* También es gerente de canales de TOLO News, el único canal afgano de noticias que transmite las 24 horas.










