Fukushima 7 años después: secretos y desafíos tras el accidente nuclear

Un recorrido por la planta japonesa, sede del segundo accidente nuclear más grave de la historia. La situación actual y los trabajos tendientes a su descontaminación.

11 de marzo de 2011. 14:46, hora local. Un terremoto magnitud 9 sacudía la costa noreste de Japón, allí donde se emplaza la planta nuclear Fukushima Daiichi con sus seis reactores. Las tres unidades (1-3) que funcionaban ese día el resto estaba en parada programada se apagaron automáticamente y, con ello, cesó la producción de electricidad en el lugar. Con el tendido eléctrico externo dañado, se hizo uso de los motores diésel de emergencia para enfriar los reactores. Comenzaron a funcionar con normalidad.

15:41, hora local. Los motores diésel se detuvieron abruptamente. No hubo contención ante el tsunami que golpeó con olas de hasta 40 metros las cosas niponas. En esta zona, el agua alcanzó una altura de 15 metros: ubicadas 10 metros por encima del nivel del mar, las unidades 1 a 4 quedaron bajo el agua; las unidades 5 y 6, al estar a 13 metros (y el agua erigirse a 14 metros allí), solo enfrentaron un metro de inundación.

Lo técnicamente imposible se hizo posible. Ya sin control sobre la central y sus reactores, Fukushima Daiichi era escenario del peor accidente nuclear desde Chernóbil (Ucrania, 1986) y el único que lo iguala en su nivel 7 de la Escala Internacional de Accidentes Nucleares.

Debido al combustible derretido, los reactores no pudieron ser enfriados. Y una gran cantidad de hidrógeno fue generado, conduciendo a que se produjeran explosiones de este elemento en las unidades 1, 3 y 4 (que, si bien no operaba entonces, está conectada a la 3). La liberación de material radioactivo fue inevitable. Casi de inmediato, el Gobierno japonés ordenó la evacuación del área circundante a la plata: primero, la zona de exclusión fue de un radio de 3 kilómetros; más tarde ese mismo día, se expandió a 10 kilómetros; y, 24 horas después, llegó a de 20 kilómetros.

Tal fue la magnitud del accidente que, hoy, más de siete años después, los trabajos de remediación recién empiezan a materializarse en cambios de escala. Más de 4.000 personas trabajan diariamente allí, en la descontaminación y desmantelamiento de la planta que lidera Tokyo Electric Power Company (Tepco), su operadora, a través Fukushima Daiichi Decontamination and Decommissioning Engineering Company. Fue junto a voceros y técnicos de dicha firma que El Cronista recorrió las inmediaciones unas semanas atrás.

Acceso permitido

En la actualidad, al ingresar a la planta, uno de los primeros elementos que llama la atención son los tanques. Hileras e hileras de ellos, 900 en total, dispuestos en el predio de 3,5 millones de m2 que ocupa Fukushima Daiichi. En su interior, se almacena agua descontaminada, que pudo ser saneada de todo, excepto del tritio (un isótopo natural del hidrógeno), que es radioactivo. "Se está discutiendo qué hacer con ella a nivel de Gobierno y organismos de regulación", contaron a El Cronista voceros de Tepco.

 

Primero, la zona de exclusión fue de un radio de 3 kilómetros; más tarde ese mismo día, se expandió a 10 kilómetros; y, 24 horas después, llegó a de 20 kilómetros.

 

El problema con el tritio es que no existe, a la fecha, modo de retirarlo del agua. Entre las soluciones posibles, aquellas que se están considerando como alternativas a su almacenaje, se incluyen evaporar el agua o arrojarla al mar: las consecuencias negativas para el ambiente en cualquiera de los dos casos son evidentes.

De momento, no obstante, nada de esto ocurrirá. Por el contario, se está reforzando la seguridad de los tanques, reemplazando los atornillados por unos soldados, que ofrecen mayor resistencia. La capacidad actual que estos poseen alcanza los 1.130.000 m3 y se espera que incremente a 1.370.000 m3 para 2020, dado que el volumen de agua almacenada aumenta, cada día, 150 m3.

¿De dónde proviene tanto recurso hídrico? El flujo de agua subterránea hacia los edificios y su contacto con materiales radioactivos es lo que hace que su nivel aumente. Es por ello que evitar que esto ocurra está en la primera línea de prioridades desde el accidente.

En esta línea, se pavimentaron algunas superficies de tierra, para evitar que el agua de lluvia penetre los suelos y eleve del agua subterránea. Asimismo, para reducir el volumen de agua que se aproxima a los edificios, esta es bombeada en pozos ubicados a su alrededor.

A su vez, entre las obras más impresionantes, se incluye aquí la construcción de un muro de hielo de 1,5 kilómetros que rodea los reactores 1 a 4 y se extiende 30 metros por debajo de la tierra. Esta barrera de suelo congelado a -30°C también reduce el volumen de agua que llega a los edificios. Su construcción comenzó en marzo de 2016 y fue completada en febrero último.

Complementariamente, otro muro impermeable este de acero fue erigido en la zona portuaria para evitar que el agua contaminada llegue al océano. Previo a este, aquí también hay pozos de bombeo y extracción.

 

En la unidad 1, los paneles que cubrían la parte superior del edificio se desmantelaron por efecto de la explosión de hidrógeno que allí tuvo lugar.

 

El agua retirada mediante estos procedimientos es luego limpiada (recuérdese, de todo menos del tritio) y conducida a los tanques que se erigen cual árboles en todo el predio.

Algo para sumar en relación a la zona costera: esta fue el área más afectada tanto por el tsunami del 11 de marzo de 2011 como por las explosiones de hidrógeno que generó a su paso. En su momento, los escombros estaban por doquier (entre ellos, muchos altamente radioactivos). Hoy, la zona ha sido limpiada, los escombros removidos (están almacenados en distintas locaciones dentro del predio y se están construyendo instalaciones para su depósito e incineración).

De largo alcance

El proceso, se entiende, es lento y requiere de más obras de ingeniería de las que uno a priori puede imaginar (alrededor de 40 empresas trabajan in situ). Según las estimaciones con las que se trabaja, desmantelar Fukushima Daiichi podría demandar entre 30 y 40 años.

Desde 2011 a la fecha, en conjunto con las medidas relacionadas con el agua, uno de los focos de acción más fuerte se centra en el enfriamiento continuo del combustible derretido en el interior de las unidades. Inmediatamente después del accidente debían inyectarse 20-30 m3 de agua por hora con este fin. Ahora, el reto es removerlo. Y es con ese objetivo que se está trabajando.

En la unidad 1, los paneles que cubrían la parte superior del edificio se desmantelaron por efecto de la explosión de hidrógeno que allí tuvo lugar. La remoción de escombros ya comenzó y se está trabajando en los preparativos para remover el combustible. Para ello, se hizo un agujero en la parte inferior del recipiente a presión del reactor (RPV, por sus siglas en inglés), por lo que el combustible ahora se encuentra en la parte inferior del recipiente de contención primario (PCV, por sus siglas en inglés).

A diferencia de lo que aconteció en las otras unidades, en la 2 no hubo explosión. El día del accidente, se desprendió un panel, permitiendo al hidrógeno encontrar vía de escape. Como consecuencia de ello, los materiales radioactivos que quedaron atrapados dentro hacen que su acceso esté absolutamente vedado. Aquí es donde se registra la dosis más alta de radiación.

Es por ello que, para llevar adelante los trabajos que son necesarios, fue necesario primero construir una antecámara, que previniese la liberación de los materiales radioactivos en cuestión. Desde allí se perforó un agujero y, a través de este en julio pasado, se comenzó una inspección con un robot de investigación, que permitirá conocer detalles sobre su situación y determinar qué métodos de remoción sería mejor utilizar para lidiar con el combustible derretido en este caso.

En la unidad 3 ya está concluida la remoción de escombros en la parte superior del edificio. En su lugar, en febrero de este año, se construyó un domo para alojar la maquinaria que será necesaria para comenzar a extraer los escombros que todavía hay dentro, así como también el combustible. Este proceso comenzará en el próximo otoño japonés (del 21 de septiembre al 21 de octubre de este año).

 

La zona costera fue el área más afectada tanto por el tsunami del 11 de marzo de 2011 como por las explosiones de hidrógeno que generó a su paso.

 

La unidad 4 es la única de las afectadas en la que el combustible ha sido extraido por completo.

Aire que has de respirar

Las imágenes del desastre soO una de las caras más conocidas de Fukushima Daiichi. También lo son aquellas que retratan el abandono de la zona de exclusión. Hay áreas allí que todavía siguen sin ser habitables, pero el radio es menor: las zonas de evacuación hoy ocupan 371 km2 (2,7% del área de la Prefectura de Fukushima). Hay personas que ya volvieron a sus hogares, otras se reúsan. Y las zonas linderas a la planta permiten ver estas dos realidades en composé.

De un modo similar, inmediatamente después del accidente, los empleados debían usar prendas de protección y máscaras que les cubrieran todo el rostro en todas las áreas de las planta nuclear. Hoy, luego de más de siete años de trabajos para la descontaminación del sitio, en 96% de la superficie total, los empleados pueden usar uniformes regulares y máscaras simples. Caminar sin esta protección, de momento, no parece un objetivo de fácil alcance.

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