

Durante la misa que dio inicio a su pontificado, el papa León XIV denunció ante representantes religiosos y fieles de todo el mundo la persistencia del odio y la violencia, así como una economía que "margina a los más pobres", marcando así el inicio de su pontificado.
"Estoy convencido que si estamos de acuerdo y libres de condicionamientos ideológicos y políticos, podemos ser eficaces para decir no a la guerra y sí a la paz, no a la carrera armamentista y sí al desarme, no a una economía que empobrece a los pueblos y a la Tierra y sí al desarrollo integral", expresó durante su primer discurso como Sumo Pontífice.
Frente a unas 200.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro, León XIV confirmó la orientación social que marcará su ministerio, tras haber elegido su nombre en honor a León XIII, pionero de la doctrina social de la Iglesia y crítico de la explotación de los trabajadores a fines del siglo XIX.
"En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres", expresó durante la homilía.

Ante este panorama, invitó a los cristianos a aportar "su contribución de sabiduría, compasión y compromiso por el bien de la humanidad y la preservación de la casa común".
En su mensaje, evocó a San Agustín y una de sus enseñanzas: "Nosotros, aunque somos muchos, en aquel uno, que es Cristo, somos uno". A partir de esta idea, León XIV subrayó que la comunión se realiza "si convergemos en el Señor Jesucristo".
"Cuanto más fieles y obedientes somos a Él, más unidos estamos entre nosotros", afirmó, y exhortó a los cristianos a "rezar y a trabajar juntos para alcanzar paso a paso esta meta, que es y sigue siendo obra del Espíritu Santo", señaló.
"Hoy es tiempo de dialogar y construir puentes. Por eso estoy contento y agradecido por la presencia de representantes de otras tradiciones religiosas, que comparten la búsqueda de Dios y de su voluntad, que es siempre y sólo voluntad de amor y de vida para los hombres y para todas las criaturas".
Finalmente, León XIV expresó su anhelo de que el testimonio de fraternidad entre las religiones contribuya a "construir un mundo más pacífico, como desean en su corazón todos los hombres y mujeres de buena voluntad".
















